s‘ist Krieg! s‘ist Krieg! ¡En guerra, estamos en
guerra!
O
Gottes Engel wehre, O , Angel
del Señor,
Und rede du darein!
¡Asómate, impídela!
s‘ist
leider Krieg - und ich begehre, Desgracia de la guerra
--
Nicht schuld daran zu
sein! ¡Y la culpa, no quiero tenerla yo!
( Mathias Claudius )
Los versos del pequeño periodista Mathias
Claudius, súbdito del Gran Friedrich II de Prusia, también llamado El Grande,
publicados en plena campaña militar de aquel contra una coalición de enemigos formada
por Austria, Francia y los demás estados alemanes, marcan una nueva etapa en la
publicidad. Nos encontramos en el Siglo de las Luces. Imanuel Kant publicará la
serie de sus Críticas fundamentales que abren las puertas de par en par a una
nueva era del pensamiento universal. Mathias Claudius no sabe nada de todo eso.
Es un personaje sencillo. Ha conocido
pocos estudios y para mejorar el miserable sueldo de maestro de escuela rural
ha fundado un periodiquillo. Son unas pocas hojas para informar sobre los escasos eventos en esta región apartada para
los lectores que se dan el lujo de comprárselo. Mathias Claudius es un hombre
valiente:
No hay
ningún pais europeo en ese momento donde un maestro de escuela puede criticar a
su rey que se encuentra en guerra.
El rey Friedrich se encontraba en ese tiempo
cuando se publicó el poema en una situación realmente angustiosa: El 22 de Nov.
de 1757 parecía probable que el reino de
Prusia pudiera desaparecer del mapa europeo. La coalición enemiga disponía de
una superioridad en relación de veinte a uno. Los restos de su ejército se
encontraban delante la aldea de Leuthen y el rey había reunido a los oficiales
en su tienda de mando.
Contra la costumbre y tradición habló alemán y
no francés. Diferentes testigos relatan lo sucedido:
En primer lugar advirtió sobre la inmensa
superioridad numérica del enemigo; además de la falta casi total de artillería
propia para acometer a un enemigo fortificado.
Y el rey continuaba así:
“Voy a atacar a un enemigo tres veces superior
a nosotros contra todas las reglas del arte militar. Debo hacer esto o todo
está perdido. Tenemos que vencer o que nos entierren delante de sus baterías.
Comuniquen esto a todos los hombres y digan que me siento con autoridad para
exigir esto.
Sin embargo, si hay entre ustedes oficiales que
deciden no acompañarme les daré la despedida sin el menor reproche.”
Cuenta la historia que no se retiró nadie, lo
que estaba por esperar. La batalla de Leuthen marcó el cambio en del destino de
Prusia. La suerte le acompañó a Friedrich una vez más y tocaron campanas de la
victoria para el famoso trabalenguas en alemán: “Der Leutnant von Leuthen
befahl seinen Leuten nicht eher zu läuten, bis der Leutnant von Leuthen das
Läuten seinen Leuten befahl.”
Es obvio el espíritu militarista y no voy a
hacer ningún intento de justificarlo o embellecerlo. Creció y se forjó el mito,
un mito militarista peligroso en la historia para Alemania: El mito del “Viejo Fritz” o Friedrich der Große: El rey
ilustrado y aventurero militarista que con un gesto de desafío ocupó un puesto
en la primera línea de la infantería y tuvo suerte. Tal vez por su baja
estatura, las balas pasaron por encima de él.
Sin
embargo, en la pequeña ciudad de Wandsbeck el maestro Mathias Claudius siguió
en su poema:
¿De qué me servirá
Una corona, oro, tierras, honor?
¡Desgracia de esta guerra --
Y la culpa no
quiero tenerla yo!
Además, puso preguntas que debería hacerse el
mismo rey:
“¿Qué haría yo si en el sueño se me presentaran
las almas de los caidos, pálidas y cubiertas de sangre? ¿Y los padres, las
madres y las novias, tan felices antes de esta guerra, ahora pobres y
desolados, maldiciéndome?”
Manfred
7/2008
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