Doktor Faustus
Thomas Mann
EL PACTO:
“En
pacto y en negocio estamos – con tu sangre lo confirmaste y te comprometiste
con nosotros y bautizado estás por nosotros. Esta visita mía sólo es para
confirmarlo. Has tomado tu tiempo de nosotros, completos veinticuatro años otorgados (“ab dato recessi”) en receso, tiempo
genial, tiempo sublime y solemne. Cuando estos se acaben y hayan pasado -lo cual aún está lejos, un tiempo así es una
pequeña eternidad-… entonces te atraparemos. Hasta aquel momento y mientras
tanto sumisos, en todo te obedeceremos y del Infierno disfrutarás, bajo una
sola condición: denegarás a quien vive, tanto al ejército celestial como a
todos los humanos, porque así tiene que ser.”
¿Cómo
así? Responde el compositor Adrián Leverkühn, y un halo de
frío aire le invadió.
¿Qué significa esa
nueva cláusula?
“Quiere
decir denegar y cancelar; creerás tal vez que los celos sólo habitan en la
altura, pero existen en lo bajo también. Nuestro eres tu, fina y bella
criatura, prometido y casado. No debes amar a nadie.
Mis
condiciones son claras y justas, inducidas por el afán legítimo del infierno:
El amor te está prohibido, amor es cuanto calienta. Tu vida ha de ser fría, no
amarás a nadie. Frío te queremos ver, tan frío que las llamas de tu creación
apenas si te calienten y a ella recurrirás desde la frialdad vital tuya.”
Thomas Mann,
Doktor Faustus – La Vida del Compositor Alemán Adrián Leverkühn narrada por un
amigo / Estocolmo 1948, p. 384
-en alemán al pie de página [i]
Esa escena central de la novela de Thomas Mann, Doktor
Faustus, nos recuerda el drama clásico de J.W. Goethe, ‘Faust’. Y efectivamente
de eso se trata, de una forma de repetición del arcano tema del pacto del
hombre con el diablo. En el drama de Goethe, el diablo lleva el nombre de
Mefisto, Thomas Mann no le da ningún nombre, solamente habla de ‘ÉL’
‘Él’ se acerca al compositor Adrián Leverkühn, o mejor Adrián lo escucha, sin
que haga falta llamarlo porque ya lo llevaba dentro desde mucho tiempo atrás;
son los indicios de locura progresiva que colman finalmente en esta escena del
‘Pacto’. ‘El’ no es más que la
secuela de una infección sifilítica que contrajo Adrián en años de juventud.
Ahí está otro referente cultural: el destino de Friedrich Nietzsche de quien se
cuenta un episodio igual. Thomas Mann es
descendiente de Goethe y de Nietzsche en sucesión.
No es mi intención aportar una interpretación más de esta
enigmática novela. El autor mismo ha intentado aclarar el proceso de creación
durante su estadía en el exilio de Nueva York. Ha escrito otra novela sobre
esta novela que explica la importancia que ha tenido este tema en su propia
salud mental.
Porque Thomas Mann sufrió de ‘Alemania’. La verdadera
locura endiablada era esa simple pregunta: ¿Por qué ha sucedido eso? … ¿Por qué
esa explosión de violencia inesperada en el centro de Europa? …Y el
desplazamiento de más de 100 000 intelectuales al exilio, Thomas Mann uno de
tantos.
¿Está Alemania entera simbólicamente resuelta y reducida
a un único personaje, el ‘Fausto’ y a su
clásico destino, ahora vivido nuevamente en un personaje moderno, Adrián
Leverkühn, el compositor genial?
Un carácter así revoca incluso la talla de Juan Sebastián
Bach; se trata de alguien presente en tiempos turbios, en tiempos con sacos
llenos de culebras que son llamadas “revoluciones”. Adrián nada tiene que
temer, se siente fortificado con el apoyo seguro de ‘EL’.
¿Quién es la persona que sostiene un negocio tan
suculento? … ¿O es que ‘EL’ es idéntico
al Genius que observadores críticos como Peter Watson llama “German Genius”? Un genius ambivalente
lleno de contradicciones y rupturas internas; una suerte de arquitecto
construyendo y de ideólogo destruyendo. Cierto es, finalmente deshaciendo su
propia labor.
Ahí está ‘EL’
que ha venido a presentarse a Adrián y este igual que millones más lo ha
recibido; le dio su gotita de sangre, firmó el tratado de no volver y de vivir
con estímulos de genialidad hasta cumplir
su tiempo medido, que son veinticuatro años; y el diablo no sería diablo
si ‘ÉL’ no encontrara una trampa en
el negocio: Los veinticuatro años con días y sus noches serían reducidos a
doce; y doce años largos era la ‘eternidad’ que ‘El’ cumplió.
Se trata del
milenio que el “Tercer Reich” proclamaba para sí; después se vería que había
que hacer con Adrián: Muerte, Hundimiento, Destrucción, Liquidación, División; lo
pactado fue así, dolor y muerte, Ocaso final.
Y así sucedió.
Friedrichmanfredpeter
febrero 2018
Edición
anavictoria
[i]
“Wir sind im Vertrag und
im Geschäft, -- mit deinem Blut hast du´s bezeugt und dich gegen uns
versprochen und bist auf uns getauft – dieser mein Besuch gilt nur der Konfirmation.
Zeit hast du von uns genommen, geniale Zeit, hochtragende Zeit, volle
vierundzwanzig Jahre ab dato recessi, die setzen wir dir zum Ziel. Sind sie
herum und vorüber gelaufen, was nicht abzusehen, und ist so eine Zeit auch eine
Ewigkeit, -- so sollst du geholt sein. Herwiderrumb wollen wir dir unterweilen
in allem untertänig und gehorsam sein, und dir soll die Hölle frommen, wenn du
nur absagst allen, die da leben, allem himmlischen Heer und allen Menschen,
denn das muss sein.” (Thomas Mann, Doktor Faustus -- Das Leben des deutschen Tonsetzers Adrian
Leverkühn, erzählt von einem Freunde / Stockholm 1948, p.384)
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