Sie
saßen und tranken am Teetisch,
Und
sprachen von Liebe viel.
Die
Herren waren ästhetisch,
Die
Damen von zartem Gefühl.
Die
Liebe muß sein platonisch,
Der
dürre Hofrat sprach.
Die
Hofrätin lächelt ironisch,
Und
dennoch seufzet sie: Ach!
Der
Domherr öffnet den Mund weit:
Die
Liebe sei nicht zu roh,
Sie
schadet sonst der Gesundheit.
Das
Fräulein lispelt: Wie so?
Die
Gräfin spricht wehmütig:
Die
Liebe ist eine Passion!
Und
präsentieret gütig
Die
Tasse dem Herrn Baron.
Am
Tische war noch ein Plätzchen;
Mein
Liebchen, da hast du gefehlt.
Du
hättest so hübsch, mein Schätzchen,
Von
deiner Liebe erzählt.
<Sentados
tomando el té hablaron mucho de amor /
Los
señores muy estéticos, las damas con suave rubor /
-Platónico
ha de ser siempre - declaró el flaco asesor /
Su
esposa con sonrisa irónica soltó un susurro: - ¡p-favor!! /
El
canónigo abre su boca: -El amor no debe ser crudo- /
-daña
la salud a menudo - Y la señorita suavemente:-¿lo dudo?/
La
baronesa resignada exclamó : -El amor es una pasión /
y
cariñosa pasó una taza de té a su señor, el barón /
Quedó
una plaza vacante para ti mi dulzor.
¡Qué
bello, cariño sería, hablar de tu amor!>
Heine
construye esta sátira con maestría:
Los
señores y damas, estéticos y con suaves sentimientos, se
carecterizan como personas respetables en actividad muy británica:
tomando el té.
Y
eso en la ciudad de Hamburgo, donde el joven poeta intenta en vano
seguir el camino del oficio de banquero que le recomendó su tío
Salomón ( rico banquero y futuro mecenas).
El
joven Harry - así se llamaba todavía antes de dejarse bautizar
cristanamente - para entrar por la puerta secreta a la antesala del
éxito social. Entonces se llamará Heinrich, cristianamente y alemán
como ha debido ser.
Sin
embargo, en esta escena - sentado tomando el té - Harry es el único
que está sin pareja; pero no está solo. Observa a quienes le
acompañan:
-Un
flaco asesor (Hofrat) con su sabia esposa.
-el
canónigo bocón y una tímida señorita,
-la
baronesa activa y apasionada y su barón calladito.
¿Quién
más falta? ¿Quién acompaña a Harry?
Pues
el amor ausente, pero muy presente, porque la única persona que
realmente puede opinar con experiencia y competencia es la que Heine
ama, y la cita como la voz de la verdad. Ella es quien se escapa de
la mirada irónica y crítica del poeta.
¿Por
qué?
Por
ser Afrodita quien irrumpe en este montaje de falsedad social. Acaba
de salir del mar y le sonrie al joven Harry y su respuesta está
clara:
-
¡Sigan tomando el té, yo Harry Heine, iré por otros caminos, donde
me acompañan personas de verdad y no caricaturas sociales!-
Y
así pasó que el frustrado banquero Harry se transformó en el poeta
frustrado Heinrich Heine, exilado, siempre enamorado porque Afrodita
o Venus le acompañó siempre, incorrupta, recien salida bañada en
las aguas puras del mar, puro amor.
Pero
también a Heine le quería una mujer sencilla, ninguna diosa
griega, humilde, poco ilustrada, la francesa Mathilde.
Le
ama durante sus largos años de enfermedad tirado como semicadáver
sobre el colchón de la muerte (Die Matratzengruft).
Y
el cheque del tío Salomón nunca le falta y esa voz que no para
reclamando:
<¡Si
hubieses aprendido un oficio de verdad, no tendrías que haber
escrito estos libros!>
Harry
o Heinrich --- ¡ qué romántico tan afortunado!
friedrichmanfredpeter
15 de marzo de 2015
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