jueves, 24 de julio de 2008

El Mito de Prusia (15): ¡Vámonos a Koenigsberg!

Tres ideas para Europa
Michel Deguy, columnista de Le Monde,  considera preocupante la ausencia de una conciencia y voluntad políticas proeuropeas en la opinión pública de las naciones  europeas. La Unión Europea no conoce un espíritu europeo.
Es más, existe un desprecio entre los pueblos de la unión. Ejemplos de ello son el comportamiento deprimente de los inchas de futbol, la prensa popular inglesa y su hostilidad casi diaria hacia “los franceses“, el desprecio hacia los visitantes alemanes manifestado por un  ministro de turismo italiano. Las manifestaciones casi enfermizas de catalanidad en la vida cotidiana de aquella región, hostilidad y violencia declarada contra todo ser diferente en el ambiente vasco, un galleguismo estrafalario, etc.
Los comentarios populares sobre los pueblos vecinos suelen estar repletos de clichés y de prejuicios absurdos.

Hay tendencias abiertamente hostiles contra una conciencia europea: Los nacionalistas corsos han inventado un DNI - corso. Carece de legalidad, pero trata de fomentar una conciencia nacionalista : “la corsitude“. De igual manera grupos extremistas proceden en su patria Euscadi. Es una medida astuta y hábil para aumentar el poder minoritario del nacionalismo preparando la guerra emocional en lugar de la paz.
¿Qué propone Michel Deguy?
Hacer que despierten los que no están de acuerdo con estas tendencias y se sienten heridos o ofendidos teniendo que  soportar el carácter agresivo y prepotente de activistas nacionalistas que intentan  crear una mentalidad diferente.
¿Qué medidas prácticas se pueden tomar?
– Crear un documento de identidad europea para aquellos que se sienten europeos antes que miembros de una nación europea. Todavía estamos esperando poder ser ciudadanos europeos sin adjetivo nacional. Tal vez ayudaría esta medida a cambiar la lamentable mentalidad retrógrada de los pueblos de Europa y podría traer un aire nuevo , dar un impulso a la integración.
Curiosamente las encuestas realizadas no reflejan el grado de ausencia de espíritu europeo que realmente existe. Los individuos interrogados rara vez confiesan lo que en el ambiente privado, familiar o en la barra de los bares suelen manifestar sin mayores escrúpulos.
–Según Jürgen Habermas, Jacques Derrida, Timothy Garton Ash el “genius“ de Europa es Manuel Kant. Y ahí encontramos a Prusia nuevamente.
¿Pero que ha sucedido? -- El Imperio Soviético ha dragado la ciudad de Königsberg, le ha dado un nombre de escándalo: Kaliningrado y ha borrado toda huella del filósofo. Los soviéticos continuaron así lo que la anticultura nazi había comenzado, y  ahora los europeos aguantamos  que el nombre de Kalinin - una  oscura figura asesina, mero instrumento del terror estalinista - borre el recuerdo de aquel Moisés de Europa.
La población actual de aquella ciudad procedente de toda la geografía de la antigua Unión Soviética y que reemplazó a la alemana, expulsada después de la ocupación por las tropas soviéticas, casi no tiene noción de la historia de la ciudad que habitan. Era una ciudad de rango europeo, donde fueron coronados los reyes prusianos.
Los rusos eran capaces de cambiar los nombres de Leningrado, Stalingrado, Gorki y más. ¿Por qué no se cambió Kaliningrado? ¿Temen que los alemanes vuelvan a Koenigsberg? Una absurda idea para quien conoce la realidad en Alemania. Además, Sankt Petersburg también lleva un nombre en lengua alemana.
Por el bien de Europa y para no darles la razón a los bárbaros deberá regresar lo más pronto posible el nombre de Königsberg y el de Kant y ocupar el lugar que le corresponde en las calles de su ciudad. De igual manera como el personaje de Joyce representa a la ciudad de Dublin, Kant es el genio rector de Koenigsberg.
¿Por qué no se nombra Koenigsberg capital cultural de Europa por un solo año para recompensar el medio siglo de barbarie que ha tenido que sufrir como Kaliningrado?
–Los europeos deben hablar unos con otros. La cuestión es:¿En qué idioma lo harán?
MD descarta el esperanto, cualquier idioma artificial. Serán las grandes lenguas de Europa que se abrirán camino. Nada de eso se puede forzar.
Pero hay dos necesidades:  - una es económica, -la otra política.
Pronto tendrá que invertir la UE todos los recursos en servicios de traducción si no toma una decisión acerca del tema de las lenguas. No podrá continuar así, es costoso e impráctico. También tienen que funcionar relaciones directas entre los ciudadanos, no filtrados por intérpretes.
¿Cuáles  serán  el idioma o los idiomas idóneos?
- ¿El inglés? --Dos observaciones: 1. Si los europeos quieren que Europa no sea  más que una prolongación del Imperio Americano sometida al mercado globalizado a través de Londres, entonces el inglés no debe ser el idioma oficial de la UE.
2.El inglés ocupa ya el lugar del idioma principal inoficialmente. Ya es el idioma de la comunicación de los medios y el idioma que predomina en las ondas de radio y  pantallas de la televisión. El inglés no necesita ser recomendado, ni enseñado, ni fomentado, ni institucionalizado. Pues, ya ocupa el primer puesto.
- ¿El francés? -- Era la lengua de  Europa durante siglos pasados --  e r a --. Hay que leer Tolstoi para comprenderlo. Pero eso pasó y no volverá. No todos se acuerdan con gusto de Napoleón. Se acabó.
-- Quedan dos grandes idiomas, fuera del italiano que nunca salió de su “bota“ desgraciadamente: Estos son: el español, un idioma universal y el alemán que ocupa todo el centro de Europa y es el más hablado por los europeos. Hay que escoger una de estas dos o declararlas ambas idiomas oficiales de la UE. El español ya es el idioma que más se aprende en toda la unión después del inglés.
 No hay más argumentos que estos desde la convicción europea.
Una observación final: ¿Por qué nos sirven los medios  el Tiempo como un fenómeno nacional? ¿Existe el Tiempo francés o español ? ¿Por qué nos sirven las noticias desde el extranjero cuando son noticias de regiones europeas? En Europa ya no existe el extranjero. No somos extranjeros en Europa. Debemos habituarnos a vivir el cosmopolitismo, no de forma elitista como en los años veinte, sino de modo popular y kantiano.
¡En avant l’esprit, en avant la langue!

Manfred

8/2008

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