El “trágico” fin de
los negritos
Drei kleine
Negerlein die
tanzten tralalei.
Eines hat zuviel
getanzt, da waren´s nur noch zwei.
Zwei kleine
Negerlein, die fingen an zu weinen,
Eines hat zu viel
geweint, da gab es nur noch einen.
Ein kleines Negerlein,
das nahm sich ein Gewehr;
Und hat sich totgeschossen, nun gibt es keines
mehr.[i]
Tres
pequeños negritos bailaron / Uno bailó demasiado / sólo quedaron dos./Dos pequeños negritos lloraron
/ Uno lloró demasiado / sólo
quedó uno./Un pequeño negrito usó /
un arma y se mató / ya ninguno quedó.
“Überall, wo ein
Teil der Gesellschaft das Monopol der Produktionsmittel besitzt, muss der
Arbeiter, frei oder unfrei, der zu seiner Selbsterhaltung notwendigen
Arbeitszeit überschüssige Arbeitszeit zusetzen, um die Lebensmittel für den
Eigner der Produktionsmittel zu produzieren. Sei dieser Eigentümer nun ----
Aristokrat, --- herrschender Priester, --- römischer Bürger, --- normannischer
Baron, ---- amerikanischer Sklavenhalter, ---- moderner Landlord, ---
Grossgrundbesitzer oder (moderner) Kapitalist.
Indes ist klar,
dass, wenn in einer ökonomischen
Gesellschaftsformation nicht der Tauschwert, sondern der Gebrauchswert des
Produktes vorwiegt, die Mehrarbeit durch einen engeren oder weiteren Kreis der
Bedürfnisse beschränkt ist, aber kein schrankenloses Bedürfnis nach Mehrarbeit
aus dem Charakter der Produktion selbst entspringt.
Entsetzlich zeigt
sich daher im Altertum die Überarbeit , wo es gilt, den Tauschwert in seiner
selbständigen Geldgestalt zu gewinnen, in der Produktion von Gold und Silber.
Gewaltsames Zu- Tod – Arbeiten ist hier
die offizielle Form der Überarbeit.
Diei Negerarbeit in
den südlichen Staaten der amerikanischen Union bewahrte einen gemässigten patriarchalischen
Charakter, solange die Produktion hauptsächlich auf den unmittelbaren
Selbstbedarf gerichtet war. In dem Grade aber, wie der Baumwollexport zum Lebensinteresse
jener Staaten, ward die überarbeitung
des Negers, hier und da die Konsumtion seines Lebens in sieben Arbeitsjahren,
Faktor eines berechneten nd berechnenden Systems. Es galt nun nicht mehr, eine
gewisse Masse nützlicher Produkte aus ihm herauszuschlagen. Es galt nun die
Produktion des Mehrwerts selbst.”[i]
“En cualquier lugar en donde un solo sector de la
población posee exclusivamente los medios de producción, el trabajador -sea libre o siervo- tiene que agregar tiempo de trabajo añadido al volumen
de tiempo de trabajo necesario para su
propio sustento y así elaborar el sustento del dueño de los medios de
producción. Y el dueño -puede ser:
aristócrata, sacerdote, gobernante, ciudadano romano, varón normando, propietario
americano de esclavos, noble rural, terrateniente o moderno capitalista.
Una cosa quede clara: cuando una formación social
económica está dedicada principalmente a crear valor de uso, la necesidad de trabajo añadido es menor que cuando
se producen productos con valor de cambio. El trabajo añadido puede ser
mayor o menor según las necesidades existentes, está limitado y no depende del
carácter de la producción solamente.
Realmente horroroso fue este exceso de trabajo en la
antigüedad, cuando se trataba de elaborar valor de cambio en su forma
materializada, en la minería de oro y de plata. Aquí el trabajo es la forma
oficial de condena a muerte trabajando.( …)
El trabajo de los esclavos negros en los estados Sur de
la Unión Americana mantuvo un carácter patriarcal mientras se trataba de una producción doméstica principalmente
sirviendo al autoconsumo. En la medida en que se transformara la exportación
del algodón en la esencia vital de aquellos estados, todo cambiaría y el exceso
de trabajo de los esclavos negros redujo su esperanza de vida a solo siete años
de trabajo activo. Consecuencia de un sistema calculado y a la vez calculador.
Ya no era el caso explotarlo solamente para obtener
productos de uso sino que había que producir la plusvalía abstracta.”
Comentario:
“Este trabajo me está matando” se puede escuchar a menudo en
tertulias de bares de la esquina. ¿Será cierto? Efectivamente, la historia nos
sirve ejemplos clásicos de muertes masivas por exceso de trabajo. Pero hay que
aclarar una cosa: ningún trabajo por sí solo es mortífero, el trabajo no mata,
solamente lo hace su exceso; este sobrepasar de límites que la misma naturaleza
humana nos ha impuesto. El trabajo mortífero es el trabajo añadido, dice el
texto citado, es “labor impuesta por interés y cálculo externo”. Si se tuviera
libertad de decidir, nadie lo escogería para lograr así su propia manutención.
Se lo impusieron reglas sociales, fuerzas de poder ajenas. El prisionero
bárbaro destinado a elaborar oro o plata en una mina romana o el esclavo
africano que gana la muerte lenta sobre los campos de algodón; ambos nada
ganan, el producto de su trabajo es un valor abstracto, es plusvalía. (¿Quién
aquí en América Latina no se acuerda del nombre
“Potosí”?)
Interpretemos
la canción infantil de los tres negritos como en la realidad histórica fue:
trabajo explotador enajenado, y el drama fatal de la popular cancioncilla
parece palabra de clarividentes. Uno tras otro han de perecer. Las
circunstancias siempre son las mismas, las causas sucesos que son banales, pero
alarmantes. La vida juntos a la experiencia de estos negritos no nos ofrece
nada bueno.
“Bueno”,
dirá otra voz, “no es para tanto pesimismo, habrá trabajo peligroso y duro,
pero en general no nos mata, nos alimenta y a algunos son alimentados con
supersalarios.”
El trabajo
elabora valor tanto en siglos romanos como en la actualidad.
“Sin
trabajo no comemos”, ese dicho de mi infancia parece hoy poco válido. El carácter del trabajo, la elaboración de
bienes de uso sufrió varias revoluciones desde la lejana pos-guerra en la
Alemania rural. Pero lo que sí sigue vigente es que el trabajo ha de producir
valor; tal valor que es de cambio, cada vez más
y más se aleja de la elaboración de productos de uso común…poco a poco
se transformó en papel escrito o en cifras cibernáuticas en las nubes de ondas
invisibles que nos rodean. Se trata de valor cada vez más abstracto, invisible,
cubre el globo como una neblina, pero es fruto de trabajo y es siempre un trabajo añadido, es un
plustrabajo, es un extra que cubre una
necesidad más allá de lo precisa la persona trabajando.
Observamos
cómo acelera el ritmo, tanto de la elaboración del proceso productivo, como del
humano que trabaja y estrecha, angustia la mente, el corazón. Luego trata de
calmarla robando sueños nocturnos, inflamando sus intestinos y aumentando el
consumo de pastillas. No es más que la
nueva forma de trabajo extra que produce la plusvalía la causa de múltiples crisis personales, familiares y
sociales. Es alienante en esencia.
“Bueno”,
reposta la otra voz, “ pero hay vacaciones”.
Sí,
contesta mi mente criticona, sí, hay turismo. ¿Una solución? - ¿Un
alivio?
Eso es
otro tema, que Karl, el del texto citado, aun no conocía. Tampoco conoció los
templos modernos del consumismo desenfrenado donde recuperan fuerzas los asalariados extenuados.
Dejemos eso para otra oportunidad.
Yo, en
un sueño nocturno, trataré de consultarle, para escuchar qué piensa de eso.
friedrichmanfredpeter febrero
2017
anavictoriaoeding edición
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