Hilde Domin, Liebster
ich lade dich ein…
Amado
mío, yo te invito…
ven,
¡mira la casa que construí para ti!
Cuelga
tu sombrero en la pared,
ese, que
traes puesto con un orificio de bala.
Construí
la casa tal como tú la querrías.
Todo lo
que necesitas lo contiene ella:
el cielo
azul del trópico,
el aire
liviano de Madrid.
Las
paredes están pintadas de verde
tal como
las colinas de Heidelberg.
Y el
puente viejo será tu cama
encima
un colchón de aire .
Y hay un
olor a glicinia
cómo en
la Via Tarpeo.
Marco
Aurelio cuidará la puerta de la casa
el sol de tarde hará brillar el Tiber.
Nos
acompañará el cante de ruiseñor
cuando
vayamos al teatro o a la ópera
de la
Scala donde cantará Barrault.
Tú
siempre dispondrás de tiempo libre.
Y tus
brillantes ideas las redactará
una
máquina de escribir silenciosa.
Y cuánto
escribas será publicado
para gusto
tuyo y de tus acertados lectores.
Entonces
comeremos pato asado,
y los
platos los tiraremos por la ventana.
Pero no
te preocupes, no hay nadie debajo
a quien
golpear en la cabeza, dormirás tranquilo.
Y los cafés
de Viena están a la vuelta,
Para que
leamos prensa por la mañana,
con horror sabremos el porqué
cayeron golondrinas del cielo, tan lejos
después
de una explosión nuclear.
Sin
embargo dormirás la siesta
Y habrá
un árbol cercano a la terraza.
Trabajaremos
mucho
pero tendremos
aún más tiempo para reirnos.
Nos
visitará gente interesante
y
hablarás en varios idiomas.
Preferirás tu amada lengua alemana.
O daremos
un paseo nocturno
bajo la
luz de la luna
en el
patio de la Alhambra.
Y por la
mañana el cartero llegará
después
del desayuno.
Traerá
cartas amables de
tus
editores y ofertas de trabajo
que ya
no necesitarás.
Todo lo
que necesitas ya lo tienes.
Y por
eso, querido mío, coje tu sombrero.
Ese con el orificio de la bala,
póntelo
y márchate a la Oficina de la Vivienda Social,
porque
si no lo haces pronto,
Me he de
lanzar desde la ventana más alta
de esta casa soñada.
Hilde
Domin, la autora de este poema traducido del alemán, introduce a los lectores
en el destino o suerte que asumieron muchos de los emigrantes forzados,
aquellos que tuvieron que abandonar Alemania durante la era Nazi para salvar
sus vidas. En el caso de la autora de este poema las estaciones de la huida
fueron Inglaterra y finalmente Santo Domingo. Durante el exilio en la isla
caribeña Hilde D. trabajó como profesora de idiomas y traductora.
Regresó
a Alemania donde moriría en el 2006 a la edad de 97 años. Heredera de los apellidos
Löwenstein y Palm, adoptó el nombre literario Domin honrando su estadía en
Santo Domingo.
El texto
es canto a la vida no vivida, a la imposibilidad de hacerla real. Su marido,
cuya muerte violenta por bala es simbólica
(él fue por siempre su compañero en el exilio y regresó con ella a
Alemania) es el invitado a habitar una casa que urde la fantasía poética de la
autora.
Para el
año 1954 viviendo de nuevo en su país, Hilde escribió este texto poético:
Alemania es aún un campo de ruinas y el regreso de exiliados resulta una
aventura. Nada de este poema soñado desde la real precariedad es posible en ese
momento.
Sin
embargo, debió ser monumental la atracción que sigue ejerciendo una promesa de país
y un ideal cultural, (que parecieran derrotados en esos momentos por la
barbarie) para estos intelectuales como Hilde Domin y su esposo. La autora no
menciona las desgracias de sus familiares y sus cooterráneos. Su “casa”
ensoñada en fantasía para que su amado tenga todo lo que ella quisiera que
compartieran, está repleta de un universo cultural, civilizado. Este es el
mundo que reconstruye y al que da nombres.
La
realidad es otra, la vivienda está sometida a control estatal que vigila sobre
la solicitud de los ciudadanos que deben tener paciencia y contar de antemano con
años de frustración. El poema pretende una mirada por el agujero del tiempo y
aclara cuáles sueños poblaron esa
posguerra. Son sueños de “normalidad”; hablan de situaciones que una vez fueron
reales: Madrid, La Alhambra, la luz del trópico, ópera y teatro, o sencillamente
una cafetería vienesa. Todo eso en este momento está al alcance unicamente de la fantasía o procede
de recuerdos lejanos. Rescatarlo del olvido es recrear un mundo perdido para
recomenzar a vivir con dignidad.
Sin
embargo, Hilde Domin lo vive llena de optimismo, su manera de verlo, es un
manifiesto de la resurrección del país. La vida se impondrá sobre la muerte, la
muerte está aún presente pero reducida al agujerito de bala en el sombrero del
marido:
“Resurgida
entre ruinas y mirando hacia el futuro” es el mensaje de esta poeta que olvidó
sus apellidos en el exilio, se bautizó “Domin” y con esa identidad realizará la
antigua leyenda del Ave Fenix.
friedrichmanfredpeter octubre
2016
anavictoriaoeding
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