En realidad este personaje se llamó ‘Hieronymus Karl Friedrich Freiherr von Münchhausen’.
Pertenece a la tradición de la lengua alemana desde siempre y sus mentiras tuvieron tanta divulgación que se volvieron literarias; de hecho, Münchhausen logró que sus mentiras se hicieran muy populares, a través de la exageración como rasgo literario propio.
Una narración hiperbólica que invita a la risa. El Barón, de origen alemán fue oficial del ejército ruso y confidente de la zarina. Algo muy frecuente en aquella época.
En pleno siglo XV el ejército ruso se enfrentó al imperio otomano. Y el Barón fantaseaba sobre eventos extraordinarios, por ejemplo:
Montado sobre una bala de cañón logró penetrar una fortaleza turca. (A propósito de este relato, el actor Hans Albert -como Münchhausen- protagonizó en 1943 la película alemana que se volvió un clásico del cine).
Hacer lo imposible para ganar terreno en lo que debiera ser posible: lograr la paz. Así, una ‘guerra’ no cobraría las vidas de valientes soldados. La bala de cañón como medio de transporte propone también la civilización en vez de la actividad militar. Sin derramar sangre, rusos y turcos se abrazarían, evitando la mutua degollación. Y el Barón se atribuye méritos de pacificador, algo inaudito teniendo en cuenta que la solución la ha diseñado un militar.
Los militaristas de toda época y en todas las naciones podrían muy bien fijarse en el ejemplo de esa mentira. Hay mentiras que revelan verdades.
En pleno siglo XXI, trescientos años después de Münchhausen, no faltan los mentirosos descarados en los escenarios políticos. Yo, espero en vano que uno de ellos se monte en una bala de cañón -que hoy sería un cohete intercontinental-. ¡Que se monten sobre sus respectivas balas de cañón! Al bajar, después de un largo paseo se abrazarían los enemigos que, en vez de mandar munición explosiva se limitarían a intercambiar algo de lo que mejor saben hacer: Mentir.
Y nosotros, impotentes espectadores, por fin podríamos seguir la invitación del Barón y reírnos de ellos en vez de lamentar o llorar.
friedrichmanfred junio 2020
ed. anavictoria
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