…“¡pá´ na’ sirve!”(voz popular andaluza ; en el caribe: “esa vaina no sirve pá ná”)
Esa voz de ‘papanatas’ juvenil, acerca del estudio de la Historia no debe inquietar a los profes.
Habla la inmadurez de la pubertad mal llevada, inacabada y estancada en una grosera negación de lo que otros valoran. Si sólo fuera eso nada importaría.
Pero la prensa, la publicidad, la opinión manifiestan diariamente en los medios que no se trata solamente un problema juvenil.
Es la sociedad entera la que reniega de la Historia, borrando las vidas de los antepasados que ya no cuentan para nada. Muertos están al fin y al cabo.
Lo que cuenta es el tiempo presente, lo que inquieta son los problemas actuales que con gran implicación emotiva se elevan a GRAN tema del día, con voz tronante e inquietante.
Mi experiencia está limitada a lo que leo y a lo que veo, y sospecho que tal intolerancia es un fenómeno universal. Es parte sustancial del espíritu de nuestro tiempo. Numerosas ‘culturas’ pasadas vivían inmersas en el permanente recuerdo de próceres, fundadores. Así sucedió en Roma, en Atenas, en el Sacro Imperio Medieval. ¿Qué pretende la generación moderna al exigir la actualización de todo saber y pensar? ¿No tienen noción que todo proyecto es transeúnte ya que todo, absolutamente todo caducará con el transcurrir del tiempo?
Observo las caras iluminadas de un sinfín de “Gretas” y la exhibición de buenas intenciones coloreadas y simples , como cuadernillos de dibujo para niños. Para opinar ya no es preciso saber mucho, basta con proclamar inquietudes delirantes del ego. Nadie precisa de algún saber histórico; el mundo se reinventa de nuevo. Todo es ‘HOY’ y hoy es cada día.
En el caso de la Alemania moderna se lamenta con frecuencia en los medios y por parte de columnistas, la ausencia de una conciencia histórica. ¿Para qué lamentarse o arrepentirse de crímenes que han sido cometidos hace casi un siglo por una generación desaparecida? Así suele responderse a esa lamentación. Ah, pero de estos recuerdos se encargan ahora los revisionistas que niegan que tales sucesos hayan pasado, no obstante de que ningún suceso está mejor documentado que el asesinato de millones de judíos por parte de los Nazi.
Entonces aparece, como contra-respuesta, la apelación al sentimiento, a la compasión, a la acusación de la antimoral exhibida en planes y programas escolares. Movilizar sentimientos de luto, de tristeza y de arrepentimiento es noble y digno, pero inefectivo e inútil. La escuela alemana se vio invadida de programas de ‘superar’ (bewältigen)la historia espeluznante de WW II. Me atrevo a afirmar que resultaría imposible encontrar hoy por hoy a un alemán joven que no haya pasado por distintos lavados mentales que le dejan exhausto y hartado de nazis, cansado de “historiología”. Más sin embargo, no saben claramente de nada y nada les interesa. Tal afirman varios investigadores.
Deberíamos tener en cuenta que la vía para aprender y recordar algo no es el disgusto, ni el miedo ni el enfado, ha de ser la razón. La razón debe dirigir el proceso de todo aprendizaje y conocimiento. Enfrentar a la mente a los horrores no conduce al efecto pretendido por los programas pedagógicos. Se logra todo lo contrario: es como hacerlos pasar por una película de horrores (que además no faltan en las habitaciones de la infancia feliz moderna). Ya están acostumbrados a ver escenas terroríficas diariamente. La visitas a las cámaras de gas, son inútiles y molestas. Muchos acompañantes se sienten chocados por la indiferencia que exhiben los jóvenes durante estos “paseos” escolares.
Las emociones no se pueden activar ni instruyen, existen en cambio la razón, el argumento, el saber de los contextos históricos.
Tal vez hay que dejar pasar los vientos de la pubertad, de la inmadurez dominadas por las necesidades de diversión. Recursos hay. ¿Falta voluntad o capacidad de hacerlo?
friedrichmanfred y anavictoria enero 2020
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