domingo, 28 de enero de 2018

La Revolución Bolivariana y el caso Chomsky

El Caso Chomsky
Y la Revolución Bolivariana

Comparto nuevamente este artículo que escribí en el año 2009. En aquel tiempo la admiración atribuida a los logros de la “Revolución Bolivariana” en Venezuela -obra del comandante Hugo Chavez- era general en el mundo entero, especialmente en la izquierda latinoaméricana.
 Venezuela, su revolución y su misionero político Hugo Chavez, cobraban elogios por todas partes. El científico Chomsky fue para entonces uno de los más fervientes defensores de la “Revolución Bolivariana”.
Poca valía hace casi 10 años lo que yo pudiera atribuir a la situación venezolana si no se trataba de admiración. Actualmente cuando el fracaso de la operación falsamente denominada ‘Bolivariana’ es obvia, me permito entregar el texto a los lectores en ambos continentes. Me da tristeza tener que admitir que no fue Chomsky sino yo, un profe menor, quien tenía en aquel momento la razón.

El destacado intelectual y lingüista norteamericano N. Chomsky ha visitado Venezuela y a su presidente Hugo Chavez mostrando su admiración por la lucha antiimperialista del líder bolivariano.




Chomsky es representativo de un numeroso grupo de intelectuales americanos y europeos que han hecho carrera destacándose en sus respectivas especializaciones - en este caso la lingüística.
Se ha creado una aureola alrededor de su nombre y su crecida autoestima debe ser consecuencia de ello. ¿Lo hace esto –su disciplina académica y su buen nombre-,  competente para juzgar procesos socio-económicos en regiones del mundo donde nunca ha vivido? Siempre es aplaudida la actitud del rico arrepentido ante la miseria del pobre. Pero, ¿explica eso las causas de la división entre unas regiones ricas y otras pobres en el mundo?
La Revolución Bolivariana que el presidente de Venezuela pretende introducir en toda América Latina, con gesto de profeta redentor, se funda sobre el concepto teórico del imperialismo, término neomarxista creado por Lenin en su tiempo. Desde hace decenios se encuentra el término de marras en manuales de economía política de países latinos y en publicaciones de folletos populares de bajo costo y mediocre nivel intelectual difundidos entre lectores adictos y adoctrinados.
El soldado Chávez ha sido asiduo consumidor de tales manuales. Lo admite él orgullosamente siendo Galeano e Illich sus preferidos. ¿Qué pensar de esto?

La teoría marxista sigue siendo una valiosa ayuda para comprender procesos socioeconómicos. Pero hay que conocerla a fondo y saberla utilizar como instrumento, tal como había sido concebida por Marx, y no reducida a salmo responsorial de manuales de acción política. La realidad compleja de nuestro mundo no se puede reducir a clichés de pobres explotados y ricos explotadores.
¿O acaso no es el dominio de un jefe, el poder autócrata del que dispone Hugo Chávez una forma de explotación? ¿No reduce a  quienes no están de acuerdo con él un papel de enemigos públicos?
¿Cómo crear una economía capaz de producir la felicidad de todos, sin hacer uso del instrumental adecuado y probado durante siglos? ¿Cómo crecer sin acumulación? ¿Cómo producir riqueza sin plusvalías retenidas y reinvertidas? ¿Se pueden repartir bienes antes de crear riqueza y acumulación? Socializar la riqueza es posible, pero… ¿cómo socializar la pobreza?

Dicen los “sabios” planificadores del proyecto bolivariano que habrá crecimiento económico sin métodos capitalistas y reemplazan al empresario por el burócrata para combatir el egoísmo privado. Alaban a su hombre nuevo capaz de imponer el ideal a la nueva realidad.
Cuba es el triste ejemplo de este fracaso de buenas intenciones con malos resultados. El 60% de las tierras cultivables actualmente se encuentran en abandono y la isla importa casi el 80% de alimentos a cambio de materia prima exportada. Un tercermundismo patente, buscado por ellos mismos, aquellos quienes pretendieron eliminar el lastre durante medio siglo. ¿Toda la culpa la tienen los gringos y los huracanes?
Creo que el caso Chomsky demuestra muy bien la seducción emocional que ejerce la presencia de la pobreza sobre nuestras conciencias humanas. Queremos ser buenos y esto nos obliga a acudir a recetas aparentemente fáciles de aplicar. Nos rendimos antes de admitir que los caminos son largos y tortuosos. No es fácil cambiar una mentalidad invadida por el deseo de reparto y no de producción. Es mucho más fácil repartir que producir y en Venezuela tradicionalmente todo estaba subvencionado, hasta el Whisky… más consumido allí que en Escocia.
 Pero hay otro elemento de seducción que el americano Chomsky no ha conocido en la práctica: el tremendo ejercicio del poder del populismo sobre la mentalidad del colectivo. El totalitarismo no es la sencilla dictatura de los intereses económicos sobre una sociedad pobre e indefensa. Observemos cómo en Europa las masas se han solidarizado durante el pasado siglo con fascismo, nazismo y comunismo entregándose con gusto a líderes populistas y carismáticos. La masa, el pueblo, es capaz de negar su propia libertad para ganar la ilusión de compartir el poder, de formar parte de un proyecto utópico secular. Esa mezcla de voluntades entre un dictador y una población ciega ha sido responsable de los catástrofes del siglo 20. Y - no lo olvidemos – todo eso ha sido acompañado por aplausos de observadores intelectuales y destacados filósofos.
Existe una fascinación que cautiva las mentes y que parte de las banderas para acabar en alguna guillotina, Kz nazi o Gulag soviético. Y siempre es un peligro para vecinos sensatos y prudentes.

Manfred Peter, agosto 2009
friedrichmanfredpeter enero 2018
  edición anavictoria


No hay comentarios:

Publicar un comentario