lunes, 6 de enero de 2020

Carta abierta


Carta abierta
de un ficticio presidente de un país productor de cocaína a la comunidad internacional:

“A la comunidad internacional 
presente en la Asamblea de las Naciones Unidas.”

Apreciados señores y señoras,

Esa carta es inusual y su contenido tal vez ‘chocante’. Soy el presidente elegido democráticamente por mi nación, pero no estoy en condición de gobernar a este país que me eligió. Amplias zonas geográficas con numerosa población escapan a la potestad de mi mandato. Sólo gobierno donde me dejan ejercer la función ejecutiva tal como ordena la Constitución.
 Varias zonas del territorio nacional se hallan fuera del control del gobierno legal. 
Los narcotraficantes son quienes allí ejercen un poder sin control y totalitario, son dictadores territoriales bajo distintos pretextos; se apoderan de las funciones que son reservas del estado legal: mandan sobre la vida de los ciudadanos, reglamentan de facto la actividad económica manejando precios y ofertas a gusto, monopolizan la fuerza pública y establecen un orden dictatorial en pequeñas y medianas poblaciones. Aparentan legalidad cuando realmente se trata de autocracias en miniatura y totalitarias.
Todo eso lo mantiene el tráfico ilegal de exportaciones de cocaína, el cual no somos capaces de impedir, ni yo ni ninguno de los acompañantes en mi equipo de trabajo: ni los aquí presentes ni los gobernantes y alcaldes regionales. La parte nuestra en este tráfico ilegal que sería el control de la producción, es imposible de ejecutar. A pesar de todo esfuerzo, tanto civil y pacificador como el militar, la actividad criminal no para de crecer.




Por eso ahora reclamo con urgencia que cumplan la defensa y la legalidad que exige el control de tráfico de cocaína que se encuentra en permanente auge de ingreso en los territorios de la mayoría de las naciones aquí presentes. Porque es claro que las medidas ejercidas por ustedes para evitar el ingreso del producto a sus naciones son tan insuficientes como las nuestras para controlar y limitar la producción. La erradicación es imposible. Todos lo sabemos y todos lo debemos reconocer.

¿Qué propongo y exijo entonces?
¡Deben ustedes legalizar el consumo de la cocaína bajo control! 
Les recuerdo antecedentes históricos olvidados. 
En un tiempo pasado, el café, el tabaco, el chocolate y el azúcar de caña, todos productos de esta tierra nuestra fueron contempladas como drogas en los países de Europa. La historia conoce el largo proceso desde la prohibición al control y finalmente a la liberación: ¿Quién desearía hoy prohibir el consumo de café? Pues tal prohibición existía. 

Sobre la historia de la prohibición del alcohol en Estados Unidos del Norte está de más hablar pues se halla suficientemente documentada, incluso en el cine.
Sacar la cocaína de su carácter criminal, significaría para mi país una auténtica revolución porque devolvería la autoridad estatal a quien corresponde por ley y no al que la posee por dinero ilegalmente ganado.
Exijo eso no solamente en mi propio nombre sino en el de todo un continente que actualmente está entregado al poder del narcotráfico mafioso y cada vez más alejado de su destino democrático.

Así sea. 
¿Sería así?

friedrichmanfredpeter  enero 2020

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