Wir
sind doch nunmehr gantz, ja mehr denn gantz verheeret!
Der frechen Völcker
Schar, die rasende Posaun
Das vom Blutt fette
Schwerdt, die donnernde Carthaun
Hat aller Schweiß
und Fleiß und Vorrath auffgezehret.
Die Türme stehn in
Glutt, die Kirch ist umgekehret.
Das Rathhauß ligt
im Grauß, die Starcken sind zerhaun,
Die Jungfern sind
geschänd’t, und wo wir hin nur schaun,
Ist Feuer, Pest, und
Tod, der Hertz und Geist durchfähret.
Hir durch die
Schantz und Stadt rinnt allzeit frisches Blutt.
Dreymal sind schon
sechs Jahr, als unser Ströme Flutt,
Von Leichen fast
verstopfft, sich langsam fort gedrungen,
Doch schweig ich
noch von dem, was ärger als der Tod,
Was grimmer denn die
Pest und Glutt und Hungersnoth,
Dass
auch der Seelen Schatz so vielen abgezwungen.
Lágrimas
de la patria (1636) - Andreas Gryphius
Ahora
sí estamos más que destrozados /
la numerosa soldadesca /
la trompeta sonante /
la espada llena de sangre /
el cañón tronante /
la numerosa soldadesca /
la trompeta sonante /
la espada llena de sangre /
el cañón tronante /
han
consumido todo lo que que sudor y labor crearon /
Las
torres ardiendo, la iglesia saqueda /
el ayuntamiento en ruina /
el ayuntamiento en ruina /
los
hombres fuertes despedazados /
las jovenes violadas /
y todo lo que vemos es fuego, peste y muerte que traspasan alma y corazón /
las jovenes violadas /
y todo lo que vemos es fuego, peste y muerte que traspasan alma y corazón /
Aquí,
baluarte y ciudad siempre encharcados con sangre /
durante tres veces seis años los arroyos repletos de muertos /
que lentamente arrastraron /
durante tres veces seis años los arroyos repletos de muertos /
que lentamente arrastraron /
Y
no hablo de lo que es peor que la muerte /
peor que peste, fuego y hambre /
porque tanta gente perdió el tesoro de su alma /
peor que peste, fuego y hambre /
porque tanta gente perdió el tesoro de su alma /
Este
soneto es uno de los más conocidos poemas del barroco alemán. El
autor Andreas Gryphius lamenta los destrozos que sufre su patria -
Silesia- bajo la guerra provocada por la rivalidad entre confesiones
religiosas. Tres veces seis años - diez y ocho años - duran ya la
mútua persecusión, el destrozo de ciudades y la muerte masificada
de las personas que en ellas vivían. El sufrimiento de la población
es inmenso, es tanto material como inmaterial. Los hombres fuertes
perdieron la vida, las doncellas el honor, y tantos más perdieron su
alma de seres humanos, se embrutecieron, fueron reducidos a cadáveres
con vida, víctimas o victimarios.
Gryphius
era protestante y a los veinte años tomó la pluma para escribir
este soneto impresionante., bajo el lema: ¡Lo he visto yo! Soy
testigo:
Con
la destrucciónde las ciudades llegó la era de la recatolización;
lo cual no tuvo duración porque vinieron las tropas suecas a
socorrer a los hermanos protestantes y la guerra continuaba otros
doce años más;
saqueos
y matanzas parecían de nunca acabar. Posteriormente fue nombrada
Guerra de los Treinta Años y dejó Alemania entera en total
destrucción, algunas regiones transformadas en desiertos, sin
población. Una catástrofe histórica monumental con graves
consecuencias para toda Europa durante siglos.
Pero
este es un texto religioso, es la queja de un Job ante Dios:
¿Quién
es el responsable de todo eso?
¿Quién
ha dejado perderse tantas vidas inocentes? y al final:
¿Quién
se ocupará de las almas perdidas?
En
una catástrofe de dimensiones apocalípticas:
¿Qué
lugar queda para la fe? cuando entre cristianos se matan, saquean,
violan y torturan.
¿Sobrevivirán
estas almas a lo que han tenido que ver los ojos vivos?
Andreas
Gryphius no formula una respuesta. Es tarea del lector encontrarla;
parece que es Dios quien ha abandonado esta tierra dejándola a
voluntad de un infierno vivo.
¿Cuántas
veces se han matado ya los hombres para imponer su respectiva
"verdad" sobre la conciencia ajena?
Nuestro
siglo moderno comienza con el mismo conflicto eterno:
Un
discurso se traduce en disputa, y la disputa en un acto violento,
donde pronto se mezclan otros elementos: el poder, la ansiedad por
poseer, gobernar, dominar, aprovecharse, robar y violar impunemente.
Siempre
resucita lo que durante largos años parece dormido o superado.
Nada
de eso; revive lo de siempre; nada se olvida, nada se aprende.
Toda
generación se enfrenta al mismo fantasma que sólo lleva nuevo
nombre, pero en el fondo reproduce una idéntica tendencia del género
humano hacia el placer que causan destruir, violar, hacer daño.
El
poema de Gryphius revela eso y ha tenido a numerosos seguidores:
uno
de ellos es Christoph Meckel, quien presencia el hundimiento de la
ciudad de Berlin.
Heridas
materiales visibles se eliminaron rápidamente, las mentales y
sentimentales se curan a través del olvido, desaparecen con las
personas que las sufrieron. Pero las heridas del alma, colectivas,
heridas en profundidad que tocan la misma razón de la existencia,
estas heridas del alma no se cierran, quedan y son llagas abiertas en
nuestra conciencia. individual como colectiva.
Poetas
como Gryphius, Meckel y otros más lo documentan.
¿Pero,
en qué nos ayudan?
friedrichmanfredpeter
marzo 2015
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