jueves, 22 de enero de 2015

Die Ödnis -- La Vacuidad Herta Müller

   “Me causaba HORROR  la monotonía del lenguaje del Partido Comunista oficial: elementos reciclados del lenguaje o prefabricados para tontos; la lengua literalmente había perdido la razón. Era posible, sufrir ataques de nausea durante largas horas de mitin y reuniones obligatorias. Sentí,  como el mal sabor de las palabras me llenó la boca,  por asco no podía tragármelas.(…)
Cultivaron  la fealdad; la jerga ideológica era aburrida, hóstil y enemiga. Los actos del régimen tuvieron una presentación oral, verborreica…  pero sus amenazas se transformaban en hechos reales. Hablar y torturar estuvieron relacionados entre si; por eso siempre puse atención a las palabras; conocí su importancia, porque siempr perseguí la belleza tras de todo lenguaje. Probé su estética y me medí con ella. Así calmé mis nervios y domestiqué mi miedo, gané libertad –(…)
Para no perderme como mujer necesito belleza; me es necesaria en el ambiente que me rodea, pero también hace falta en mi propia cara. Cuando me citaron a declarar, me arreglé muy cuidadosamente. Eso era importante, demostrarme yo a mi misma que no era negligente, y encarar a quien me interrogaba para que viera que no estaba dispuesta a rendirme: Me puse mi mejor vestido, siempre ante el temor que  aquel día no me dejarían regresar a mi casa.
Debajo de la oficina donde me interrogaban me  esperaba la cárcel.”


Son estas palabras de Herta Müller, premio Nobel de Literatura de 2009, pronunciadas en "Mein Vaterland war ein Apfelkern" - mi patria era un hueso de manzana- (München 2014).
Su idioma para escribir suliteratura siempre ha sido el alemán; nunca probó el rumano a pesar de hablarlo perfectamente. Logró publicar su obra en Alemania, lo cual despertó la sospecha de las autoridades rumanas y tales sospechas significaban media condena bajo la doctrina totalitaria.
Herta Müller, miembro de la minoría alemana residente en Rumanía desde hace muchos siglos, describe con precisión la experiencia vivida bajo el régimen estalinista de su tierra natal; analiza los encuentros con la "Securitate", el sistema represivo de Ceausescu, aquel método perverso de destruir a las personas disidentes. Ella era víctima sensible, escritora despreciada y perseguida porque no colaboraba elogiando la autocracia, la perversión sistemática de la vida pública en su país.
Ella, Herta Müller, no se consideró disidente, opositora activa a un sistema político odiado. Se oponía a un modo de ser y vivir carente de  mínimo grado de civilización y cultura humanas.
Le horrorizaba la  presencia generalizada de fealdad y la ausencia de buenas costumbres en la vida diaria; vio como la vida  fue reducida a un simple sobrevivir donde  falsedad y mentira cubrieron todo .
Tal involución  a La Barbarie  -en teoría desde hace siglos superada-, provocó en ella un espíritiu de rebelión que inició con sencillos actos de cuidados y de excelencia para guardar la dignidad de su persona en un  medio indigno para vivir.
La rebelión de la escritora Herta Müller en el fondo era estética y sólo en un segundo plano política.
El lenguaje en las pancartas, el discurso oficial,  se extendió como un manto de metiras sobre la sociedad rumana ahogando toda libre respiración, porque todo el mundo podía ver lo que el discurso oficial con desfachatez negaba.
Así, por ejemplo, Herta se paseaba por el campo invernal,  aun no estaba recogida la cosecha de maíz, se perdería putrefacta y la oferta de alimentos seguiría siendo miserable. Pero no faltaban los gestos triunfalistas de retórica pomposa: “Una vez más la clase obrera había marcado récord en la recogida de una magna cosecha”… el régimen elogiándose a si mismo.
Para transformarse en enemigo público a Herta le bastó no compartir la mentira dorada de que el socialismo rumano había vencido siglos de explotación e incultura. ¿Quién podía creer una mentira tan abismal?

Herta no tuvo más remedio que transformarse en persona non grata, en enemiga, y el régimen proyectó su destrucción como persona. Un aparato hábil y sofisticado se dedicaba a eso. Los interrogatorios se desarrollaron entre besamanos y bofetadas, entre ofertas de colaboración, promesas, insultos y amenazas. Nunca fue acusada por causa política, jamás escuchó un argumento, siempre fueron delitos comunes, vergonzosos, inventos, falsos testimonios.

Salir de la garras de la "Securitate" era casi imposible; se sentía perseguida hasta después de la emigración a Alemania, donde actualmente vive - en Berlín.
Y allí fue donde recibió la visita sorprendente de su mejor amiga, quien le trajo saludos y amenazas de la patria transilvana; se dio cuenta que Drácula todavía no estaba dormido.
Y cuando regresó de visita al país que le había desterrado, se encontró "casualmente" con antiguos torturadores, quienes amablemente la saludaron y le felicitaron por su éxito literario:
-Sin nuestra colaboración no serías ahora famosa , dijeron (¿esperarían  propinas?)- exhibiendo sonrientes  dientes de oro e incluso
la invitaron a quedarse:
-Aquí todo ha cambiado.-
Pero Herta prefirió regresar a Berlín.

friedrichmanfredpeter  enero 2015 

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