“En Europa hay un pueblo ‘escita’ que vive alrededor del mar ‘Majotis’ (el Mar Negro) y se distingue de los otros pueblos. Se llaman los ‘Sauromates’. La mujeres de este pueblo montan a caballos, tiran con arco y flechas y botan las lanzas cabalgando; guerrean contra los enemigos mientras todavía son vírgenes. Solamente se casan después de haber matado al menos a tres enemigos y de ofrecerlos en ceremonias como ofrendas a los dioses. Es una costumbre de ellas. Entonces, la mujer tras haber sometido al hombre, deja de montar a caballo cuando no es llamada por una guerra general. Ninguna mujer tiene seno derecho, siendo aún niñas le habían aplicado la extirpación con un hierro candente. Así ha pasado toda la fuerza y el poder al hombro y al brazo derecho.”
(Hipócrates, Escritos – traducción en alemán – Rowohlt TB – 1962, p. 120)
En esa reproducción de un vaso griego arcaico se ve el combate entre Aquiles (héroe de la guerra de Troya) y Pentesilea, reina de las Amazonas. Numerosos autores de artes pictóricas, dramáticas y musicales se han ocupado de esta lucha mitológica que entiendo como el asunto en Romeo y Julieta –pero al revés– El amor vence a la muerte, dice S. – El odio vence al amor, responde K.
En su dramaPenthesilea,Heinrich von Kleist tematiza el amor que conduce a la catástrofe: Los amantes, para amarse, no encuentran más solución que enfrentarse y matarse. Los continuadores de la Ilíada clásicos optaron por la muerte de Pentesilea; Kleist decidió que Aquiles muriese y Pentesilea enloqueciese.