¿Algo
nuevo e inesperado está sucediendo en el mundo occidental?
El odio
y el resentimiento invaden manifestaciones públicas.
¿A qué
es debido eso?
Actualmente
observamos una invasión de intolerante chabacaneo en las manifestaciones
callejeras y en medios de información.
La campaña electoral en EEUU se ha hecho síntoma de esa degradación.
Pero, no
solamente es un problema americano, grupos antisistema en Europa lo practican,
esperan y gozan de la libertad que les brinda la sociedad moderna.
Esa
actitud grosera tiene fácil explicación:
el odio desenfrenado libera a sus admiradores del odio escondido y guardado,
pero libremente expresado en la intimidad
de relaciones familiares o amistosas. Pueden ser ricas o pobres, pertenecer a
cualquier estrato social, ellos agradecen los gestos groseros, las palabras e
insinuaciones obscenas, porque justifican prejuicios que sienten contra grupos
izquierdistas, feministas y otros ciudadanos que les parecen sospechosos y les causan aversión. Se sienten amenazados por
un “establishment” izquierdoso, inseguros y aplauden a quien pretende defender
principios “seguros”; disfrutan del tono provocativo; está de moda expresarse
groseramente, etiquetar al enemigo o a la opinión contraria como despreciable.
En el
caso de Alemania, neonazis y agrupaciones como PEGIDA y AFD no paran de tildar
a sus adversarios políticos como menospreciables y declaran que “El Pueblo sano”
enfadado autorice sus bárbaras sanciones como “sanos juicios”; pretenden
apoyarse sobre el derecho a la expresión libre en democracia. Con asombro vemos la autoridad pública tolerar actos
vandálicos, policías que no impiden insultante agresión contra refugiados o
visitantes. Los atacantes dicen actuar según la supuesta mayoría étnica.
Es la propia
zona geopolítica que da razón a la barbarie verbal, lo que es “normal” se
define como heredado y pretende saber qué es americano, o alemán, o húngaro,
etc. La “verdad” se vuelve étnica:
No interesa lo que sucede en
otra parte, no lamentamos lo que ocurra
en otra región, porque aquella vida no la consideramos igual a la nuestra; no
posee el mismo valor nuestro: el principio de libertad se limita al territorio
nacional nuestro. Detrás de nuestras fronteras amenazan los violadores,
ladrones y mala
gente que aquí no la queremos ver.
Nuestro gobierno debería protegernos contra esta “chusma”.
Detrás
de esta barbarie moderna encontramos el etnocentrismo – en términos
sociológicos, ¿cómo se explica?:
Los
conflictos territoriales durante los últimos doscientos años han provocado la
transformación de los estados en “Estados Nación” o estados nacionales, su
formación ideal es étnicamente homogénea, por ejemplo: Francia de los
franceses, Alemania de alemanes, etc.
Significa
que poblaciones complejas se fueron transformando en un solo Pueblo.
La
nación moderna es “nación étnica”, definida culturalmente con lengua y
costumbres propias; hay un amplio código de características que sirven a
diferenciar a la gente. Sin embargo, la
realidad europea siempre ha sido multicolor y multiétnica. Amplias zonas del
viejo continente fueron homogenizados a la fuerza, pero hasta hoy presentan un
carácter multicolor. Eso en especial en Europa central, donde se fundieron como
corrientes de aguas las poblaciones,
lenguas y culturas.
El
estado nacional moderno ignora este origen lejano y trató de borrar la diferenciación interna.
Siempre
existieron barreras internas contra minorías nacionales, pero la situación
actual es distinta:
Hay que recibir
para tiempo indefinido a refugiados que traen otra lengua, religión y
costumbres.
¿Por qué
esa situación se hizo dramática?
Porque
se trata de nada menos que de la creación multiétnica de la nación moderna.
Alemania no podría ser definida como la nación de la etnia alemana
exclusivamente; debería admitir en su interior la presencia activa de grupos
distintos que serían tan alemanes como los demás. Igualdad debe perder su
carácter étnico. Solo así Alemania, el centro de Europa, será la nación abierta
al mundo y verdadera europea, tal como es su vocación.
Eso no
solamente lo ordena la razón política, está conforme con el interés económico y
con su historia pluricultural de siempre. El destino de esta nación está
definido por la geografía; no hay elección entre “apertura” y “cerrazón”. Somos
la nación abierta desde el comienzo de la historia, todo lo demás son
pamplinas.
friedrichmanfredpeter octubre 2016
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