(El mejor hecho es no haber nacido
Sófocles)
Leo el siguiente diálogo y no puedo dejar de traducirlo:
“¿Por qué los alemanes están persiguiendo con tanta furia a los judíos?
--Nada de furia, los judíos no son más que una categoría de enemigos. Destruimos a todos nuestros enemigos, se encuentren donde sea.
¿Y no hay ahí una obsesión particular?
--El Führer tal vez tenga razón particular para odiar a los judíos. Nosotros no odiamos a nadie, nosotros perseguimos a los que son enemigos nuestros. La selección que hacemos es racional.
¿Qué racionalidad hay en esto de eliminar enfermos mentales en los hospitales y otros discapacitados afuera? ¿Qué peligro representan ellos?
Son bocas inútiles. Imagínese cuanto dinero hemos ahorrado al quitárnoslos encima; para no hablar de las camas disponibles en los hospitales para los heridos de la guerra.
¿Y para qué matar a los judíos?
Cuando matábamos a los judíos, en el fondo queríamos matarnos a nosotros mismos, matamos al judío que llevamos dentro; matar al que se nos parece y la idea que nos hacemos del judío. Matar en nosotros a ese pequeño burgués panzudo, que cuenta sus moneditas, y corre tras la necesidad de parecer honrado y sueña con el poder. Mataríamos a la burguesía, a su economía, mataríamos a la obediencia, mataríamos todas estas bonitas virtudes tan alemanas. Hemos atribuido a los judíos todas esas formas despreciables: la envidia, la avaricia, las ganas de dominar… en el fondo son calidades alemanas. Los judíos son demasiado alemanes y quieren parecerse a nosotros. Mientras nosotros por nuestra parte tenemos un sueño, nuestro sueño alemán es ser judíos, ser como ellos: fieles a una convicción, a una sola Ley y a normas duraderas, diferentes de toda la demás gente en el mundo. Los envidiamos. Ellos son los otros alemanes.
Y lo peor, si Alemania oscurece, desaparece y ellos sobreviven, entonces ellos serán los futuros alemanes.
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friedrichmanfred diciembre 2019
edición anavictoria
[i]Jonathan Littell, Les Bienveillantes, Prix Goncourt 2006, ed. Gallimard 2006, p. 1247. La novela de Littell retrata la vida de un miembro francés de las SS alemanas; más de cien mil franceses militaron en este cuerpo ‘elite’ del nazismo alemán participando en todas aquellas actividades militares, asesinatos y actos criminales.
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