Tertulias
“Aquello era un mundo, tan arcaico como moderno, donde los códices individuales de valores como ‘la verdad, la libertad, el derecho, la razón’ habían perdido totalmente su validez o habían tomado un significado contrario a la tradición ilustrada. Tal, debido a que estos principios estaban desarraigados de su contexto real histórico o relativizados. Ahora su contenido era ‘la sangre ‘y ‘la violencia’, activando como principio máximo ‘la autoridad’ para culminar en una especie de ‘dictadura de una fe moderna’. El retroceso y el progreso se consideraban lo mismo, el mundo visto como una bola redonda que no conociera principio ni fin. Por eso, la libertad y la autoridad no representaban conceptos contrarios; la necesidad fundamental pareciera ser ‘la violencia’y su activación no necesitaba justificación. ”(Thomas Mann, Doktor Faustus)[i]
Contextualicemos: este era en términos generales el espíritu dominante en los círculos de tertulia contemporáneos a la biografía de Doctor Fausto de Thomas Mann. Participaban en estas reuniones personas importantes de distintas áreas de las ciencias, de la vida pública y escritores. El salón Kridwiß, retrato que hizo Th. Mann en su novela, era el prototipo de la definición del ‘espíritu del tiempo’ que anticipaba en ideas lo que posteriormente sucedería en términos reales y por reales actores: La eutanasia, las guerras del Tercer Reich, el holocausto. Lo que en principio pareció tertulia inofensiva, teórica y divertida para tertulianos aburridos o exaltados se cumpliría en la destrucción del mundo civilizado.
Georges Sorel, autor del libro – ensayo ‘Sur la Violence’quien llegó a formular la síntesis de lo que se discutía, escribió: “La esencia de todo acto social es la violencia.”
Los individuos se asocian en sociedad y en naciones para cometerla cumpliendo así su paranoia como normalidad.
Lo que les motivaba a participar en esa gustosa denegación de la tradición humanista en Europa y especialmente en Alemania en gran medida era el gusto por el protagonismo personal; la búsqueda de un escenario para lucir ideas propias, diversas a aquel ambiente social que no les producía satisfacción.
“Pseudo – revolucionarios’ los llamaría Bert Brecht y compuso su verso: “Las vaquillas más estúpidas son las que eligen a sus matarifes ellas mismas.”( “Nur die allerdümmsten Kälber --- wählen ihre Metzger selber.”)
Ante aquella experiencia histórica relativamente reciente parece que la generación actual debería ser más que instruida, advertida y curada. Sin embargo no me parece; nos encontramos ante una ola crecida de irrealismo y cobra una tremenda actualidad el ideario que Thomas Mann ironizó, llamándolo sinsentido fugaz, “steiler Unfug”.
Sin embargo, es este ‘Unfug’ el que más y más gana terreno en los medios de información actuales, en las tertulias privadas y públicas (constituidas hoy por hoy en los chats y en general en las redes sociales); en la formación y creación de nuevos partidos políticos y en la deformación de lo que había sido consensual hasta ahora. Me ahorro describir detalles que diariamente observo y que cada vez más dominan los noticieros. Tertulianos cibernéticos destacados se hacen famosos ante el público ciber y teleadicto predicando principios ‘Unfug’, total ausencia de realismo y de moderación. Como gallos en pelea lucen las crestas en alto y bailando con discursos populistas ganan aplauso.
Vía Facebook reparten sus mensajes envenenados y me temo que al igual que sus lejanos antepasados, se están haciendo los dueños del ‘espíritu del tiempo’ actual (Der neue Zeitgeist in Europa).
Recientemente leí un comentario en la prensa alemana acerca de la conversión de un conocido publicista quien se pasó al campo del populismo moderno:
“Ahora aquí es como entonces era en 1968: la tensión sanguínea de la nación sube y M.(el periodista converso) ya está dispuesto a entrar al ‘combate’. La pelea por el populismo de derechas, en contra de los refugiados combinada con su crisis profesional y personal (el hombre se ha quedado sin trabajo); todo eso de alguna manera se va combinando. En la soledad del estudio encerrado, y lejos de la vida diaria de labores, el señor M.construye un YO – populista, víctima naturalmente de verse perseguido. Trabajando de noche, su patria se llama Facebook.Y ahí recibe aplauso por parte de miles y mientras más radical, más guerrillero, más aplauso y tanto más crece el YO.”[ii]
¿Qué más quiere el señor M.? Me parece que pudo haber salido de la novela de Thomas Mann, ahora un hombre moderno pero tan irresponsable como aquellos en el salón Kridwiß. ¡Qué les importaban las consecuencias! El aplauso era todo lo que buscaban, aunque fueran solamente divertidas las ganas de contradecir. ----- ¿Soluciones? … ¡Eso es asunto de otros!
Redacción: friedrichmanfredpeter julio 2018
Edición: anavictoria
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