De la tierra llena de
vientos fríos,
Os vais cubiertos de
heridas.
Casi todos habéis
amado vuestras vidas,
Arrastrados como
piedras en el lecho de los ríos.
( Variación de un poema
de Bert Brecht )
El cronista que se atrevió
a narrar la vida de su tío, en estos años había despertado a la
vida activa.
Frecuentemente se encontró
con quien cada vez más sufría las secuelas de la enfermedad, que
había comenzado en Aue bajo el manto del Uranio.
Cuando trabajaba con los
americanos, muchas veces visitó la familia de su hermano en
Frankfurt.
Entonces dábamos largos
paseos, interrumpidos por pausas para descansar. Recuerdo mi
inquietud e impaciencia de joven, frente a la resignación y la
tristeza del hombre que había vivido intensamente. Sus experiencias,
así me parecía, podían haber llenado dos o más vidas.
Cuando el verano comenzó
a madurar los trigales y las rosas silvestres explotaron en flor, era
difícil hablar de los tiempos pasados de nuestra patria que seguía
invadida por los fantasmas de ese pasado.
–Antes de excavar hay
que estudiar bien el terreno– dijo –. ¿Quién cambiaría estos
árboles en flor, esta pradera? ¿Qué puede surgir en su lugar y
reemplazarlos, igualarlos? Igual es la vida de los hombres: No
podemos prever el resultado final cuando comenzamos a excavar. Los de
mi generación acabamos entre ruinas y miseria y todos hemos creido
en palabras escritas, proclamadas y mil veces repetidas.
–¡Apártate de ellas!
Podrás acabar siendo un idealista sin ideales.
–¿Entonces se necesitan
nuevas palabras para crear nuevos hechos, mejores y duraderos?– le
decía yo.
–Tendrán que ser
palabras que lleven alas como los pájaros y sepan volar en libertad.
–¿Serán pensamientos
con alas?–
–Pensamientos de
libertad que no te impongan cadenas.
En este momento un pájaro
amarillo y negro salía de un arbusto.
–Es un “Pirol“, es
el pájaro más exótico que hay en esta región. Viene desde muy
lejos y sólo nos hace una visita breve en el verano– decía yo (En
aquella época me interesaba mucho la vida de los pájaros.)
–Tal vez, se ha perdido
aquí y no sabe dónde ir– contestó Fritz.
–Entonces llamémosle
Fritz, Fritz Pirol.
–Me parece muy acertado–
contestó.
Y nos reíamos.
Friedrich Peter murió en
verano del año 1962.
¿Quién pudiera
Alzar el mundo
Para que lo
atraviese
El viento?
(Hilde Domin)
Finis
friedrichmanfredpeter
agosto de 2002
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