Schwester Pia / ‘Enfermera Pia’
Las fuerzas de extrema Derecha están nuevamente presentes en la Alemania del 2018; tal vez nunca dejaron de estarlo, sólo dormían un poco.
¿Cómo se explica la fácil seducción de individuos de precarios recursos intelectuales y poca formación hacia las metas ideológicas extremistas? Por un lado, está como es sabido, la simpleza del mensaje social y político que esgrimen sus adalides. Por otra parte, es la opción al poder y al ascenso de categoría social: esa carta se juega igual que se juega a ganar en la lotería. Quienes conocimos de cerca el monstruo fascista -porque nos tocó la poca gracia de nacer en la década 30 del siglo pasado- abominamos estas tendencias sociales y sentimos entre indignación y miedo ante las absurdas repeticiones de la historia. No habría mejor lección para los individuos jóvenes que conocer biografías como las de Eleanore Baur.
La prensa alemana (Süddeutsche Zeitung München) publicó hace unos días una extensa información sobre la vida de esta persona que puede quizá interesar a lectores de mis artículos y comentarios. No quiero repetir los pormenores de una biografía ‘estrambótica’ que en el fondo avergüenza a toda persona de bien. Merece un comentario en este momento cuando parecen resucitar ambientes donde personajes como Eleanore Baur / Schwester Pia nuevamente consiguen adeptos. Porque muchas personas hay que admiran a la gente con mentes sencillas, considerándolas inclusive superiores a cualquier sofisticada mentalidad. Pues aquí tenemos un ejemplo clásico que las cosas no son así de sencillas.
Eleanore Baur, hija de un simple campesino sin más formación que el ‘servicio doméstico’ fue la mujermás altamente galardonada por el Tercer Reich. Recibió la condecoración llamada “Blutorden” por su participación en el primer golpe de estado frustrado nazi en el día 9 de noviembre de 1923.
Sucedió de forma accidental, casi cómica. La joven Eleanore al ver pasar delante de ella en una calle de Múnich el desfile de nazi rebeldes en marcha hacia el lugar céntrico de “Feldherrenhalle” donde irían a proclamar el fin de la República constituida, fue invitada como a muchos más a unirse a la marcha. Ella siguió sin saber de qué se trataba, joven y completamente novata en la capital bávara. Siguió y parece que en la cercanía del futuro ‘Führer’ Adolf Hitler. Cuando sonaron los tiros iban cayendo manifestantes a su alrededor. Hitler huyó y fue detenido posteriormente. Eleanore quedó ilesa y se dedicó a los que habían quedado tirados sobre el pavimento, heridos. Al tiempo se enfrentaba a los policías que intervinieron en la acción.
Resultado: El joven partido nazi se acordó de ella y la hizo miembro del partido con el número 25. Es decir que podría reclamar honores de ‘cofundadora’. Además, Hitler una vez en el poder, -conseguido ‘legalmente’- compensó sus méritos con la condecoración más importante que el régimen había creado: “Der Blutorden” porque los ‘caídos’ en Múnich fueron ungidos como héroes fundadores del régimen triunfante.
La azarosamente afamada Eleanore se transformó de un día al otro en Schwester Pia – ‘Enfermera Pia’. Ella que nunca había recibido formación de enfermera y que ni siquiera era una mujer adecuadamente alfabeta, se vistió muy convencida con el atuendo blanco de la Medicina y nunca más retiró de su cabeza la proverbial cofia de su nueva “profesión”. Solía: Ante la medalla impuesta, los SS le rindieron honores y Sor Pia tomó la costumbre de visitar campos de concentración para realizar diversas actividades: ayudaba a seleccionar a candidatos para el castigo, el fusilado o el gaseado letal. Pero también escogía a quien ‘mimar’ si le parecía, en su absurdo saber, que se trataba de alguien digno de recibir sus mimos. Sentía compasión por los sacerdotes católicos bávaros; a los polacos en cambio los mandó a la muerte.
Sobre todo su odio contra personas judías era proverbial y con sádico placer asistía a experimentos medicinales en KZ de Dachau y de Auschwitz. Se transformó en verdugo dicharachera, bienhumorada etc. Y aún más: Seleccionó a hombres que le podían ser útiles para construir una casa o para compañero de cama temporal. Esa última aventura está documentada por voces de terceros porque estos hombres nunca volvían, al parecer no solían sobrevivir a la nefasta selección.
Vaya personaje…y ¿qué sucedió con Sor Pia cuando por fin la Alemania Nazi sucumbió?
La purificación de la peste nazi se hizo a través de llamadas “Spruchkammern” cámaras de sentencias; los jueces eran alemanes supervigilados por los Aliados vencedores. Y Eleanore Baur fue juzgada y condenada, primero a diez, luego a siete, luego a cinco y apenas cinco años después de su última hazaña había recobrado libertad y derechos cívicos; además habitaba en la casa que le habían construido ‘sus hombres’, estos ‘hombres’ que ella había ‘rescatado’ de la muerte. Eleanor Baur tuvo una vejez feliz, recibió honores debido a testimonios de sobrevivientes que destacaban su ‘buen corazón’ a pesar de ser nazi fanática. Murió a la edad de 95 años ‘con el corazón dedicado al servicio de la patria’. Así se pudo leer en aquella época en una crónica de prensa local en Baviera.
Hasta aquí los hechos ¿Qué más puedo comentar después de la indignación que esto me causa?
Creo que existe un contexto social poderoso e imponente; tal contexto garantiza continuidad y estabilidad en la vida de millones de personas aún dentro del caos. Así se puede entender la buena suerte de la Sor de mentirillas. Se trata en suma de un poder folclórico, no necesariamente racista; es cuestión de ‘identidad’ la que estabiliza la convivencia. Ideas y convicciones van y vienen: el atuendo típico, la fiesta en pueblo, la ‘Blasmusik’ queda. Sobre todo eso se extiende un cielo azul con alguna nubecilla blanca – la bandera de Baviera - y cubre este ambiente atractivo armonioso y generoso que hizo posible el gran perdón a un personaje tan siniestro como ‘Schwester Pia’.
Además, una mano providencial parecía haber intervenido en el destino de Eleanore Baur.
En una región tan cristiano como lo es Baviera supongo que debe haber sido la mano y el trinche del Diablo.
Redacción friedrichmanfredpeter julio 2018
Edición anavictoria
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