Entonces
empezó a caminar sólo. Pronto se encontró con otros más, que
marchaban sucios y derrotados al Este. Pasaban por ruinas y restos
ardientes de vehículos; y veían una pancarta colosal con la imagen
de Stalin y con una inscripción. Los vencedores la habían colocado
en muchos pueblos conquistados:
“Los
Hitler vienen y se van, el pueblo alemán se queda“
Fritz
no entendía esta frase, que en realidad resumía la intención de la
política soviética de posguerra:
¿Sería
ahora Alemania toda soviética? ¿Se cumpliría el ardiente deseo de
Lenin casi treinta años después de la Revolución de Octubre?
Fritz
se veía transformado en prisionero de guerra. Era un hombre sin
nombre individual, sin características personales.
Su
existencia no tenía importancia ninguna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario