domingo, 23 de octubre de 2016

Hilde Domin, Te invito



Hilde  Domin,   Liebster ich lade dich ein…




Amado mío, yo te invito…
ven, ¡mira la casa que construí para ti!
Cuelga tu sombrero en la pared,
ese, que traes puesto con un orificio de bala.

Construí la casa tal como tú la querrías.
Todo lo que necesitas lo contiene ella:
el cielo azul del trópico,
el aire liviano de Madrid.

Las paredes están pintadas de verde
tal como las colinas de Heidelberg.
Y el puente viejo será tu cama
encima un colchón de aire .

Y hay un olor a glicinia
cómo en la Via Tarpeo.
Marco Aurelio cuidará la puerta de la casa
 el sol de tarde hará brillar el Tiber.

Nos acompañará el cante de ruiseñor
cuando vayamos al teatro o a la ópera
de la Scala donde cantará Barrault.
Tú siempre dispondrás de tiempo libre.

Y tus brillantes ideas las redactará
una máquina de escribir silenciosa.
Y cuánto escribas será publicado
para gusto tuyo y de tus acertados lectores.

Entonces comeremos pato asado,
y los platos los tiraremos por la ventana.
Pero no te preocupes, no hay nadie  debajo
a quien golpear en la cabeza, dormirás tranquilo.

Y los cafés de Viena están a la vuelta,
Para que leamos prensa por la mañana,
 con horror sabremos el porqué
 cayeron golondrinas del cielo, tan lejos
después de una explosión nuclear.

Sin embargo dormirás la siesta
Y habrá un árbol cercano a la terraza.
Trabajaremos mucho
pero tendremos aún más tiempo para reirnos.

Nos visitará gente interesante
y hablarás en varios idiomas.
 Preferirás tu amada lengua alemana.

O daremos un paseo nocturno
bajo la luz de la luna
en el patio de la Alhambra.

Y por la mañana el cartero llegará
después del desayuno.
Traerá cartas amables de
tus editores y ofertas de trabajo
que ya no necesitarás.

Todo lo que necesitas ya lo tienes.
Y por eso, querido mío, coje tu sombrero.
 Ese con el orificio de la bala,
póntelo y márchate a la Oficina de la Vivienda Social,
porque si no lo haces pronto,
Me he de lanzar desde la ventana más alta
 de esta casa soñada.

Hilde Domin, la autora de este poema traducido del alemán, introduce a los lectores en el destino o suerte que asumieron muchos de los emigrantes forzados, aquellos que tuvieron que abandonar Alemania durante la era Nazi para salvar sus vidas. En el caso de la autora de este poema las estaciones de la huida fueron Inglaterra y finalmente Santo Domingo. Durante el exilio en la isla caribeña Hilde D. trabajó como profesora de idiomas y traductora.

Regresó a Alemania donde moriría en el 2006 a la edad de 97 años. Heredera de los apellidos Löwenstein y Palm, adoptó el nombre literario Domin honrando su estadía en Santo Domingo.
El texto es canto a la vida no vivida, a la imposibilidad de hacerla real. Su marido, cuya muerte violenta por bala es simbólica  (él fue por siempre su compañero en el exilio y regresó con ella a Alemania) es el invitado a habitar una casa que urde la fantasía poética de la autora.
Para el año 1954 viviendo de nuevo en su país, Hilde escribió este texto poético: Alemania es aún un campo de ruinas y el regreso de exiliados resulta una aventura. Nada de este poema soñado desde la real precariedad es posible en ese momento.
Sin embargo, debió ser monumental la atracción que sigue ejerciendo una promesa de país y un ideal cultural, (que parecieran derrotados en esos momentos por la barbarie) para estos intelectuales como Hilde Domin y su esposo. La autora no menciona las desgracias de sus familiares y sus cooterráneos. Su “casa” ensoñada en fantasía para que su amado tenga todo lo que ella quisiera que compartieran, está repleta de un universo cultural, civilizado. Este es el mundo que reconstruye y al que da nombres.

La realidad es otra, la vivienda está sometida a control estatal que vigila sobre la solicitud de los ciudadanos que deben tener paciencia y contar de antemano con años de frustración. El poema pretende una mirada por el agujero del tiempo y aclara cuáles sueños  poblaron esa posguerra. Son sueños de “normalidad”; hablan de situaciones que una vez fueron reales: Madrid, La Alhambra, la luz del trópico, ópera y teatro, o sencillamente una cafetería vienesa. Todo eso en este momento  está al alcance unicamente de la fantasía o procede de recuerdos lejanos. Rescatarlo del olvido es recrear un mundo perdido para recomenzar a vivir con dignidad.
Sin embargo, Hilde Domin lo vive llena de optimismo, su manera de verlo, es un manifiesto de la resurrección del país. La vida se impondrá sobre la muerte, la muerte está aún presente pero reducida al agujerito de bala en el sombrero del marido:
“Resurgida entre ruinas y mirando hacia el futuro” es el mensaje de esta poeta que olvidó sus apellidos en el exilio, se bautizó “Domin” y con esa identidad realizará la antigua leyenda del Ave Fenix.

friedrichmanfredpeter  octubre  2016
anavictoriaoeding

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