viernes, 21 de octubre de 2016

La Escuela, ¿una empresa?

La educación escolar desarrollada de acuerdo con el ideal y el estilo Humboldt ya pasó de moda. Antes los jóvenes se encontraban, por ejemplo, con los conocimientos históricos y se enfrentaban a ellos, cuestionándolos.  Eso movilizó sus reservas intelectuales, anímicas y en la misma medida su personalidad se desarrollaba. Crecían, se hacían adultos, sus personales saberes armaban con precisión la enciclopedia personal. No les bastaban las superficies de las cosas: buscaron analogías, estructuras, causas. (condiciones estas propias del pensamiento abstracto, la comprensión de metáforas e ideas paradigmáticas).


Nosotros, los profesores, aspirábamos a que se hicieran ciudadanos del mundo, que supieran actuar con responsabilidad fundada en la reflexión; la mejor herramienta para confiar en que nuestra aspiración era viable era precisamente esa exploración que conllevaría más temprano o tarde –según fuera el caso de cada cual- la existencia de un pensamiento crítico y un ideal de bien común como valor incorporado.Y algunos se quedaban atrás, es cierto, pero el diseño pedagógico político –por lo menos en Alemania- contaba con ellos.

 ¡ Ya todo eso ha pasado de moda !...¡nos quitaron este saber hacer! Actualmente son los puntos los que cuentan: Puntos - Pisa son los que mandan.

Ahora encontramos en pedagogía una discusión infinita sobre métodos y maneras de actuar en la labor con los jóvenes alumnos. Todos girando alrededor de las ¨competencias“ que victoriosamente se impusieron sobre las “excelencias“ casi caidas en anacronismo.
Se volvió esto una cuestión fanatizada en principios externos al alumno: “¿cómo debe modernizarse la escuela ante los retos de la vida actual?...¿cómo haríamos para alcanzar muy pronto los envidiados modelos de Finlandia y de Corea?“ Tales son las preguntas propias de la actual coyuntura.

Las causas reales del escaso rendimiento académico poco se mencionan:

- la indiferencia de los padres ante los problemas de sus hijos, la incomunicación.
– la irrigación permanente de información vacía por transitoria, en la TV.
– el ambiente e ideal social de diversión continuada y permanente.
– la invasión publicitaria y su riego permanente de información superficial que conlleva hiperactivismo endémico
– la precariedad del trabajo 
-etc... etc...

Estos problemas parecen no tener solución y por ello tanto la prensa como la ciencia de la educación y la política señalan a la Escuela como el lugar idóneo donde se requiere una solución para que el puntaje mejore.
Así, a la Escuela se le asigna una nueva función: antesala de agencia de trabajo o clínica de reparación social. No hay que perder el tiempo con asignaturas como la historia y las humanidades, cuando urge preparar a los estudiantes para el mercado laboral. A la Escuela, también al Gymnasium alemán, se le exige reparar deficiencias familiares y sociales.
 Humboldt y la autonomía creativa de la persona quedan descartados como elementos románticos supérfluos. Las ofertas publicistas y turísticas se encargarán de transmitir nociones de la cultura de ayer cuando el individuo se interese por ello y le guste.
  
Sin embargo, estoy convencido que en este mar de mediocridad permanecen islas o islotes de excelencia, y estas reservas no están limitadas.
¿A qué me refiero con este optimismo?
Pues, la mano de los maestros será imborrable a pesar de la competencia cibernáutica, la curiosidad de descubrir y de saber nace en toda vida nueva, los resultados serán visibles en las biografías de muchas personas. Fuerzas, energías humanas de iniciativa, creatividad y fantasía no se miden a través de puntajes.
Calidad nunca será reemplazada por la cantidad de proyectos con ánimos perfeccionistas.
Siempre habrá maestros y alumnos fascinados por entender lo que ¨sostiene este mundo en su interior“. Y eso será válido cuando PISA ya haya sido olvidado.

friedrichmanfredpeter  octubre 2016

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