La educación escolar desarrollada
de acuerdo con el ideal y el estilo Humboldt ya pasó de moda. Antes los jóvenes
se encontraban, por ejemplo, con los conocimientos históricos y se enfrentaban
a ellos, cuestionándolos. Eso movilizó
sus reservas intelectuales, anímicas y en la misma medida su personalidad se desarrollaba.
Crecían, se hacían adultos, sus personales saberes armaban con precisión la
enciclopedia personal. No les bastaban las superficies de las cosas: buscaron
analogías, estructuras, causas. (condiciones estas propias del pensamiento
abstracto, la comprensión de metáforas e ideas paradigmáticas).
Nosotros, los profesores, aspirábamos
a que se hicieran ciudadanos del mundo, que supieran actuar con responsabilidad
fundada en la reflexión; la mejor herramienta para confiar en que nuestra
aspiración era viable era precisamente esa exploración que conllevaría más
temprano o tarde –según fuera el caso de cada cual- la existencia de un pensamiento
crítico y un ideal de bien común como valor incorporado.Y algunos se quedaban
atrás, es cierto, pero el diseño pedagógico político –por lo menos en Alemania-
contaba con ellos.
¡ Ya todo eso ha pasado de moda !...¡nos
quitaron este saber hacer! Actualmente son los puntos los que cuentan: Puntos -
Pisa son los que mandan.
Ahora
encontramos en pedagogía una discusión infinita sobre métodos y maneras de
actuar en la labor con los jóvenes alumnos. Todos girando alrededor de las ¨competencias“
que victoriosamente se impusieron sobre las “excelencias“ casi caidas
en anacronismo.
Se
volvió esto una cuestión fanatizada en principios externos al alumno: “¿cómo
debe modernizarse la escuela ante los retos de la vida actual?...¿cómo haríamos
para alcanzar muy pronto los envidiados modelos de Finlandia y de Corea?“ Tales
son las preguntas propias de la actual coyuntura.
Las causas reales del escaso rendimiento académico
poco se mencionan:
- la indiferencia de los padres ante los problemas de
sus hijos, la incomunicación.
– la irrigación permanente de información vacía por
transitoria, en la TV.
– el ambiente e ideal social de diversión continuada
y permanente.
– la invasión publicitaria y su riego permanente de
información superficial que conlleva hiperactivismo endémico
– la precariedad del trabajo
-etc... etc...
Estos
problemas parecen no tener solución y por ello tanto la prensa como la ciencia
de la educación y la política señalan a la Escuela como el lugar idóneo donde
se requiere una solución para que el puntaje mejore.
Así,
a la Escuela se le asigna una nueva función: antesala de agencia de trabajo o
clínica de reparación social. No hay que perder el tiempo con asignaturas como
la historia y las humanidades, cuando urge preparar a los estudiantes para el
mercado laboral. A la Escuela, también al Gymnasium alemán, se le exige reparar
deficiencias familiares y sociales.
Humboldt y la autonomía creativa de la persona
quedan descartados como elementos románticos supérfluos. Las ofertas publicistas
y turísticas se encargarán de transmitir nociones de la cultura de ayer cuando
el individuo se interese por ello y le guste.
Sin
embargo, estoy convencido que en este mar de mediocridad permanecen islas o
islotes de excelencia, y estas reservas no están limitadas.
¿A
qué me refiero con este optimismo?
Pues,
la mano de los maestros será imborrable a pesar de la competencia cibernáutica,
la curiosidad de descubrir y de saber nace en toda vida nueva, los resultados
serán visibles en las biografías de muchas personas. Fuerzas, energías humanas
de iniciativa, creatividad y fantasía no se miden a través de puntajes.
Calidad
nunca será reemplazada por la cantidad de proyectos con ánimos perfeccionistas.
Siempre
habrá maestros y alumnos fascinados por entender lo que ¨sostiene este mundo en
su interior“. Y eso será válido cuando PISA ya haya sido olvidado.
friedrichmanfredpeter octubre 2016
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