viernes, 3 de febrero de 2017

“Allí donde se ama, allí es la patria”

<<Dort, wo man liebt, ist Vaterland>>

Freudvoll
Und leidvoll,
Gedankenvoll sein,
Langen
Und bangen
In schwebender Pein,
Himmelhoch jauchzend,
Zum Tode betrübt;
Glücklich allein
Ist die Seele, die liebt.




¿Podrá ser el amor una patria? – SÍ --Eso  proclama la sentencia de Goethe.
El héroe y la heroína del drama EGMONT de Goethe son idealizados como corresponde a  enamorados modélicos, ejemplares. La sombra que cubre este amor y lo amenaza es el gobierno tiránico que ejerce el duque de Alba en el nombre de España sobre  una Flandes rebelde. Un tema clásico para la literatura europea, un tema histórico; sin embargo lleno de actualidad  durante la era goethiana dominada por la lucha entre libertad y autoritarismo.
En esta obra de teatro Goethe tuvo la opción de apoyar esa rebelión patriótica de Flandes, pero decidió ponerse del lado de dos enamorados. Para quien ama, su amor es patria verdadera.
Esa frase provocadora la dirige Goethe contra el ambiente creacionista de patrias de su tiempo. Sobre el campo de batalla de Valmy en el año 1792 próximo a Paris Goethe escuchó aquel himno cantado por miles y miles de voces de entusiasmados defensores del ideal revolucionario: “Allons enfants de la patrie, le jour de gloire est arrivé.” Goethe estuvo presente, presenció la derrota fulminante del ejército de la coalición antirrevolucionaria que pretendió acabar con la aventura jacobina en Francia.
Sobre el mismo campo de batalla, Goethe se dirige a un grupo de oficiales austríacos y prusianos con estas palabras: ¨En este momento, hoy y ahora, ha comenzado una nueva era de la historia, y nosotros podremos afirmar que hemos estado presentes.”
“La Patrie” era la clave política y social de esos nuevos tiempos. Pero el poeta en Goethe se muestra  escéptico y visionario; tal vez previó los ríos de sangre que de ahí en adelante invadirían más y más campos de batalla sobre el territorio de Europa y del mundo con este nuevo ente “sobrenatural” por digno de adoración: LA PATRIA.

En el lejano continente americano Simón Bolívar hizo sonar esta palabra con un inesperado éxito. En Europa sería el signo político y social de conflictos eternos de nunca acabar. (…al oído: ¿Quién podría prever que en la actualidad del 2017 resucitaría de nuevo el complicado e ideal tema de la PATRIA? )

Goethe, el poeta,  se decide por otra opción: elige como escenario metafórico el ejemplo de la Guerra de Flandes, siglos atrás. Su drama Egmont cuenta una historia contraria a la que está viviendo en su tiempo presente: ¿Qué es Patria? Pregunta primero y  después responde esto:
¡Allá España! ¡Allá Flandes! La patria de Klärchen y Egmont es su amor, es su nombre; no le interesa el héroe, el libertador que admiraría el público. Goethe se aleja de la política, personaliza el drama humano. No recuerdo que otro escritor haya decidido de igual manera anteponer a ideales políticos como la independencia y la libertad la valía de los deseos elementales humanos. Las patrias modernas han llenado los corazones de odio; esas patrias que son fugaces… inventos creados por intereses y fantasías que suelen presentarse como nuevos los ecos del patriotismo y que contienen las armas sangrantes de siempre. Los campos europeos retumbaron de odio.
Amor es más que fantasía, Goethe proclama una revolución de los valores, es un seguidor de la Gran Revolución Romántica de su tiempo, pero de una manera distinta a los actores políticos presentes en los escenarios reales: el sentir auténtico se eleva por encima de las convenciones, rompiendo con herencias sagradas.
Patrioteros allá en monumentos de bronce… ¡sois aburridos y con frecuencia hipócritas!
Ideólogos de todos los tiempos históricos…¡cuidado!  Os ha nacido un poderoso adversario, un enemigo de verdad que radica en el corazón y se llama amor.
No creo que hasta hoy se haya entendido en su totalidad este mensaje de la cultura clásica alemana cual fue (y continúa vigente si lo aprehendemos): Liberar a mujeres y hombres de falsos patrones dominantes, ser sencillamente humanos. Esa esencia resulta poco clara aún hoy para el horizonte de la sociedad moderna En la obra Egmont es un ideal proclamado por una mujer, Klärchen, (Clarita) una mujer de estrato humilde: Los hombres luchan por ideas fugaces, pero feliz es quien obedece al mandato de la vida.

 (Por eso Goethe y Charlotte es una historia, otra es  la de Goethe y Christiane; y todo ello se concentra en la  figura literaria de Fausto con Gretchen y con Helena de Troya. La Vida es anterior a las ideas, superior a proclamaciones, manifestaciones, batallas sangrientas, es más valiosa que ideales e ideologías. Pero el vasto mundo de Goethe no cabe en este artículo).

Es patria vital constituida sobre libertad, respeto. Goethe ha localizado este lugar del amor; desde su fantasía poética diseña para el amor una patria que no es ni tricolor, ni bicolor, ni política. Es su respuesta a el grito de la Revolución: “¡Vive le son du canon!” que se cantara también antes, en la edad media: la Carmagnole, cante revolucionario de aquel otro tiempo.  
Sin embargo, Klärchen – Clarita – canta a la vida, el amor es su patria.
Estoy convencido que esta frase de Goethe ha tenido una moderna aceptación:
El cine genial de Alain Resnais la resucitó en su película “Horoshima mon amour” en 1959. Denunciando el fanatismo político como destructor de felicidad entre dos amantes: el soldado alemán y la novia francesa, Resnais pone el dedo en la misma llaga, la herida sangrante que separó a los europeos.
La voz de Klärchen, Clarita, no ha perdido actualidad y en 2017 la gana de nuevo, bellos versos para memorizar.

friedrichmanfredpeter   enero  2017
anavictoriaoeding

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