“Existen dos mundos: uno el de la moral individual, y el otro él de la pública, son dos sistemas de valores éticos. Ambos representan un fin máximo, sin embargo, en el fondo mutuamente se excluyen. Cuando un hombre opta por la vía primera – el camino ‘bueno’ –deberá abandonar la esperanza de una sociedad donde los hombres tengan éxito, sean fuertes, sabios y creativos; deberá inclusive abandonar la esperanza de una vida feliz en esta tierra porque los hombres no pueden vivir alejados de la sociedad. No sobrevivirán como ‘colectivo’ cuando son conducidos por hombres motivados por la moral ‘privada’ y acabarán siendo reducidos no solamente en el sentido político, sino que serán disminuidos también humanamente. (… )
Pero, si un hombre como Maquiavelo opta por el segundo camino, deberá reducir los escrúpulos – si los tuviere – porque con seguridad fracasaría en sus proyectos políticos por ser demasiado quisquilloso. Si quiere tener éxito no deberá ahorrar en costos.”
Isaiah Berlin en ‘La originalidad de Maquiavelo’[i]
¿Está vigente ese concepto maquiavélico de la vida pública de los hombres, aparentemente tan claro en la cita resumida de Isaiah Berlin?
En la actualidad estamos presenciando una fuerte invasión de ‘anti-maquiavelismo’ idealizado en los escenarios públicos. Según esa tendencia, los políticos habrían de ser ‘buenos’, sus actos controlados por esencias de lo moral. La Honestidad es el criterio óptimo en valores en la voz de los medios que investigan de forma inquisitorial si los políticos y gobernantes se comportan como debería hacer el buen hombre, el buen cristiano, el defensor de la moral. Esa moral que como esencia de vino espumoso, llena los noticieros cada día y motiva a la gente invadir las calles con protestas y gritando eslóganes muy bonitos.
Sin embargo, la imagen que presenta la vida social en todos sus ambientes, es totalmente contraria. Los hechos que cuentan son inspirados en opciones ‘maquiavélicas’. Los resultados son los que cuentan, los privilegios son los que pesan y los egoísmos de grupos y colectivos son el fin real y óptimo con una cobertura azucarada de moral privada.
Conclusión: Si quieres ser alguien importante en la sociedad no olvides exhibir principios que seguramente después no cumplirás… “¡porque no eres tonto!” (te dice en voz baja el acervo popular). Además, no tendrás más remedio que hacerlo así; la ley ‘no escrita’, las costumbres “intimas no oficiales” del manejo del poder te obligarán a ello.
Gracias a Maquiavelo hoy podemos saber cómo funciona. También llegamos a entender que ese saber sólo sirve para cerrar la ventana, apagar el televisor y quedarse escuchando una bella canción o leyendo un poema precioso.
He dicho.
friedrichmanfred y anavictoria diciembre 2019
[i]Traducido: Isaiah Berlin, Wider das Geläufige, Aufsätze zur Ideengeschichte, Darmstadt WBG 1994, p. 132.
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