“Levantarse de un estado miserable debe ser fácil haciendo uso de la energía que me queda. Me desprendo del sillón, doy una vuelta alrededor de la mesa, empiezo a mover la cabeza y el cuello, pongo fuego en mis ojos, extiendo los músculos y hago esfuerzos para no sentir nada.
Si ahora viniera Ale saludaría con entusiasmo, a Blo toleraría amablemente en mi habitación. Todo lo que me dirá Clo absorbería con dolor y enorme esfuerzo ya que me cuesta hacerlo.
Sin embargo, si todo marchase así y si debido a los errores míos que no faltarían, se detuviera todo, tanto lo que es fácil como lo que es pesado… yo tendré que volverme atrás.
Por eso, el mejor consejo sería, tomar todo tal como es: una masa pesada y que uno sienta como el aire la puede arrastrar. Por eso, no debes dar ningún paso cuando te lo recomienden otros, ¡mira a los demás con mirada animal! No tienes que arrepentirte de nada; en fin, apartar con la mano el fantasma de la vivido que te ha quedado. Significa aumentar el silencio que la muerte te deja, eso es lo que hay.
Pasar el dedo meñique por las cejas, sería el gesto adecuado para un estado mental así.” (Franz Kafka, Entschlüsse)
Mirar distraídamente
“¿Qué vamos a hacer en estos días de primavera que vendrán? Esta mañana el cielo estuvo gris, pero si uno se acerca a la ventana, te sorprenderás y pondrás la mejilla en el cierre.
Más abajo la luz se ve como comienza a menguar, ilumina la cara de una niña que por ahí anda y mira hacia atrás. Uno ve la sombra de un hombre que camina detrás.
Ya pasó el hombre y la cara de la niña luce.”
(Franz Kafka, Zerstreutes Hinausschauen)
Es el pesimismo radical que invade al escritor. ‘Es lo que hay’ la consciencia toma nota de una realidad invasiva. ‘Es lo que hay’ no sirve para montar teorías o levantar banderines de cualquier color. A través de los vidrios de la ventana se cuela lo que de la vida quedó: La sombra de un hombre, la cara iluminada de una niña.
Sin embargo, “te sorprenderás” dice el texto. Esa sorpresa radica en el poder de los cinco sentidos para observar, tomar nota, y “poner la mejilla en el cierre de la ventana”. Observar vida ajena y no lamentar dolor propio, es la virtud que Kafka en su soledad recomienda. En todas las vidas hay signos de esperanza. La cara de la niña luce bajo el sol primaveral. El observador se queda con esa impresión. A pesar de todo, no todo está perdido existiendo una ventana para comunicarse con el resto del mundo. No le sirven para nada los concejos que otros le dan. Se conforma con ser quien es:
Franz Kafka que escribiendo se confirma así mismo su identidad: ausente de relaciones, pero presente de realidad. (Kafka había ordenado que se quemaran estos textos después de su muerte pero Max Brod no lo cumplió.)
friedrichmanfred y anavictoria junio 2020
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