domingo, 18 de enero de 2015

Mondnacht - Joseph von Eichendorff. 1788/ 1857






Es war, als hätt’ der Himmel
Die Erde still geküßt,
Dass sie im Blütenschimmer
Von ihm nun träumen müsst'.

Die Luft ging durch die Felder,
Die Ähren wogten sacht,
Es rauschten leis’ die Wälder,
So sternklar war die Nacht.

Und meine Seele spannte
Weit ihre Flügel aus,
Flog durch die stillen Lande,
Als flöge sie nach Haus.

Noche de luna
Fue, como si el cielo hubiese besado a la tierra/
Haciéndola soñar bajo el ardor de las flores/

El viento atravesando los campos meció los trigales/
Y dejó a los bosques sonar bajo la estrellada noche/

Y mi alma extendía sus alas sobre la tierra callada/
Y volaba en silencio como regresando a la casa/

¿Encontramos en este poema la síntesis del espíritu romántico alemán?
El texto -publicado por primera vez en 1837- encontró su completud en la melodía de Robert Schumann https://www.youtube.com/watch?v=MDWEA3FveWs.

"Es perla de todas las perlas" según Thomas Mann.
Eichendorff concentra su observación sobre los elementos fundamentales de la naturaleza viva: la noche estrellada, la tierra bajo el manto de flores, el viento moviendo trigales, y sobre todo "das Rauschen" - el sonido de los bosques. Es una visión de la naturaleza que exige piadosa contemplación;  tal se consigue desde una visión concentrada, la visión del vuelo del alma sobre la tierra calmada.

El vuelo del alma es esencial. Pero, ¿de qué se trata?
¿Es un regreso a la infancia, a la inocencia del comienzo de la vida? ¿O es un vuelo hacia el más allá de la vida, a una patria desconocida, a la eterna morada del alma?

Eichendorff era muy católico, silesiano; se le considera representante de la voz  católica en la literatura alemana. Una noche así, noche de luna llena, es como anticipo de aquel otro mundo donde todas las penas desaparecerán del que la fantasía del poeta nos está dando un anticipo.
No es contradictorio que esa visión evoque la infancia, cuando el alma vive aún en conformidad con el cantar majestuoso de la naturaleza, cuando realidad y sueños se combinan y confunden. Volamos… ¡todos sabíamos hacerlo en la primera infancia! Los misterios no nos eran ajenos. Volver a casa es por lo tanto volar hacia lo que perdimos, cuando nos cortaron las alas. ¡Deja que te crezcan alas!- proclama el poema - ¡te llevarán a casa!
He ahí la receta que el romántico recomienda: comenzar a vivir de nuevo haciendo de la vida un renacer permanente; vivir hacia adentro. Con ello, la voz del romántico  cambia la mente mas no el mundo.
 En la novela corta "Der Taugenichts"  - Él no vale nada, literalmente traducido-  Eichendorff  invierte también  las necesidades y deseos: no es el mundo el que debe cambiar; somos nosotros, los seres humanos (sus lectores, por lo menos) los que debemos hacerlo; disponemos de un maravilloso equipaje para cumplir esa misión: la fantasía, la inagotable reserva de nuestra creatividad. Y bajo su tutela guiados, la suerte nos sonreirá, piensa Eichendorff.
"¡Seifenblasen - sie platzten!" - bombas de jabón, que reventaron - .
(Igual sonaría la voz de Heinrich Heine desde el lejano Paris).

Para el crítico literario Jürgen Safranski, el romanticismo es un asunto alemán (eine deutsche Affäre), donde ilusión y desilusión se acechan mutuamente, pero una no puede existir sin la otra. Y una mirada al espejo nos recuerda a los que hemos sido mecidos en la cuna de aquel idioma, que lo nuestro es esencialmente eso. Lo que Friedrich Nietzsche llamaría posteriormente la desproporción sentimental y la explosión racional inevitable.
Sigue siendo esta una marca original de aquella tierra y de ahí han de nacer virtudes y vicios; las obras de Eichendorff y de Heine los registran en el mejor de los tonos, el poético.
 Heine da la razón a Eichendorff cuando escribe:
"Wir besitzen im Luftreich des Traumes die Herrschaft unbestritten" - somos dueños en el imperio de los sueños -

Estimada lectora o lector - si no lo crees… observa la prensa de todos los días, luego lee mis textos:
Ahí seguimos, románticos, tal como Eichendorff y Heine y la lengua materna nos diseñaron.

friedrichmanfredpeter  enero 2015

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