martes, 2 de enero de 2018

Thomas Mann 'hipnotizado' en Italia

Thomas Mann, ‘hipnotizado’ en Italia
El encuentro con Mario y el Hipnotizador

Un “evento trágico” de viaje, califica Thomas Mann a lo que le sucedió a una familia alemana con dos hijos en la ciudad italiana de Torre di Venere. Habían llegado muy temprano a este sitio porque todavía era alta temporada e italianos eran en su mayoría quienes pasaban sus vacaciones junto al mar. Además, era Italia en la era fascista. La narración (Novelle) se publicó en 1930.
El narrador empieza su relato así:
“Recuerdo haber vivido un ambiente muy desagradable en Torre di Venere. Desde el comienzo fuimos rodeados por un ambiente de irritación y de extrema excitación y el cierre de toda esa experiencia negativa fue lo que nos pasó con ese tremendo Cipolla. En el nombre de este personaje parece que se concentraba todo lo que había en este lugar de malicie y amenaza,  muy impresionante humanamente. Debido a un mal entendido los niños tuvieron que presenciar el terror final, provocado por el falso discurso de este hombre extraño. A  Dios gracias, no habían entendido lo que pasaba cuando el espectáculo se volvió catástrofe. Nunca les aclaramos eso haciéndoles creer que todo había sido no más que teatro.”



                        

Me ha resultado muy interesante este texto. No es mi intención presentar una interpretación de esa ‘Novelle’. Su calidad literaria está fuera de duda, y esa fue revelada a través de numerosos trabajos de crítica literaria. Resta destacar su mensaje  político y social. Desentrañar cuál es su aporte al tema que me ha guiado como lector a observar el carácter de los encuentros de alemanes con Italia, es también un punto de mi interés.
Obviamente Thomas Mann no sigue la línea de los encuentros efectuados por Goethe, Seume y Heine.
Estos visitantes alemanes del siglo 20 se topan con otra Italia:
Primero, la masificación de personas buscando descanso al borde del mar, italianos principalmente que sostienen un estilo de relación humana bien diferente a la de los ‘huéspedes’ ‘tedescos’.
Varios episodios lo destacan: los pequeños hijos de la familia alemana encuentran contacto fácilmente, pero la relación con los adultos es difícil y llega hasta la misma hostilidad y confrontación.
Los alemanes no pueden comer en una terraza, reservada para “nuestros clientes exclusivos”. ¿Quiénes son ellos?
Debido a secuelas tardías de una superada tosferina del pequeño hijo, deben abandonar el hotel porque una dama aristocrática romana insiste en eso. Encuentran otro con notable calor humano y espontánea simpatía. Pero la presencia fugaz de su hijita, una pequeña niña alemana desnuda corriendo por segundos en la playa, causa de una gran revolución. Un señor vestido de estricta etiqueta bajo el aplauso de otras damas se acerca al narrador para dirigirle una ‘filípica’, un discurso lleno de reproches y de regaño. El acto ‘sinvergüenza’ de la niña no puede pasarse por alto. El reprendedor cita términos de grueso calibre: ‘ofende la hospitalidad de la Italia generosa’, ‘viola gravemente las costumbres de una nación excelente’. El padre es llevado a la policía donde le cobran una multa de 50 Liras, dinero para engordar el presupuesto nacional, comenta el narrador con ironía.
“Deberíamos habernos ido”, lamentará en varios momentos el narrador. Pero no se hizo. Además, la atención recibida por las personas en su trato inmediato sigue agradable y encantador. Se destacan el camarero Mario y la dueña de la fonda Sofronia Angioleri. Ambos formarán parte del drama que acabará en un asesinato público.
¿Cómo sucede eso?
Aparece un personaje misterioso, el Cavaliere Cipolla, quien anuncia su llegada a la ciudad, promesa de un espectáculo divertido en el teatro. En los afiches de invitación se habla de un artista, de un ‘Forzatore, Ilusionista, Prestigitatore’’. Después de la función espectacular el narrador admitirá que se trata del hipnotizador más impresionante que jamás haya conocido. Por ahora, la familia alemana decide comprar entradas, también para los niños…de eso se arrepentirán después.
Lo que sucedió es realmente extraordinario… Thomas Mann logra transmitir la magia que cautivó al público, magia que  lo transforma y lo deforma. El texto mismo logra pasar algo de esa fascinación al lector quien se maravilla de cómo Cipolla logra hacerse el dueño de las mentes de su público con menosprecio por un aislado resistente y adversario; abiertamente declara sus principios:
“Existen la Libertad y la Voluntad, pero la voluntad libre no existe!” Y así queda demostrado porque Cipolla es capaz de dominar la voluntad de quien sea. Cita a las personas a su gusto y hace de ellas lo que quiere, los hace bailar, sacar la lengua, caminar como drogados y ausentes por el escenario. Levanta a la señora Angioleri, pasea con ella y con generoso menosprecio se la devuelve a su marido ahí presente. Finalmente se adueña de Mario, el camarero, un muchacho inocente y noble, lo deshonra y lo deja como ridículo ante el público muerto de la risa. Y entonces sucede lo que nadie esperaba: Mario ausente de si y desesperado saca una pistola, muy pequeña, no mayor que la mano, probablemente una Derringer con doble cañón, y de dos tiros asesina a Cipolla.
“Ein Ende mit Schrecken, ein höchst fatales Ende. Und ein befreiendes Ende dennoch--¡”
-Un final de horror, un final tremendo y fatal. Y un final libertador, a pesar de todo--¡
Así termina la narración del trágico encuentro.
¿Pero ha sido este realmente el final? … ¿Acaso Thomas Mann profetiza veinte años antes aquello, que en abril de 1945 sucederá:
    El día 28 de abril de 1945 fue fusilado Benito Mussolini por la Resistencia Italiana.
    Su cadáver fue exhibido y sufrió toda clase de ultrajes.
¿Ha logrado Thomas Mann ‘hipnotizado ’en Italia realizar una metáfora profética, una especie de intuición creativa sobre el futuro?
Digo que estos decenios eran decenios idóneos en la historia de Europa para hipnotizadores  e ilusionistas, Musolini era uno de ellos. Yo incluiría a Hitler y a Stalin en la lista. Francisco Franco era demasiado mediocre para lograr hipnotizar, pero tuvo sus apoderados.
Otra observación nos sugiere el texto; y esa se refiere a los hipnotizados. Ellos todos bailaron el cancán  o la tarantela o el vals, la marcha o el pasodoble del domador de turno.
Este estado semiconsciente tuvo una enorme ventaja: Cuando despertaron no se acordarían de nada. Todo quedaría borrado y entregado al olvido: Murió Cipolla, ¡scausa finita! 
¿Finita?

Fmpeter  enero  2016
  Edición  anavictoria





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