jueves, 28 de junio de 2018

IRRACIONALES

IRRACIONALES
      Antirracionales

“Gewisse Leute
   sollten nicht von Freiheit, 
           Vernunft, Humanität sprechen—“ 

“Ciertas personas no debieran hablar de ‘Libertad, Razón, Humanismo’-por respeto a la decencia y a la higiene mental-. Pero este profesor solía hablar sobre todo del tema de ‘humanismo’, – naturalmente en el sentido que le dio ‘el clásico siglo de la fe’-  porque este era el fundamento de su modo de ver y de pensar en sus discursos sobre psicología. Le daba una enorme importancia al planteamiento de que el humanismo no se tratara de una idea creada por el libre pensamiento moderno, sino que siempre había existido y que, incluso, la actividad de la Inquisición en el fondo contuviese actitudes conmovedoras de humanismo.
Así, comentaba el caso de una mujer que fuera atrapada en aquel tiempo y después procesada y quemada; ella había tenido relación carnal con un ‘Incubus’, inclusive yaciendo al lado de su marido que estaba dormido; eso sucedió tres veces por semana, preferiblemente en tiempos de festividades religiosas. Ella se había comprometido con el diablo de tal manera que siete años después, de cuerpo y alma, estaría en sus garras definitivamente. Sin embargo le tocó la suerte de caer en manos de la Inquisición por el amor de Dios. Y bastaron leves grados de ‘interrogación’ para hacerla confesar con grandísimo arrepentimiento, tanto que con seguridad alcanzaba la gracia de Dios; por su propia voluntad se entregó a la muerte declarando que aunque pudiese liberarse preferiría la hoguera para escaparse del poder del demonio y dejar atrás la vida de vil pecadora.
¡Qué bella y hermosa cultura era esa – decíaS– cuando aun existía un armonioso consentimiento entre el delincuente y su juez! ¡Qué cálido humanismo era este – todos satisfechos de haber arrancado una alma perdida de las garras del demonio en el último instante y con eso haberle conseguido el perdón de Dios.
Así nos hablaba S-para instruirnos y nos hizo manifestar esa conclusión de que no se tratara de una modalidad más de humanismo sino de la verdadera y auténtica esencia humanista.”[i]
(Thomas Mann, Doktor Faustus)

                          



Comentario: La novela de Thomas Mann lleva paso a paso al lector a conocer la vida del Doctor Fausto moderno. Con ironía hace resucitar el medievo en la figura del profesor de teología en la Universidad de Halle. Schleppfuß defiende la Inquisición ante sus estudiantes, y entre estos se encuentran el narrador y Adrian, el futuro Doctor Fausto. 
El nombre del profesor, inventado por Thomas Mann, resulta de aplicar la leyenda popular de un “diablo cojo”, pues el profesor cojea y su nombre es un apodo que le dieron los estudiantes.
Sin embargo, a través de la ironía se asoma el tema central de la novela: La irrupción del poder irracional y anti racional tanto en la vida de los individuos como en la de la sociedad entera. La novela de Thomas Mann manifiesta el lento proceso de penetración de un espíritu anti racional en la sociedad alemana: un teólogo de segunda categoría rescatando una imagen positiva de la Inquisición, salones de la burguesía repletos de figuras raras adictas al esoterismo, nacionalistas sin fundamentos ni argumentos… todo eso que se combina y  finalmente culmina en una ola gigantesca, un ‘tsunami’ político – ideológico, el nazismo. 


Joseph Goebbels, ministro de educación y de ‘Propaganda’ del gobierno nazi, exestudiante de teología y predicador del más extremo totalitarismo dará en la realidad el ejemplo clásico de un colectivo histérico sin riendas. En febrero del año 1943, después de Stalingrado y ya de frente al previsible ocaso del nazismo en todos los frentes, Joseph Goebbels reúne a una multitud de adoctrinados dogmáticos del nazismo en el ‘Sportpalast’ de Berlín. Su discurso fulminante acaba en el eslogan concentrado de sin sentido irracional: ¿Wollt ihr den totalen Krieg? grita --- Y el auditorio le responde con el grito ‘Jaaaa! -¡Síiiii! Han querido la ‘guerra total’ y obtuvieron la ‘total derrota’.
 En mis años de estudios en la U de Frankfurt tuve un compañero mayor que yo quien, siendo soldado, había presenciado aquel espectáculo. Después de largos años de prisionero de guerra, el hombre había vuelto para comenzar estudios de Historia. Me contó, y no me causó sorpresa, que él también había gritado ¡‘Síii’! No era ningún loco, simplemente un joven asustado y desorientado ante una avalancha de sucesos que le aplastaban. Ahora, estudiando la historia comenzaba a entenderlo mejor. El mal al que nos referimos había comenzado mucho antes:  Igual que el profesor Schleppfuß de la novela de Thomas Mann muchos intentaban eliminar los frutos de la Ilustración y la Revolución de los corazones y mentes de la juventud en la continuidad de el romanticismo –‘Romantik’-  y…lo habían logrado.
Ante este desastre histórico nos conviene estar bien despiertos  para mandar a los irracionales de estos tiempos a su debido lugar: El basurero de la historia.

Redacción friedrichmanfredpeter  junio  2018
     Edición  anavictoria



[i]“Gewisse Leute
   sollten nicht von Freiheit, Vernunft, Humanität sprechenaus Reinlichkeitsgründen sollten sie es unterlassen. Aber gerade von Humanität sprach Schleppfuß auch – natürlich im Sinn des ‘klassischen Jahrhundert des Glaubens’, auf deren Geistesverfassung er seine psychologischen Erörterungen gründete. Deutlich lag ihm daran zu verstehen zu geben, dass Humanität keine Erfindung des freien Geistes sei, dass nicht ihm nur diese Idee zugehöre, dass es sie immer gegeben habe, und dass beispielsweise die Tätigkeit der Inquisition von rührendster Humanität beseelt gewesen sei.
Ein Weib, so erzählte er, war zu jener Zeit gefänglich angenommen, prozessiert und eingeäschert worden, die volle sechs Jahre Kundschaft mit einem Inkubus gehabt hatte, sogar an der Seite ihres schlafenden Mannes, dreimal die Woche, vorzüglich aber zu heiligen Zeiten. Sie hatte dem Teufel drgestalt Promeß gemacht, dass sie nach sieben Jahren ihm mit Leib und Seele anheimgefallen wäre. Sie hatte aber Stern gehabt, denn noch gerade vor Ablauf der Frist ließ Gott in seiner Liebe sie in die Hände der Inquisition falle, und schon unter leichten Graden der Befragung legte sie ein volles und ergreifend reuiges Geständnis ab, so dass sie höchstwahrscheinlich von Gott Verzeihung erlangte. Gar willig nämlich ging sie in den Tod, unter der ausdrücklichen Erklärung, dass, wenn sie auch loskommen könnte, sie doch ganz entschieden den Brandpfahl vorzóge, um nur der Macht des Dämons zu entgehen. So sehr war ihr das Leben durch die Unterworfenheit unter schmutzige Sünde zum Ekel geworden. Welche schöne Geschlossenheit der Kultur aber sprach aus diesem harmonischen Einvernehmen zwischen dem Richter und dem Delinquenten und welche warme Humanität aus der Genugtuung darüber, diese Seele noch im letzten Augenblick durch das Feuer dem Teufel entrissen und ihr die Verzeihung Gottes verschafft zu haben.
Dies führte Schleppfuß uns zu Gemüte und ließ uns bemerken – nicht nur, was Humanität auch sein könne, sondern was sie eigentlich sei
(Thomas Mann, Doktor Faustus, Stockholm 1948. S. 160)

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