“Las guerras del pueblo crean libertad y la libertad hace vanas las guerras, pero los ídolos estatales viven sólo de guerras y tienen necesidad de los pueblos para llevarlas a cabo. Así se explica la necesidad de la organización militar del Estado Moderno. (…)
La guerra es un rito y como tal no tiene necesidad de justificaciones, Por el contrario, cuanto más absurda sea, cuánto más incomprensible para la razón, tanto más eficaz será y a la vez, más posibilitadora de naturaleza divina. (…) Son las guerras injustas las que dan vida y potencia a los ídolos del Estado. (…) La única razón de la guerra es la de carecer de razón (donde hay razón, no hay guerra). Sólo son verdaderas guerras las guerras injustas, y las víctimas inocentes son las más útiles, de aroma suave para el alimento de los dioses.”
Carlo Levi, Miedo A La LIBERTAD, Valencia 1996, p. 90.[i]
Me impresionan estas observaciones que hizo el famoso autor italiano durante su exilio en Francia. Ellas quedarían casi eclipsadas de su bibliografía debido al éxito de su texto anterior sobre su confinamiento al lejano Sur de Italia: ‘Cristo sólo llegó hasta Éboli’.
En el año 1939 Levi vio llegar las tropas inglesas que apoyarían a las francesas las cuales se hallaban en franca retirada ante la invasión de la Wehrmacht alemana bajo mando de Hitler. “Vamos a darles una nueva lección” cantaron los ingleses expresando su tradicional menosprecio del ‘aliado’ francés.
No se trataba de hinchas de futbol sino de soldados armados y dispuestos a morir en campos de batalla y a matar a los odiados ‘krauts’ alemanes. Un tono arcaico, irracional, casi festivo y cargado de alusión idólatra.
¿Se enfrentaban ahí ídolos contra ídolos?
¿Serían así las reminiscencias históricas de la memoria colectiva?
La historia relata que lo que comenzó con euforia acabó en un desastre. La tropa inglesa a duras penas logró escaparse para defender su isla contra los temidos invasores ‘krauts’. Años después y tras inmensas pérdidas humanas y materiales se detuvo la invasión germana y se estableció un nuevo orden en Europa continental.
¿Había ganado la ‘paz’? Comúnmente, así se suele decir. Pero… ¿acaso les interesó la ’paz’ a los dioses del estado? – usando la metáfora de Levi—
¡Nooo!
A Levi hay que agradecer el abrirnos un nuevo horizonte de reflexión sobre los eventos históricos y actuales. Estamos acostumbrados a movernos entre fragmentos de teorías ideológicas (fascismo) y datos sobre intereses materiales(marxismo); hacemos balances entre ganancias y pérdidas (liberalismo) o nos lamentamos de tanta muerte, dolor y destrucción. (¡Que Dios nos ayude!)
No hay ningún conflicto que no puede encontrar solución por medio del razonamiento y de algún sensato equilibrio de intereses.
Sin embargo, existe esa visión arcaica y no por ello menos duradera que alimenta la vida durante milenios; ella consiste en la idolatría nutrida por el PODER y el ESTADO y simbolizada en lo que Levi llama ´dioses’. (¿O son demonios?). Así la exaltación extrema lo justifica todo.
Desde Homero a Virgilio y a La Canción de los Nibelungos en el fondo nada ha cambiado. Levi lo sintetiza en su reflexión pesimista y deprimente.
¡Actualicemos!
En las batallas de WW I y II y en las de Vietnam y del Oriente Medio, nada cambió; más espectaculares se hacen las ceremonias para despedir a los muertos y consolar a sobrevivientes. El trapito de color ceremoniosamente entregado a la viuda o a los padres, es lo que queda. Así sucede universalmente: Los himnos, las plegarias, ¡Amen!
Razón, en ti siempre confiaba…¿ dónde estás?
friedrichmanfred y anavictoria diciembre 2019
[i]En la Biblioteca Debats no 15 se encuentra este texto, escrito por Carlo Levi en el año 1939 y traducido al español por Antonio Gimeno en el año 1996.
No hay comentarios:
Publicar un comentario