miércoles, 28 de febrero de 2018

Doktor Faustus / El Pacto

                                                            Doktor  Faustus
                                                                                    Thomas Mann


                                                   

          
EL  PACTO:

“En pacto y en negocio estamos – con tu sangre lo confirmaste y te comprometiste con nosotros y bautizado estás por nosotros. Esta visita mía sólo es para confirmarlo. Has tomado tu tiempo de nosotros, completos veinticuatro años otorgados  (“ab dato recessi”) en receso, tiempo genial, tiempo sublime y solemne. Cuando estos se acaben y hayan pasado  -lo cual aún está lejos, un tiempo así es una pequeña eternidad-… entonces te atraparemos. Hasta aquel momento y mientras tanto sumisos, en todo te obedeceremos y del Infierno disfrutarás, bajo una sola condición: denegarás a quien vive, tanto al ejército celestial como a todos los humanos, porque así tiene que ser.”
 
¿Cómo así? Responde el compositor Adrián Leverkühn, y un halo de frío aire le invadió.
¿Qué significa esa nueva cláusula?

“Quiere decir denegar y cancelar; creerás tal vez que los celos sólo habitan en la altura, pero existen en lo bajo también. Nuestro eres tu, fina y bella criatura, prometido y casado. No debes amar a nadie.
Mis condiciones son claras y justas, inducidas por el afán legítimo del infierno: El amor te está prohibido, amor es cuanto calienta. Tu vida ha de ser fría, no amarás a nadie. Frío te queremos ver, tan frío que las llamas de tu creación apenas si te calienten y a ella recurrirás desde la frialdad vital tuya.”
 Thomas Mann, Doktor Faustus – La Vida del Compositor Alemán Adrián Leverkühn narrada por un amigo / Estocolmo 1948, p. 384
-en alemán al pie de página [i]

Esa escena central de la novela de Thomas Mann, Doktor Faustus, nos recuerda el drama clásico de J.W. Goethe, ‘Faust’. Y efectivamente de eso se trata, de una forma de repetición del arcano tema del pacto del hombre con el diablo. En el drama de Goethe, el diablo lleva el nombre de Mefisto, Thomas Mann no le da ningún nombre, solamente habla de ‘ÉL’
‘Él’ se acerca al compositor Adrián Leverkühn, o mejor Adrián lo escucha, sin que haga falta llamarlo porque ya lo llevaba dentro desde mucho tiempo atrás; son los indicios de locura progresiva que colman finalmente en esta escena del ‘Pacto’. ‘El’ no es más que la secuela de una infección sifilítica que contrajo Adrián en años de juventud. Ahí está otro referente cultural: el destino de Friedrich Nietzsche de quien se cuenta un episodio igual.  Thomas Mann es descendiente de Goethe y de Nietzsche en sucesión.
No es mi intención aportar una interpretación más de esta enigmática novela. El autor mismo ha intentado aclarar el proceso de creación durante su estadía en el exilio de Nueva York. Ha escrito otra novela sobre esta novela que explica la importancia que ha tenido este tema en su propia salud mental.
Porque Thomas Mann sufrió de ‘Alemania’. La verdadera locura endiablada era esa simple pregunta: ¿Por qué ha sucedido eso? … ¿Por qué esa explosión de violencia inesperada en el centro de Europa? …Y el desplazamiento de más de 100 000 intelectuales al exilio, Thomas Mann uno de tantos.
¿Está Alemania entera simbólicamente resuelta y reducida a un único personaje,  el ‘Fausto’ y a su clásico destino, ahora vivido nuevamente en un personaje moderno, Adrián Leverkühn, el compositor genial?
Un carácter así revoca incluso la talla de Juan Sebastián Bach; se trata de alguien presente en tiempos turbios, en tiempos con sacos llenos de culebras que son llamadas “revoluciones”. Adrián nada tiene que temer, se siente fortificado con el apoyo seguro de ‘EL’.

¿Quién es la persona que sostiene un negocio tan suculento? … ¿O es que ‘EL’ es idéntico al Genius que observadores críticos como Peter Watson llama “German Genius”? Un genius ambivalente lleno de contradicciones y rupturas internas; una suerte de arquitecto construyendo y de ideólogo destruyendo. Cierto es, finalmente deshaciendo su propia labor.
Ahí está ‘EL’ que ha venido a presentarse a Adrián y este igual que millones más lo ha recibido; le dio su gotita de sangre, firmó el tratado de no volver y de vivir con estímulos de genialidad hasta cumplir  su tiempo medido, que son veinticuatro años; y el diablo no sería diablo si ‘ÉL’ no encontrara una trampa en el negocio: Los veinticuatro años con días y sus noches serían reducidos a doce; y doce años largos era la ‘eternidad’ que ‘El’ cumplió.
 Se trata del milenio que el “Tercer Reich” proclamaba para sí; después se vería que había que hacer con Adrián: Muerte, Hundimiento, Destrucción, Liquidación, División; lo pactado fue así, dolor y muerte, Ocaso final.  Y así sucedió.

Friedrichmanfredpeter  febrero 2018            
             Edición anavictoria






[i] “Wir sind im Vertrag und im Geschäft, -- mit deinem Blut hast du´s bezeugt und dich gegen uns versprochen und bist auf uns getauft – dieser mein Besuch gilt nur der Konfirmation. Zeit hast du von uns genommen, geniale Zeit, hochtragende Zeit, volle vierundzwanzig Jahre ab dato recessi, die setzen wir dir zum Ziel. Sind sie herum und vorüber gelaufen, was nicht abzusehen, und ist so eine Zeit auch eine Ewigkeit, -- so sollst du geholt sein. Herwiderrumb wollen wir dir unterweilen in allem untertänig und gehorsam sein, und dir soll die Hölle frommen, wenn du nur absagst allen, die da leben, allem himmlischen Heer und allen Menschen, denn das muss sein.” (Thomas Mann, Doktor Faustus  -- Das Leben des deutschen Tonsetzers Adrian Leverkühn, erzählt von einem Freunde / Stockholm 1948, p.384)

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