“Somos judíos…
… y debemos temer sobre todo al carácter alemán, ‘qui est esentiellement anti-sémitique’, suficiente razón para orientarnos naturalmente en el mundo y a este mundo le suministramos diversión y espectáculos; pero no por eso somos tontos, sabemos distinguir el Fausto de Gounod del de Goethe … Somos internacionales, pero pro–alemanes, como nadie más en el mundo y ello es porque no podemos ignorar los lazos familiares entre la cultura alemana y la judía: ‘Une analogie frapante!’ Por igual somos odiados, despreciados, temidos, envidiados e igualmente somos extrañados como nosotros extrañamos a otros. Se habla del ‘Tiempo de los nacionalismos’, pero en realidad sólo existen dos: el nacionalismo alemán y el judío, todo lo demás en comparación con estos es un juego de niños.” (Thomas Mann, Doctor Fausto)[i]
Laspalabras anteriores son del empresario Saul Fitelberg - ‘Arrangements Musicaux’- quien se presenta dentro de la narración para formalizar la publicación de la composición musical de Adrian Leverkühn. el protagonista.
Fitelberg es judío como dicen el nombre que lleva y las ideas que manifiesta.
Resulta muy interesante esta cita, en primer lugar la supuesta proximidad de las dos culturas que desde su raíz se parecen, al decir de F. Igualmente opina que existe un conflicto original debido al antisemitismo esencial del carácter alemán. Sin embargo, Alemania siempre ha de ser la primera referencia del pueblo judío.
F. destaca el carácter ‘superficial’ de la cultura occidental a la que Alemania no pertenece lo cual asegura demostrar comparando el ‘Fausto’ del autor francés Gounod con el Fausto de Goethe.
En un segundo lugar, F. opina que los judíos tuvieron que orientarse hacia el mundo, volverse ‘internacionales’, empresarios del espectáculo (hablamos de show-business) como F. por el temor hacia los alemanes. Thomas Mann tuvo el modelo Hollywood frente a su casa en California. Muchos alemanes judíos le visitarían allí mismo. A pesar de la integración de muchos judíos en otros ambientes, en el fondo mantienen el carácter similar al alemán - aunque hablen otros idiomas-. No escapan a la marca que les dejan sus apellidos”( p.ej. el escritor inglés Isaac Berlín)y uno de ellos muy común es el apellido “Deutsch”.
Y aún un tercer aspecto más: Quien comparte virtudes y vicios como hacen alemanes y judíos también compartieron un destino aunque de forma muy diferente: unos han sido víctimas y otros victimarios.
¿Y eso no ha roto definitivamente toda relación normal? ¿No se podrá volver atrás, no hay manera de superar los sucesos históricos?
No es una cuestión de ‘crimen’ monstruoso seguido por un castigo en un acto de justicia. Es mucho más que eso. Thomas Mann no pudo prever que detrás de su narración novelada apareciese una tragedia histórica singular espantosa. Su mujer Katja era descendiente de familia judía y supongo que estos sucesos en su dimensión inesperada causarían un enorme trauma familiar.
Sin embargo, el término de antisemitismo indica una vía para racionalizar aquellos sucesos terribles.
En comparación con otro momento histórico, la persecución de los judíos sefarditas en España siglos atrás no podría ser llamada antisemita porque aún no existía una base teórico–filosófica como esta.
En ese caso se trató de intereses del poder social y local, de fanatismo religioso, rivalidad política, todo eso en en complicada mezcla. La teoría mortífera antisemita sólo apareció posteriormente, tras la acción de la Ilustración y de la Revolución seculares. Lentamente se difundió esa teoría a través de Europa como en una carrera de postas para llegar hasta los Nazi Alemanes quienes creían poseer la prueba racional para justificar la eliminación de la ‘raza judía’ y ponerla en marcha.
La perversa traición a la teoría ilustrada coronó la aversión y menosprecio social que ya existían, pero estas no fueron la causa del ‘Holocausto’. Viendo los sucesos bajo esta perspectiva, entender lo que realmente pasó, no me parece imposible la convivencia pacífica entre alemanes y judíos que vuelve lentamente a lo que siempre había existido.
No está exenta la época actual de aversión, resentimiento, odio y envidia; son irreducibles porque son componentes de la vida real en cualquier sociedad. Lo que me parece claramente vencida y desterrada es la teoría mortífera. Nadie, en su sano juicio, podrá compartirla después de lo que hoy sabemos.
No se ha de olvidar que el antisemitismo como secuela del racismo es una falacia efímera, se trata de una pseudo-religión sectaria. Por eso era excepcional, singular, imprevisible. No han sido la aversión, el odio, la envidia o el desprecio humano los causantes de millones de vidas exterminadas, ha sido una falsa fe ideologizada la responsable, el mecanizado anti-humanismo moderno.
Mi convicción es esa: Judíos y alemanes comparten un destino común, los individuos vivirán como durante cientos de años lo han hecho en intensa desarmonía. Y bien sabemos que la armonía no obedece a órdenes; no hay pedagogía válida para reducir agresión y prejuicios a cero. No hay que buscar el ideal imposible; la rivalidad a veces también es productiva (así fue en el pasado) y la amistad hay que dejarla en el ambiente privado de la gente.
Redacción: friedrichmanfredpeter julio 2018
Edición anavictoria
haben alles zu fürchten vom deutschen Charakter, ‘qui est essentiellement anti-sémitique’, - Grund genug für uns natürlich, uns zur Welt zu halten, der wir Unterhaltungen und Sensationen arrangieren, ohne dass das besagte, dass wir Windbeutel oder auf den Kopf gefallen sind. Wir wissen sehr wohl zwischen Gounods Faust und dem von Goethe zu unterscheiden, auch wenn wir französisch sprechen ….Wir sind international – aber wir sind pro – deutsch, sind es wie niemand sonst auf der Welt, schon weil wir garnicht umhin können, die Verwandtschaft der Rolle von Deutschtum und Judentum auf Erden wahrzunehmen. ‘Une analogie frapante!’ Gleichermaßen sind sie verhasst, verachtet, gefürchtet, beneidet, gleichermaßen befremden sie und sind befremdet. Man spricht vom Zeitalter des Nationalismus. Aber in Wirklichkeit gibt es nur zwei Nationalismen, den deutschen und den jüdischen, und der aller anderen ist ein Kinderspiel dagegen – “(Thomas Mann, Doktor Faustus. Stockholm 1948, p. 621)
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