lunes, 19 de febrero de 2018

¿Lugares idílicos?

¿Lugares idílicos?

 

   Schöne  Heimat?
 
Die Zeit, semanario alemán trae hasta mi ávido ojo lector un artículo de Jana Hensel, Anarchie in BW :                                                 
(Zeit – Online, 15 de feb.2018 –original alemán al pie de página.)[i]

Traduzco y comento un fragmento:
 “Ahora hace ya tres días que me hallo en esta ciudad y todas las personas que he encontrado han sido muy amables conmigo; incluso aquella mujer con el cabello largo rubio lo fue. La gente de B… que yo encuentro no se manifiesta en las calles como  hacen los del movimiento Pegida en la ciudad de Dresden  “en contra del hundimiento de la cultura cristiana occidental”. Tampoco han votado por el partido extremista AfD.
Estos habitantes (del  sur alemán) regalan ropa y muebles a los que no se hallen tan bien como ellos. Pero en respuesta a esta cultura de dar la bienvenida, esperan que los beneficiados con sus donaciones se hagan invisibles; su generosidad es parte de sus  atributos como sociedad rica, pero  exigen ‘invisibilidad’ a los extraños. Si alguna cosa marcha mal en la convivencia, inmediatamente demandan graves consecuencias. Así como la mujer rubia me  había confirmado:
‘Quién se aprovecha de nosotros y de nuestra generosidad tiene que irse, enseguida, que se vaya, y eso en el curso de una semana.’ ”

Comentario
A los visitantes les gusta esa Alemania, la de las ciudades idílicas: Todo tan cuidado y tan bien mantenido; colores suaves y ambiente natural exuberante. Los tejados lucen todos los mismos tonos rojizos o gris uniformes, cuando lucen cubiertos de nieve ni siquiera se precisa un árbol de Navidad. Es un ambiente para ‘Belén de los pastores’. Aquí se está bien, aquí hay orden y al visitante no le falta la envidia o las ganas de quedarse en un lugar así, tan cercano a lo que podría llamarse la antesala del paraíso. Además, nadie grita, la voz en alto está desterrada. Después de las ocho de la tarde una brisa cariñosa envuelve a los pocos transeúntes que caminan velozmente a casa para ver el noticiero del día en la tele. Seguramente frente a la TV sabrán de desastres como los que suelen suceder en lugares lejanos y malqueridos como Hamburgo, Berlín, Bruselas, Siria o Jerusalén.
¿Desorden?  Sí lo hay, “lo hicimos” dirán varios de los habitantes de tan idílicos lugares…y mostrarán con risa burlona algunas fotos a los amigos, pero esas conductas relajadas las realizaron lejos, en Ibiza o en Gran Canaria, en vacaciones. Con sonrisa socarrona  comenta lo que allí lejos del idilio sucedió más allá de lo permitido durante ese viaje. En casa  ¿? NO, noo eso no habría pasado porque aquí SÍ hay orden. “Esto es lo nuestro”... confirmarán con seguridad.
Y ahora, ha llegado… ¡Esta Gente!  ¡Los Otros! Los que han venido y no se van.  Gente nueva (que en la realidad productiva del país sí que hacían falta porque en este idílico lugar nunca hay paro, todos están empleados en labores bien remunerados. Hay uno que otro ‘raro’ o problemático, pero eso no cuenta. El idilio no siempre fue tan perfecto. Aquí la guerra pasó sin dejar ruinas importantes: ya hace rato llegaron refugiados -llamados ‘Flüchtlinge’ o ‘rusos’, ‘húngaros’, ‘polacos’- y poco a poco se integraron, comenzando por lograr un suave tono de voz, el ‘Suabo’. Todavía hoy, sesenta años después muchos de ellos siguen pareciendo forasteros a la mirada de estos vecinos auténticos, autóctonos.
Ah, pero ahora han llegados estos, ‘Los Otros’, que conforman exactamente 0,5 % de la población de 34.000 habitantes. Casi invisibles son, se diría. Pero todo el mundo los ha visto o los ve diariamente, así lo manifiestan los mails y las conversaciones en los chats. Y que quede claro que nadie los odia, no hay racistas, todo el mundo es amable, pero… nadie los quiere ver. Cuando el dueño de una cafetería escribe un Post acerca de un problema que tuvo con un ‘somalí’ bebido, recibe un milenario apoyo vía internet por parte de los otros habitantes. Entrando en detalles, la policía manifiesta que  no hubo ningún incidente notable con el somalí, nada extraordinario pasó.
¿Qué le pasa a la gente? Se les está pasando que podría llamarse  ‘Idilitis’ si este mal tuviera nombre.
 ¿Es contagioso? Creo que sí.
¿Qué remedios hay?
 Yo solamente conozco uno solo:
¡No vayan allá, no se acerquen  a la antesala del paraíso porque es peligroso!
Friedrichmanfredpeter  febrero 2018
  Edición anavictoria






[i] “Drei Tage bin ich nun in der Stadt, und alle Menschen, die ich getroffen habe, waren ausnehmend freundlich zu mir. Selbst die Frau mit den langen, blonden Haaren war das. Die Balinger, die ich traf, gehen nicht wie die Anhänger von Pegida in Dresden auf die Straße und demonstrieren gegen den Untergang des Abendlandes. Sie wählen nicht einmal AfD. Sie spenden Kleidung und Möbel an jene, denen es nicht so gut geht wie ihnen selbst. 
Aber sie erwarten als Gegenleistung ihrer Willkommenskultur Unsichtbarkeit. Sie leisten sich Offenheit als ein weiteres Accessoire ihres Wohlstands. Und verlangen schnell, wenn etwas nicht so läuft, wie sie das wollen, harte Konsequenzen. Wer, wie die Frau mit den langen blonden Haaren sagt, unsere Gutmütigkeit ausnutzt, muss weg, ganz schnell und am besten innerhalb einer Woche.”

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