martes, 5 de junio de 2018

¿Dónde estamos? ¿Qué es esto?


¿Dónde estamos? ¿Qué es esto?
(último pasaje de La Montaña Mágica)

” ¿Dónde hemos entrado en el sueño? Crepúsculo, lluvias, barro, rojos incendios lejanos bajo un cielo gris que despide truenos sonoros llenos de gravedad, dejando un aire húmedo desgarrado por aullidos agudos, furiosos como de perros infernales, chillidos estridentes; todo esto astillando, chapoteando, estallando en llamarada entre gritos de dolor, gemidos; entre estruendos de trompetas y toques de tambores cada vez más acelerados, más veloces. (…)




                         Ahí hay un bosque que suelta en chorro manadas de seres o cosas incoloros que corren, caen, saltan. Al borde de una cadena de colinas brotan incendios que se unen a ratos para formar llamaradas hirvientes. Hay una carretera cubierta de ramas partidas, igual que el bosque; hay un camino de campo con profundos surcos enfangados que se dirige hacia las colinas. Nos vemos rodeados de tierra de labores agrícolas surcada totalmente de barro. Troncos desnudos de árboles bajo la lluvia, con las ramas cortadas en trisas. (…)  Hay un letrero indicador, inútil consultarlo, la mediana oscuridad no permitiría leerlo; además está medio destruido por un impacto de metralla. 
¿Es el oeste el este?, es tierra llana, es la guerra. Y nosotros, tímidas sombras junto al camino, vergonzosa seguridad  corresponde a las sombras. Hemos llegado aquí y ahora, no para cantar triunfos e inventar mentiras:- nos ha acompañado el espíritu de nuestra narración que nos hace contemplar por una última vez la cara de nuestro compañero que, ahora vestido de gris, corre y cae y avanza al compás de los tambores.
 Tanto tiempo viéndolo, al pecador bonachón, tantas veces escuchándole hablar y ahora se nos perderá de vista.(…)


En este momento canta… sí, canta; como suele suceder en momentos de grandísima tensión; sin saberlo con el aliento entrecortado canta para él mismo:
               
“Y con mi navaja corté letras
                 de amor en su corteza—“

Ahora se cae de nuevo. No, se tiró al suelo porque un perro infernal llegó rugiendo, uno de gran calibre, un asqueroso pan de azúcar del abismo. Y echado está entre barro y charcos, la cara metida en el fresco fango, las piernas abiertas, los pies a la derecha y los talones hacia abajo. (Tal eran las instrucciones). Y treinta pasos delante de él revienta con tremenda fuerza, explosiona y levanta una salto tan alto como una casa de tierra, fuego, hierro y plomo y en eso mezclados los restos humanos de dos amigos echados allí abrazados por el miedo. Y ahora ya no están, convertidos en barro, desaparecidos para siempre. --- Y ahora él se levanta, cojeando avanza con los pies cargados de barro e inconsciente canta:
                “Y sus ---- ramas --- soplaron
                  cómo lla – mán – do –me –“

Y así sucedió que entre el escándalo ensordecedor, bajo la lluvia, en el crepúsculo, se nos perdió.
   ¡ Adios ! Hans Castorp, hijo pródigo de la vida."
 Thomas Mann, La Montaña Mágica







Thomas Mann se despide de su ‘protagonista’ Hans Castorp sobre el campo de batalla. Cuando el escritor escribe esa escena impresionante, no sabía lo que vendría después. Sin embargo, la semilla de la continuidad de esa catástrofe y tantas más germinaba ya.
El final de esa novela singular es inesperado, tal como fue lo que pasó a Europa y en parte al mundo en el mes de agosto de 1914. La historia sufrió un brusco vuelco hacia la catástrofe; hasta el día de hoy, más de cien años después están presentes las consecuencias de aquello que se desencadenó bajo varios signos, mensajes, pretextos: el del reajuste del ‘equilibrio del poder’, el de la constitución de ‘la nación moderna’, el de un predominio de ‘etnia o raza’, el de la ‘rivalidad económica’ y también la justificante del ‘conflicto entre culturas opuestas’. Y definitivamente una sangrienta guerra. O entre ‘ideas o ideologías políticas’, o para combatir ‘imperialismo’.
Sin embargo, la solución sangrienta que buscaba poner fin a la contradicción, fracasó. Aún hoy, y después de una segunda guerra, para nuestra actualidad no ha encontrado salida. Sin embargo muchos de los argumentos siguen vigentes.
Vivimos en la continuidad de lo que comenzó en el año1914. Sólo podemos confirmar que ha ganado lo inhumano, la barbarie y el menosprecio de las vidas de las personas. Millones de jóvenes han perdido la vida sobre los campos de batalla de Europa y posteriormente del mundo. Las víctimas civiles, los daños colaterales nunca se contabilizaron. Ninguna de la vida de los sobrevivientes podría seguir igual a como estaba antes de la catástrofe.
¿Los responsables? ¿Los culpables?
¡TODOS! No ha sido inocente absolutamente nadie: Ningún estado, ningún gremio, ninguna iglesia cristiana; ninguna idea o ideología salió con la conciencia limpia. Ninguna justificación es valiosa. Los sacrificios y muertes por idealismo han sido inútiles, engañosos. Jamás antes se ha mentido tanto, nunca antes gobernó la hipocresía con abierta sinvergüenzura las mentes. Tratados de paz se firmaron, pero su función era preparar la guerra siguiente. ¿Hasta cuando?
Hans Castorp, pecador inocente, como lo llama Thomas Mann abandonó la Montaña Mágica para cumplir su deber patriótico y para finalizar así su destino. Su amigo Settembrini le dirige un último saludo y el lector que convivía temporalmente fantasiosamente en esa Montaña verifica que no había otra salida de allí que la Muerte. Con ellos hemos vivido privilegiados en este ambiente sin fronteras, sin límites de los que ponen las ideas, religiones, hábitos sociales, códigos diferentes. Esa ‘magia’ ha hecho posible lo que en la realidad estuvo en su fase final antes de explotar: La calma antes de la tormenta o del huracán. Y esa explosión la captamos, la sentimos venir detrás de gestos y de sonrisas. Nos parece hallarnos en esta, una sala de espera antes de la llegada del tren que nos va a transportar a un lugar distante.

En el año 1924 el cabo austriaco del año 1914 Adolf Hitler se encontraba en prisión por atentar contra el orden estatal y desde esa prisión mandó su mensaje totalitario terrorista. Redactó  su manifiesto de un ‘nuevo pensar y actuar violento’ – Mein Kampf – Mi Lucha –
En la lejana ciudad de Moscú el secretario general del Partido Comunista, Josef  Stalin inició su guerra de terror contra la propia población, declaraba la guerra a muerte contra todos que no le fuesen útiles y serviciales.. Nuevas tragedias se anunciaron y La Montaña Mágica tolerante definitivamente se perdió. Escenario  esotérico – no más.
¿Y para ti y para mi, lectores? Dónde nuestra Montaña Mágica…

friedrichmnfredpeter junio  2018
  edición anavictoria



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