martes, 11 de octubre de 2016

Sancho amigo





Sancho amigo has de saber que nací por querer
del cielo en esta nuestra edad de hierro
Para resucitar en ella la de oro o la dorada

¿Quién no lo conoce? Todos lo conocemos. Sin embargo, siempre es nuevo lo que nos dice, y nos habla en este caso desde  la profundidad de maderas recicladas. Una viejísima puerta forma el cuerpo, la cabeza surgió de una palo de origen desconocido, lanza o pluma que en este caso  es lo mismo, igual que la media espada son restos de vigas, y en ellas escrito está: Viejo Soldado - Hidalgo Pobre .
Y ahora me revela su presencia sorprendente en la madera encontrada: viejo y reciclado Don Quijote de la Mancha, me confiesa a mí y a quienes vivimos tantos años después, quién es él, qué le inquieta y qué pretende hacer.
“Sancho amigo” dice  --ese soy yo y eres tú, lector de la talla y de este texto -- ¿qué hemos de saber?:
Sepamos que este viejo soldado, tallado en vieja madera nació “por querer del cielo”, está  cargado de la misión de transformar la edad en la que le tocó vivir porque fue edad de “hierro”.
De hierro están hechas las leyes y las reglas sociales que gobiernan la convivencia de las personas. Duro es ganarse la vida bajo el dominio de reglamentos férreos, regida por injustas costumbres.
Y es cosa seria para él en madera, en señal de juramento cubre su corazón con la mano derecha, donde luce una media decoración y la cruz del cruzado, la Orden de Santiago.
¿De qué armas dispone?  Lleva  media espada y una lanza, que – viéndola de cerca – se distingue como una pluma para escribir.
¿Y con este instrumento piensa luchar?
La espada no sirve, la condecoración está rota, queda la pluma que igual a una lanza se dirige contra los molinos del tiempo de hierro.
¨Para resucitar en esta, la edad de oro¨, dice la inscripción sobre la lanza. Es esa edad de oro perdida en los tiempos pasados igual que un ignoto Jardín de Edén.  Ninguno existió, son metáforas del deseo de los hombres, proyecciones de una nostalgia sin tiempo definido, sueños eternos. Traducirlo a la realidad es una empresa utópica, cargada de heroísmo y de locura.
No nos lo recomienda como algo beneficioso; nosotros somos Sancho, somos normales y reales; es privilegio únicamente de este viejo soldado combatir por lo imposible, sin abandonarlo,  con resignada esperanza.
¿Y todos los que somos Sancho? --  somos muchos los Sanchos que creemos en él.

friedrichmanfredpeter  octubre 2016

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