Heinrich Heine
visita MARENGO
Heida! am Polterabend,
Zerschlug man statt der Töpfe Aristokratenköpfe. |
( Heinrich Heine 1828)
“A mi me atraen los campos de batalla. La guerra
es un monstruo terrible; sin embargo también da testimonio de lo que el hombre
es capaz de hacer, revela su grandeza espiritual, porque es capaz de
enfrentarse al enemigo más duro y poderoso que es la Muerte. Y más aún, cuando
se trata de este campo de batalla de Marengo donde la libertad bailaba sobre un
lecho de rosas rojas, un baile que fue de matrimonio y Francia era el novio que
invitaba al mundo entero a asistir a la boda. Porque se cantaba:
´¡Heida! Es ‘Polterabend’.
´¡Heida! Es ‘Polterabend’.
Aquí se rompieron nobles cabezas
En el lugar de viejos tiestos.
Pero ¡Hélas! Cada paso que avanza la
humanidad cuesta ríos de sangre; ¿no es
eso demasiado caro? No vale la vida del individuo tanto o más que la existencia
de todo el género? Cada persona, cada vida humana ya es un mundo que nació con
él y con él morirá; debajo de cada lápida que cubre una tumba reposa una
historia universal. ‘No hablen de eso´ dirán los que aquí murieron, ya que
nosotros aún vivimos para continuar esa lucha sagrada que trata acerca de la
libertad de todos los hombres.”(Relato de Heinrich Heine después de visitar el
campo de batalla de Marengo en el año 1828)
Comentario
El viaje al Sur, la conquista
personal del ambiente mediterráneo se abrió caminos para cruzar los Alpes desde
Alemania, pero también desde Francia e Inglaterra. Con la llegada del “nuevo
siglo”, el siglo 19, se puso de moda descubrir lo que había detrás de los
montes. Y cada viajero buscaba algo suyo, propio. No es de extrañar que el
viajero Heine, contrario a su venerado poeta mayor Goethe, buscara escenarios distintos.
Él dejó de lado monumentos y recuerdos imperiales romanos, el olor del azahar y
el color de limones y naranjas le fue indiferente.
Heine viajó tras las huellas dejadas
por la Revolución Francesa. Francia, su segunda patria estuvo presente aquí en
el norte de Italia y en el valle del Po… junto al poblado de Marengo miles de
entusiastas franceses y tantos más de enemigos, mercenarios en uniformes de la
potencia dominante, Austria imperial, perdieron las vidas aquí.
Heine se siente profundamente
emocionado y se encuentra solo porque los que se parecen a él están enterrados evueltos en fosas comunes, vencedores
y vencidos por igual. Aquí, en esta planicie ha bailado la Muerte al compás de
tambores moviendo la bandera tricolor y ella, la Parca fue quien realmente ganó.
Se “rompieron” cabezas de
aristócratas, dice Heine y hace un juego de palabras citando una antigua costumbre
alemana: en las bodas, la noche anterior a la celebración matrimonial oficial los pueblos alemanes practicaban (y aun lo
hace algunos) el “Polterabend”, la noche de los tiestos y de platos rotos.
Delante de la vivienda de la novia se forma una gran “trifulca”, platos lo que dejó la fiesta
nocturna, vasos, cristales, tiestos rompiéndose al gusto y a la melodía de
cante y baile. Los restos se le dejan al
novio quien tendrá que limpiar, antes de casarse, la calle donde se realizó el
festín. Aquí 28 años antes de la visita de Heine, el día 14 de julio de 1800,
el día aniversario de la “Toma de la Bastilla” en Paris, sucedió un
“Polterabend” sangriento.
Heine está triste, le parece escuchar el toque de tambores y oler la pólvora; y naturalmente … ver
empapada la tierra de la sangre vertida, sangre por todas partes. Aquí se mataron
quienes no se conocían ni se odiaban. Poderes, ideas enfrentadas. ¿Quién o
quiénes mandan, quién o quienes deben ceder? Pero …¡silencio!... la causa era
justa, la humanidad avanzó un poquitín más, un pasito hacia la Libertad, a la
República de las ideas. ¿Cuánto camino falta aún para liberar a todos los
hombres? Heine sabe que todo eso es una ilusión. Sobre el campo de batalla de
Marengo ha visto ondear la tricolor que hizo caer la de aguilucho imperial.
¿Valía la pena que tantos murieran?
“En
cada tumba reposa una historia
universal”. Esa sentencia de Heine por la cual valió la pena haber leído el
texto y si para escribirla viajó a Italia, el viaje fue un mérito grande. Aún
vivimos, dice al final para continuar la lucha; una hermosa frase, consuelo
para los que quedaron debajo de esta tierra empapada de sangre y que nunca
volverían más a Francia los unos ni a Austria los otros.
¿Cuál sería la lucha indicada? Heine
no responde, en Marengo bendice la retórica de la Revolución. Amen.
fmpeter enero
2018
edición anavictoria
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