domingo, 15 de marzo de 2015

Heinrich Heine: Buch der Lieder

Lyrisches Intermezzo
Sie saßen und tranken am Teetisch,

Und sprachen von Liebe viel.

Die Herren waren ästhetisch,

Die Damen von zartem Gefühl.

Die Liebe muß sein platonisch,

Der dürre Hofrat sprach.

Die Hofrätin lächelt ironisch,

Und dennoch seufzet sie: Ach!

Der Domherr öffnet den Mund weit:

Die Liebe sei nicht zu roh,

Sie schadet sonst der Gesundheit.

Das Fräulein lispelt: Wie so?

Die Gräfin spricht wehmütig:

Die Liebe ist eine Passion!

Und präsentieret gütig

Die Tasse dem Herrn Baron.

Am Tische war noch ein Plätzchen;

Mein Liebchen, da hast du gefehlt.

Du hättest so hübsch, mein Schätzchen,

Von deiner Liebe erzählt.

<Sentados tomando el té hablaron mucho de amor /

Los señores muy estéticos, las damas con suave rubor /

-Platónico ha de ser siempre - declaró el flaco asesor /

Su esposa con sonrisa irónica soltó un susurro: - ¡p-favor!! /

El canónigo abre su boca: -El amor no debe ser crudo- /

-daña la salud a menudo - Y la señorita suavemente:-¿lo dudo?/

La baronesa resignada exclamó : -El amor es una pasión /

y cariñosa pasó una taza de té a su señor, el barón /

Quedó una plaza vacante para ti mi dulzor.

¡Qué bello, cariño sería, hablar de tu amor!>





Heine construye esta sátira con maestría:

Los señores y damas, estéticos y con suaves sentimientos, se carecterizan como personas respetables en actividad muy británica: tomando el té.

Y eso en la ciudad de Hamburgo, donde el joven poeta intenta en vano seguir el camino del oficio de banquero que le recomendó su tío Salomón ( rico banquero y futuro mecenas).

El joven Harry - así se llamaba todavía antes de dejarse bautizar cristanamente - para entrar por la puerta secreta a la antesala del éxito social. Entonces se llamará Heinrich, cristianamente y alemán como ha debido ser.

Sin embargo, en esta escena - sentado tomando el té - Harry es el único que está sin pareja; pero no está solo. Observa a quienes le acompañan:

-Un flaco asesor (Hofrat) con su sabia esposa.

-el canónigo bocón y una tímida señorita,

-la baronesa activa y apasionada y su barón calladito.



¿Quién más falta? ¿Quién acompaña a Harry?

Pues el amor ausente, pero muy presente, porque la única persona que realmente puede opinar con experiencia y competencia es la que Heine ama, y la cita como la voz de la verdad. Ella es quien se escapa de la mirada irónica y crítica del poeta.

¿Por qué?

Por ser Afrodita quien irrumpe en este montaje de falsedad social. Acaba de salir del mar y le sonrie al joven Harry y su respuesta está clara:

- ¡Sigan tomando el té, yo Harry Heine, iré por otros caminos, donde me acompañan personas de verdad y no caricaturas sociales!-

Y así pasó que el frustrado banquero Harry se transformó en el poeta frustrado Heinrich Heine, exilado, siempre enamorado porque Afrodita o Venus le acompañó siempre, incorrupta, recien salida bañada en las aguas puras del mar, puro amor.



Pero también a Heine le quería una mujer sencilla, ninguna diosa griega, humilde, poco ilustrada, la francesa Mathilde.

Le ama durante sus largos años de enfermedad tirado como semicadáver sobre el colchón de la muerte (Die Matratzengruft).

Y el cheque del tío Salomón nunca le falta y esa voz que no para reclamando:

<¡Si hubieses aprendido un oficio de verdad, no tendrías que haber escrito estos libros!>



Harry o Heinrich --- ¡ qué romántico tan afortunado!



friedrichmanfredpeter 15 de marzo de 2015

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