viernes, 13 de diciembre de 2019

Berlín y ¿qué más?



“Desde marzo de 1985 hasta octubre de 1987 estudié en Berlín. Ese lugar hoy ya no existe. La ciudad era una isla en el Este comunista de Alemania rodeada de un muro de placas de cemento; una ‘cárcel’ como dijo un periodista italiano, una cárcel en la que uno se sentía ‘libre’. Quien haya vivido allá en aquel tiempo nunca olvidará el ambiente extraño de esa ‘fortaleza’ de Occidente allí perdida.—
Un enclave palpitante, multiétnico, refugio de jóvenes hombres de la República Federal Alemana que querían escapar del servicio militar obligatorio allá reinante, un símbolo más de la ‘Guerra Fría’ existente; una ciudad bajo la exclusiva soberanía de los aliados. En Berlín occidental ya casi nada recordaba el pasado prusiano. Prusia parecía un lejano estado gris de la prehistoria.
Solamente si cruzabas la frontera junto a ‘Bahnhof  Friedrichstraße’ pasando por un túnel de placas metálicas ante las caras petrificadas de guardias vigilantes, pasando por numerosos torniquetes llegabas por fin  al corazón del antiguo Berlín prusiano:
la larga hilera de elegantes edificios ‘Bajo los Tilos’. Sólo cruzando la frontera se pisaba la historia parcialmente cubierta por las destrucciones masivas de la guerra  y los años de negligencia oficial. La belleza del Forum Fridericianum quitaba el aliento.
Pero entre la ruina de la Catedral Francesa había crecido un árbol cuyos raíces habían perforado las fundamentos. Y la catedral de Berlín aún era una semiruina exhibiendo los impactos de artillería y de fusilería, una ruina negra. Todo eso para un habitante de la soleada ciudad australiana de Sydney exhibía una fascinación indescriptible.”

Encontré este pasaje, que procedí a traducir inmediatamente en el libro del historiador australiano Christopher Clark, PREUßEN, Aufstieg und Niedergang 1600 – 1947, Bonn 2007, p.781.


¿Porqué es notable, recordar un escenario que ya está casi totalmente en el olvido?
Yo he visitado la ciudad varias veces. Una de ellas, inmediatamente después de la construcción del ‘Muro’ y en  otra ocasión poco después de su desaparición. Varias veces más en la era moderna ‘Post – Muro’, acompañando las visitas de mis estudiantes.
¿Por qué me atrae tanto esa ciudad? ¿Será su carácter modélico, polifacético, paradigma de la historia de mi país, Alemania?
En ningún lugar encuentro juntos, tantos elementos admirables para mí...y en ninguna otra parte existen huellas de todo cuanto  más detesto.
Tan contradictoria era la Prusia reinante que dos generaciones después de su desaparición aún exhala vapores de supervivencia activa. Claro, hay que saber algo de los hechos allí sucedidos para “ver”, en el sentido más completo. Un visitante no enterado se quedaría sin ese corte de respiración que me invade a mí. Sin aliento me deja la Isla de los Museos, sin aliento el Forum Fridericianum y el paseo Bajo los Tilos. Por aquí han paseado también las ideas de la Ilustración y de la modernidad tolerante, pero aquí también han ardido los libros bajo dirección de la ideología Nazi. Por aquí han pasado los últimos días del Tercer Reich en una orgía de muerte, violaciones y banderas flotantes. Aquí pareció que  el mundo se hundía para luego resucitar. 
Yo era pequeño entonces, pero un muy vivo observante.
Yo vi la muerte en persona y no necesité que me la explicaran. En Berlín ella siguió en acecho durante muchísimos años más: el muro era un arma mortal. No se trataba de ninguna frontera; la construyeron para separar; para aislarse, no para triunfar. Un socialismo resignado  que ha perdido toda credibilidad, -excepto en Latinoamérica.
Entre las pesadillas quedan tantos desfiles exhibiendo aguiluchos prusianos, hoces y martillo y otras parafernalias imperiales. Todos con los cascos bien puestos y con las botas bien altas. 
Mi Berlín, el más íntimo y personal, lo preside Manuel Kant, vino de Koenigsberg (hoy es Rusia) para repetir lo que todos deberíamos saber ya desde siglos pasados:
“Conozco a un solo Señor quien dice, piensen libremente y crean en lo que quieren.”
Ahí está.


Friedrich II König von Preußen (1740 – 1786)

friedrichmanfred  diciembre 2019
     edición anavictoria

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