sábado, 12 de julio de 2008

El Mito de Prusia (8): Rojos

Karl Marx, Friedrich Engels, Ferdinand Lassalle, August Bebel, prusianos del siglo XIX.
Karl Liebknecht, Rosa Luxemburg, Walter Benjamin, Erich Fromm, Herbert Marcuse, Theodor W. Adorno, Hannah Arendt, prusianos del siglo XX.

A todos ellos les acompañó la organización estatal prusiana, recibieron su formación escolar, universitaria o autodidacta en Prusia, vivieron los años de aprendizaje más intensivos en el ambiente social y cultural particular prusiano. Todos ellos son considerados intelectuales destacados, creadores de una visión distinta del mundo que rompe con tradiciones creadas durante siglos. Y todos siguieron un camino de Prusia al mundo, obligados por un lado y llamados por el otro, hacia un concepto universal de su pensar analítico y crítico.

¿Esa acumulación de creatividad inovadora, la disposición a romper con un ambiente preestablecido y la entrega a su proyecto vital, era casual, fortuito nada más?
¿Tenían que ver en eso experiencias que ellos intentaron dejar atrás con el objetivo de pensar y ser diferentes ?
¿ O eran ellos herederos,  la mayoría, hijos adoptivos del Gymnasium prusiano creado por el ministro de educacón Wilhelm von Humboldt?
¿Cuál sería la influencia de este ser particular prusiano sobre sus proyectos de vida, sobre su filosofía y actividad profesional?
Karl Marx se ha pronunciado sobre este tema. Dijo que la revolución de la modernidad se ha producido de modo muy distinta en los diferentes ambientes europeos. Mientras en Francia la revolución era política y en Inglaterra económica, en Alemania – especialmente en Prusia – la revolución era filosófica. Su amigo Heinrich Heine, otro prusiano, trasformó esa sentencia en un verso poético:
“Franceses y rusos poseen la tierra, de los británicos es el mar.
Nosotros, sin embargo, tenemos la hegemonía en el imperio de los sueños.
Ahí no estamos divididos, otros pueblos se criaron en tierra llana.“
Por eso, Karl Marx sacó la conclusión que había llegado el  momento de hacer de los sueños realidad e invertir el proceso de la idealización, trasformarlo en materia concreta. Y esa obra histórica lo atribuye al proletariado. Colocando la teoría idealista de Hegel de la cabeza sobre los pies pensaba hallar el método para su análisis crítico de la realidad. Con su obra “Crítica de la Economía Política (Das Kapital)“ creó el manual del socialismo científico  para reemplazar el socialismo utópico de los franceses y descartar ilusiones simplistas del anarquismo.
Nació una teoría política que en diferentes manifestaciones ha cambiado el mundo durante el siglo XX y aun posee vigencia para más.
Friedrich Engels no sólo era compañero espiritual y metódico, su situación económica solvente hizo posible que sobreviviera el amigo Marx. Y era Engels quien aportaba el material histórico necesario para alimentar el modelo teórico marxista. Sus estudios sobre el orígen de la familia, su monografía de la Guerra de Campesinos como primera revolución de la época moderna y su sintética descripción de la situación social de la clase obrera inglesa, son textos clásicos para cualquier estudio serio de problemas sociales. Es de indudable vigencia.
Debido a Ferdinand Lassalle y August Bebel la masa de los obreros logra organizarse, Y lo hace de modo totalmente distinto de toda organización anterior y también contemporánea en el mundo, que sólo era de tipo gremial, unidos bajo la perspectiva de conservar intereses propios particulares e impedir competidores.
La socialdemocracia en Alemania con su centro en Prusia se organizaba alrededor de una teoría política, de un proyecto para el futuro con signos y símbolos de esperanza utópica.
Una teoría que exigía sacrificios a los miembros afiliados como a creyentes y su proyección era superar  divisiones nacionales, su misión era exportable. Y durante varias generaciones los trabajadores del mundo industrial veían en el socialismo alemán la vanguardia a seguir.
Con Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg aparecen marxistas del nuevo siglo y nuevo signo.
En la Primera Guerra Mundial los proletarios combatieron unos contra otros en lugar de unirse en su lucha común, como lo preveía la teoría. Y en el imperio del zar se había impuesto la revolución bolchevique en la forma de un golpe de estado, y en el país más retrasado.
La teoría marxista entró en crisis, y parecía ser reemplazada por el leninismo.
Pero Karl y Rosa mantenían su posición de socialistas alemanes, no soviética – antitotalitaria.
Y Rosa Luxemburgo se manifestó abiertamente contra Lenin:
“Yo haría todo que mi enemigo político pueda pronunciarse en público libremente.“ 
No había olvidado la lección del prusiano Emanuel Kant.
Pero este enemigo no hará nada de eso. El militarote prusiano que la mató a golpes de culata y luego hundió el cuerpo en un canal en Berlín, no tenía palabras a pronunciar. Esto sucedió en Enero de 1919 y parecía que todo había acabado, mientras la revolución de los bolcheviques triunfaba y la socialdemocracia buscaba la alianza con las fuerzas de ley y orden de la antigua Prusia para superar el caos después de la derrota militar. Y era el entonces casi desconocido Stalin quien ironisaba esta divergencia:“Si estos alemanes quieren hacer una revolución, y el lugar es la estación de trenes, todos sacarían antes un billete.“
Pero Lenin contestó a la pregunta:¿Cuál será el modelo soviético?
“La organización prusiana, con electrificación y poder bolchevique.“
Con Benjamin, Fromm, Marcuse y Adorno aparecen teóricos de nuevo cuño. No se interesan en primer lugar por la estricta investigación social y la teoría de la revolución socialista. Ellos descubren el elemento cultural. Era obvio que la clase obrera no solía actuar de acuerdo a lo que preveía el concepto de conciencia de clase. Sin embargo, todos los hábitos deben entenderse en el marco de la dialéctica diseñada por Hegel: se piensa como se vive; y las múltiples manifestaciones de la cultura, arquitectura, música, et.c. son elementos de estudios,  para entender lo que en fondo es una sociedad en  proceso vivo de permanente evolución. Estos cambios a veces son patentes, pero normalmente permanecen escondidos detrás de fachadas habilmente levantadas.
El crítico es el acompañante llamado a revelar deformaciones, mentiras e ilusiones, tratando así a rectificar procesos de degeneración que suelen acabar en el inhumanismo.
La mayoría en este grupo eran judíos que habían desarrollado una sensibilidad especial para detectar procesos destructivos antes de que surgieran a la superficie.
Y es Hannah Arendt quien después de vivir  experiencias como el antisemitismo y el holocausto buscaba una explicación desde la filosofía, historia y sicopatología de los sucesos que parecían estar por encima de toda explicación teórica. Y con ella, la ilustración como afán de explicación del mundo en el que vivimos entra en una nueva fase dejando atrás lo que Adorno había recomendado, permanecer mudo y callado ante sucesos tan horribles como Auschwitz. Son judios alemanes que en sus obras manifiestan la vigencia de la herencia de la ilustración prusiana,
Prusia que después de 1945 definitivamente fue borrada del mapa europeo no parecía que reviviera. Sin embargo, muchos elementos que caracterizan la organización prusiana sobreviven – y curiosamente – menos en Alemania moderna que en el estado de Israel.
El estado judío que nació de la teoría del zionismo en el fondo es una variante de la construcción artificial prusiana.
Encontramos una estricta racionalidad administrativa, una ética del servicio, una pervivencia de elementos pluriculturales y muy marcadamente, una militarización de todos los aspectos de la vida. Israel forma un cuerpo realmente extraño y vulnerable en un medio donde se encuentra desubicado y provocador de conflicto permanente. Conceptos como una máxima rentabilidad y productividad con el predominio de creatividad individual y respeto al individualismo marcado contradice a una vecindad donde impera todo lo contrario.
Todos estos elementos han sido virtudes de Prusia también.
¿Y los vicios?
A mi parecer, también existe soberbia de la excelencia y desprestigio de lo ajeno. El estado como garantizador de libertad y bienestar se ve obligado a neutralidad cuando unos enemigos resentidos no los son. Así se agudiza un conflicto de mentalidades que surge entre civilizados  y fanáticos y entregados al fatalismo, una rivalidad por poder e influencia y fundamentalismos internos y externos rivalizan: colonos e islamistas en confrontación apocalíptica. Me extraña la manifiesta simpatía de grupos de “izquierda“ en Europa en favor de fundamentalistas que excluyen todo compromiso de su proyecto político.
Un conflicto así, Prusia lo ha vivido internamente cuando se presentaba el movimiento nazi, y finalmente se rindió ante este elemento que pretendía poseer las llaves del futuro.
Cuando Prusia renunció a su herencia cultural humanista dejó de existir.
Espero que  a Israel no le suceda.

Manfred
7/ 2008

No hay comentarios:

Publicar un comentario