Muth
Fliegt der Schnee mir ins Gesicht,
Schüttl' ich ihn herunter.
Wenn mein Herz im Busen spricht,
Sing' ich hell und munter.
Höre nicht, was es mir sagt,
Habe keine Ohren,
Fühle nicht, was es mir klagt,
Klagen ist für Thoren.
Lustig in die Welt hinein
Gegen Wind und Wetter!
Will kein Gott auf Erden sein,
Sind wir selber Götter!
¡Valor!
Nieve cae en mi cara -
me la sacudo /
Mi corazón habla en el pecho - canto alegremente/
No escucho lo que me
dice - no le oigo /
No lamento lo que me
cuenta - se lamentan los tontos /
¡Alegre frente al mundo! - ¡contra viento y marea! /
Si Dios en esta tierra no hay - ¡ Dioses seremos nosotros! /
Hay que leer este poema de Müller acompañado de la melodía de
Schubert, y hay que leerlo dos veces.
¿Es ese un texto romántico? Sí, lo es, y revela su mensaje
íntimo y poco conocido: la autonomía radical del individuo, su manifiesta
rebelión - lírica, cantada.
El caminante a través de la triste soledad del invierno cambia
ritmo y tono al hablar. Ahora predominan los verbos activos, el rechazo a la
melancolía:
Sacude la nieve de su cara, no escucha la voz del corazón,
decide no lamentarse, canta y no llora, porque lamentarse está reservado a los
tontos.
Algo forzada suena esta llamada a la alegría contra viento y
marea. No es la alegría que brota del corazón sino de la fuerza de la voluntad.
Y ahí está esa última sentencia, sorprendente, atrevida: se
levanta ese yo moderno, soberbio y engreído por encima de todo: “Si Dios no hay, seremos dioses”.
¿Auténticos - falsos? -- Respuesta no hay. El poeta no está
seguro al respecto porque le faltan argumentos y se siente solo.
Pero pongamos atención a eso a la verdadera novedad:
Una voz de romántico mucho
tiempo antes de que Nietzsche proclamara la "muerte" de Dios, ha
captado la esencia de la modernidad: Solos nos encontramos en este mundo
invernal, la salida que nos queda es la rebelión, la negación del destino y la
fe la fijamos en la voluntad. Esa voluntad soberbia será el nuevo orden del
día, será la nueva religión.
El ser romántico alemán es cosa seria, no se trata de amar la
naturaleza viva en reacción a la revolución ejecutada por las leyes de la
modernidad, aun cuando la crisis que este hecho diera en gran parte origen a la era romántica. Tampoco se trata del costumbrismo romántico difundido en las
culturas vecinas, las simpáticas campanadas del idilio de ayer.
Al faltarle esencia real, material, política y social, en Alemania
se ejecutó esa revolución en la literatura, la música, en la filosofía. "Die Romantik" invadió
todos los espacios de la vida, para bien y - ¡no olvidemos! - para mal también.
Para comprender a Alemania, hay que entender eso.
friedrichmanfredpeter
enero 2015
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