–¿Cómo ha cruzado ud
la frontera?– le tradujo el intérprete.
Fritz se había presentado
en el centro de refugiados en Berlín occidental. Desde allí lo
habían llevado donde los Americanos. Esto era el camino normal en
los casos como el de Fritz. Los fugitivos que huían de la
persecución política, buscando la libertad antes que el bienestar
occidental, llamaron la atención y también despertaron la
desconfianza de los poderes occidentales. Eran los tiempos de los
Servicios Secretos y de sus agentes y espías. El oficial americano
que le interrogó, era con seguridad un miembro de la CIA.
Fritz no podía contar
mucho más de lo que los Americanos sabían ya. Estaban informados
sobre todo lo que pasaba en Aue. Los informes de Fritz indicaron que
se estaba intensificando la producción de uranio. De eso se podía
sacar la conclusión de que la industria atómica soviética se
encontraba en expansión. También era conocida la opinión general
de la población alemana en la RDA. La oleada de fugitivos no paraba.
Por el momento, las autoridades soviéticas y alemanas no tomaban
medidas enérgicas para impedirlo. La construcción del muro de
Berlín1
tardó todavía.
El temor ante una
repetición de los sucesos de Junio de 1953 estaba vigente: en aquel
momento, el régimen habría dejado de existir, si no hubiese
intervenido el ejército soviético. Con los fugitivos se iban
también muchos enemigos o renegados como Fritz.
Sin embargo, el caso de
Fritz había despertado el interés de los americanos, tal vez
también su desconfianza. Fritz no podía inventar nada. Ellos
seguramente poseían documentos de la Gestapo y de la Wehrmacht, del
ejército alemán.
Fritz explicó que muy
sencillamente había venido en S - Bahn ( tren urbano) desde el
Sector Soviético al Sector Americano. Una de las rarezas del estado
jurídico de la capital era, que el sistema de trenes interurbano se
encontraba bajo control soviético, aunque pasaran los trenes por
Berlín Occidental. No interesaba cambiar esto, porque significó una
puerta abierta para obtener divisas e introducir agentes secretos al
lado occidental.Tal vez, los americanos harían lo mismo en el lado
contrario.
–¿But there has not
been any control?– le preguntó el oficial. Durante el viaje a
Berlín había temido que le controlaran. Pero había tenido suerte.
Después, para subir al S
- Bahn en Berlín, había observado un grupo de personas que le
parecieron ser vigilantes. Fritz conoció ya las caras de la
autoridad socialista.
Decidió acercarse a
ellos, detrás de ellos, cuando pidieron la documentación a los
pasajeros, a todos --- menos a él. A Fritz no se la pidieron---
¡naturalmente! Fritz había aprendido bien la lección al conocer a
fondo “el Socialismo Realmente Existente“ así solían llamarlo
los defensores del régimen. Sabía que a todos los controladores se
les controlaba. Así hacíendo el papel de un controlador no sería
controlado, ¡naturalmente! En la última estación del Sector del
Este se habían bajado y se habían despedido amablemente de Fritz.
–Wonderfull,
marvellous!– exclamaba el americano– that´s a nice story! It
could be invented by ourselves!
Fritz parecía haberse
ganado la confianza de los americanos. En un avión militar americano
lo sacaban de Berlín. Lo trasladaban a un lugar en Alemania
Occidental llamado Baumholder.
Allí, al Oeste del río
Rhein, estaban construyendo la base aérea principal de las Fuerzas
Aéreas Americanas en Alemania. Para Fritz había mucho trabajo. Era
un trabajo de confianza.
¿Podría realmente
comenzar de nuevo? Fuera de la ropa que llevaba puesta, vieja y
desgastada, no poseía nada. Poseer cosas nunca le había interesado.
Pero ahora se acercaba a los sesenta años. Le habían considerado
refugiado político. Por esto podía disponer de ciertos privilegios,
para obtener una vivienda de protección social o para el pago de una
cuota reducida de los impuestos.
Pero,¿quién le pagaría
la pensión en caso de invalidez?
¿Qué pasó con Kaethe?
Fue más fácil de lo que
había temido. Ella comprendió la insinuación de la carta. Sabía
que tenía que actuar enseguida, antes de que las autoridades
supieran que Fritz había desaparecido.
Vestida de verano y con
una bolsita de compras en la mano, había cruzado la frontera hacia
el Sector Americano de Berlín. No la habían controlado. La
población de Berlín todavía podía moverse libremente por la
ciudad. Desde que Fritz había sido encárcelado, Kaethe había
perdido el excesivo miedo, propio de su carácter.
Para poder comenzar de
nuevo su vida familiar, Fritz dejó el trabajo con los Americanos.
Vivir en una Base Aérea sólo era posible para los que allí
trabajaron. Entonces se fueron a vivir a una de las ciudades del
Ruhr. Fritz encontraba trabajo en todos lugares.
Intentaron recuperar la
casa en los Alpes. El proceso judicial duró años. Les costó dinero
y energía. El resultado no valió la pena. Pues cuando finalmente
ganaron el proceso, ambos estaban enfermos e incapaces de usar la
casa.
Sólo una vez Fritz visitó
la casa. Fue un encuentro nostálgico con los momentos vividos antes
de la guerra. Ahora, apenas era reconocible, una ruina completa.
1
El muro de Berlín se construyó a partir de 13. de ag. de 1961.
Hasta esta fecha los habitantes de Berlín tuvieron
libre
acceso a todos los sectores de la capital. No asi los habitantes de
la zona soviética que ahora se llamaba RDA.
Sin
embargo una frontera controlada y supervigilada dividía la ciudad.
Los transeuntes tenían que presentar su documentación. También
fueron registrados por si llevaban mercancías prohibidas de
exportación o importación.
En
la misma ciudad existían dos diferentes sistemas economicos y
monetarios. No había libre cambio de la moneda.
Se
supone que todo eso produjo un inmenso aparato burocrático para
mantener el control y la autoridad sobre una población que en su
gran mayoría rechazaba el sistema comunista impuesto por los
soviéticos. Sin embargo por
el
“agujero abierto“ de Berlín se desangraba la RDA: se le iba la
gente que tenía multiples causas para irse. No
siempre
eran perseguidos políticos. La sociedad occidental con su oferta de
libertad de viajar y consumir atraía más
que
las promesas de un futuro paraíso socialista. En agosto de 1961
este último “agujero“ fue tapado.
La
huida a través de la frontera fortificada que separaba las dos
Alemanias era casi imposible.
Es
por eso falso hablar de “la Caída del Muro“ para referirse a
la desaparición de la frontera entre las Alemanias.
Un
muro sólo existía en la ciudad de Berlín para separar dentro de
la ciudad una calle de la otra, etc.
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