miércoles, 7 de agosto de 2002

Epílogo

De la tierra llena de vientos fríos,
Os vais cubiertos de heridas.
Casi todos habéis amado vuestras vidas,
Arrastrados como piedras en el lecho de los ríos.
( Variación de un poema de Bert Brecht )


El cronista que se atrevió a narrar la vida de su tío, en estos años había despertado a la vida activa.
Frecuentemente se encontró con quien cada vez más sufría las secuelas de la enfermedad, que había comenzado en Aue bajo el manto del Uranio.
Cuando trabajaba con los americanos, muchas veces visitó la familia de su hermano en Frankfurt.
Entonces dábamos largos paseos, interrumpidos por pausas para descansar. Recuerdo mi inquietud e impaciencia de joven, frente a la resignación y la tristeza del hombre que había vivido intensamente. Sus experiencias, así me parecía, podían haber llenado dos o más vidas.
Cuando el verano comenzó a madurar los trigales y las rosas silvestres explotaron en flor, era difícil hablar de los tiempos pasados de nuestra patria que seguía invadida por los fantasmas de ese pasado.
–Antes de excavar hay que estudiar bien el terreno– dijo –. ¿Quién cambiaría estos árboles en flor, esta pradera? ¿Qué puede surgir en su lugar y reemplazarlos, igualarlos? Igual es la vida de los hombres: No podemos prever el resultado final cuando comenzamos a excavar. Los de mi generación acabamos entre ruinas y miseria y todos hemos creido en palabras escritas, proclamadas y mil veces repetidas.
–¡Apártate de ellas! Podrás acabar siendo un idealista sin ideales.
–¿Entonces se necesitan nuevas palabras para crear nuevos hechos, mejores y duraderos?– le decía yo.
–Tendrán que ser palabras que lleven alas como los pájaros y sepan volar en libertad.
–¿Serán pensamientos con alas?–
–Pensamientos de libertad que no te impongan cadenas.
En este momento un pájaro amarillo y negro salía de un arbusto.
–Es un “Pirol“, es el pájaro más exótico que hay en esta región. Viene desde muy lejos y sólo nos hace una visita breve en el verano– decía yo (En aquella época me interesaba mucho la vida de los pájaros.)
–Tal vez, se ha perdido aquí y no sabe dónde ir– contestó Fritz.

–Entonces llamémosle Fritz, Fritz Pirol.
–Me parece muy acertado– contestó.
Y nos reíamos.
Friedrich Peter murió en verano del año 1962.
¿Quién pudiera
Alzar el mundo
Para que lo atraviese
El viento? (Hilde Domin)

Finis
friedrichmanfredpeter
agosto de 2002

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