martes, 21 de febrero de 2017

Drei kleine Negerlein

El “trágico” fin de los negritos
Drei kleine Negerlein die tanzten tralalei.




Eines hat zuviel getanzt, da waren´s nur noch zwei.
Zwei kleine Negerlein, die  fingen an zu weinen,
Eines hat zu viel geweint, da gab es nur noch einen.
Ein kleines Negerlein, das nahm  sich ein Gewehr;
Und  hat sich totgeschossen, nun gibt es keines mehr.[i]


Tres  pequeños negritos bailaron / Uno bailó demasiado / sólo quedaron dos./Dos pequeños negritos lloraron /  Uno lloró demasiado  /  sólo quedó uno./Un pequeño negrito usó / un arma y se mató / ya ninguno quedó.

¿Qué  nos  cuenta   Marx?

“Überall, wo ein Teil der Gesellschaft das Monopol der Produktionsmittel besitzt, muss der Arbeiter, frei oder unfrei, der zu seiner Selbsterhaltung notwendigen Arbeitszeit überschüssige Arbeitszeit zusetzen, um die Lebensmittel für den Eigner der Produktionsmittel zu produzieren. Sei dieser Eigentümer nun ---- Aristokrat, --- herrschender Priester, --- römischer Bürger, --- normannischer Baron, ---- amerikanischer Sklavenhalter, ---- moderner Landlord, --- Grossgrundbesitzer  oder  (moderner) Kapitalist.
Indes ist klar, dass, wenn  in einer ökonomischen Gesellschaftsformation nicht der Tauschwert, sondern der Gebrauchswert des Produktes vorwiegt, die Mehrarbeit durch einen engeren oder weiteren Kreis der Bedürfnisse beschränkt ist, aber kein schrankenloses Bedürfnis nach Mehrarbeit aus dem Charakter der Produktion selbst entspringt.
Entsetzlich zeigt sich daher im Altertum die Überarbeit , wo es gilt, den Tauschwert in seiner selbständigen Geldgestalt zu gewinnen, in der Produktion von Gold und Silber. Gewaltsames  Zu- Tod – Arbeiten ist hier die offizielle Form der  Überarbeit. 
Diei Negerarbeit in den südlichen Staaten der amerikanischen Union bewahrte  einen gemässigten patriarchalischen Charakter, solange die Produktion hauptsächlich auf den unmittelbaren Selbstbedarf gerichtet war. In dem Grade aber, wie der Baumwollexport zum Lebensinteresse jener Staaten,  ward die überarbeitung des Negers, hier und da die Konsumtion seines Lebens in sieben Arbeitsjahren, Faktor eines berechneten nd berechnenden Systems. Es galt nun nicht mehr, eine gewisse Masse nützlicher Produkte aus ihm herauszuschlagen. Es galt nun die Produktion des Mehrwerts selbst.”[i]

“En cualquier lugar en donde un solo sector de la población posee exclusivamente los medios de producción, el trabajador  -sea libre o siervo-  tiene que agregar tiempo de trabajo añadido al volumen de tiempo de trabajo necesario para su  propio sustento y así elaborar el sustento del dueño de los medios de producción.  Y el dueño -puede ser: aristócrata, sacerdote, gobernante, ciudadano romano, varón normando, propietario americano de esclavos, noble rural,  terrateniente o  moderno capitalista.
Una cosa quede clara: cuando una formación social económica está dedicada principalmente a crear valor de uso, la necesidad de trabajo añadido es menor que cuando se producen productos con valor de cambio. El trabajo añadido puede ser mayor o menor según las necesidades existentes, está limitado y no depende del carácter  de la producción solamente.
Realmente horroroso fue este exceso de trabajo en la antigüedad, cuando se trataba de elaborar valor de cambio en su forma materializada, en la minería de oro y de plata. Aquí el trabajo es la forma oficial de condena a muerte trabajando.( …)
El trabajo de los esclavos negros en los estados Sur de la Unión Americana mantuvo un carácter patriarcal mientras se trataba de una producción doméstica principalmente sirviendo al autoconsumo. En la medida en que se transformara la exportación del algodón en la esencia vital de aquellos estados, todo cambiaría y el exceso de trabajo de los esclavos negros redujo su esperanza de vida a solo siete años de trabajo activo. Consecuencia de un sistema calculado y a la vez calculador.
Ya no era el caso explotarlo solamente para obtener productos de uso sino que había que producir la plusvalía abstracta.”

Comentario:
“Este trabajo me está matando” se puede escuchar a menudo en tertulias de bares de la esquina. ¿Será cierto? Efectivamente, la historia nos sirve ejemplos clásicos de muertes masivas por exceso de trabajo. Pero hay que aclarar una cosa: ningún trabajo por sí solo es mortífero, el trabajo no mata, solamente lo hace su exceso; este sobrepasar de límites que la misma naturaleza humana nos ha impuesto. El trabajo mortífero es el trabajo añadido, dice el texto citado, es “labor impuesta por interés y cálculo externo”. Si se tuviera libertad de decidir, nadie lo escogería para lograr así su propia manutención. Se lo impusieron reglas sociales, fuerzas de poder ajenas. El prisionero bárbaro destinado a elaborar oro o plata en una mina romana o el esclavo africano que gana la muerte lenta sobre los campos de algodón; ambos nada ganan, el producto de su trabajo es un valor abstracto, es plusvalía. (¿Quién aquí en América Latina no se acuerda del nombre  “Potosí”?)
Interpretemos la canción infantil de los tres negritos como en la realidad histórica fue: trabajo explotador enajenado, y el drama fatal de la popular cancioncilla parece palabra de clarividentes. Uno tras otro han de perecer. Las circunstancias siempre son las mismas, las causas sucesos que son banales, pero alarmantes. La vida juntos a la experiencia de estos negritos no nos ofrece nada bueno.
“Bueno”, dirá otra voz, “no es para tanto pesimismo, habrá trabajo peligroso y duro, pero en general no nos mata, nos alimenta y a algunos son alimentados con supersalarios.”
El trabajo elabora valor tanto en siglos romanos como en la actualidad.
“Sin trabajo no comemos”, ese dicho de mi infancia parece hoy poco válido.  El carácter del trabajo, la elaboración de bienes de uso sufrió varias revoluciones desde la lejana pos-guerra en la Alemania rural. Pero lo que sí sigue vigente es que el trabajo ha de producir valor; tal valor que es de cambio, cada vez más  y más se aleja de la elaboración de productos de uso común…poco a poco se transformó en papel escrito o en cifras cibernáuticas en las nubes de ondas invisibles que nos rodean. Se trata de valor cada vez más abstracto, invisible, cubre el globo como una neblina, pero es fruto de trabajo  y es siempre un trabajo añadido, es un plustrabajo,  es un extra que cubre una necesidad más allá de lo precisa la persona trabajando.
Observamos cómo acelera el ritmo, tanto de la elaboración del proceso productivo, como del humano que trabaja y estrecha, angustia la mente, el corazón. Luego trata de calmarla robando sueños nocturnos, inflamando sus intestinos y aumentando el consumo de pastillas.  No es más que la nueva forma de  trabajo extra  que produce la plusvalía la causa de  múltiples crisis personales, familiares y sociales. Es alienante en esencia.
“Bueno”, reposta la otra voz, “ pero hay vacaciones”.
Sí, contesta mi mente criticona, sí, hay turismo. ¿Una solución?  -   ¿Un alivio?
Eso es otro tema, que Karl, el del texto citado, aun no conocía. Tampoco conoció los templos modernos del consumismo desenfrenado donde  recuperan fuerzas los asalariados extenuados.
 Dejemos eso para otra oportunidad.
Yo, en un sueño nocturno, trataré de consultarle, para escuchar qué piensa de eso.
  

friedrichmanfredpeter    febrero  2017
anavictoriaoeding  edición




[i] Canción infantil alemana: “Zehn kleine Negerlein”. El texto siempre es improvisado como este.
[i] Karl Marx, Das Kapital, Kritik der Politischen Ökonomie, ed. Kröner, Stuttgart 2011, p. 195

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