‘Ojos para no ver’ Georg
Cristoph Lichtenberg
¿Para qué sirve la ilustración?
“Mucho se habla de Ilustración y
se desea más Luz.
¡Dios mío!
¿Para qué más Luz si la gente o
no tiene ojos
o los
cierra para no ver?”
¿Por qué me interesa este autor semi olvidado?
El lector o la lectora lo entenderán cuando hayan leído los textos
que traduje del alemán. Pocas veces sucede que el don de una inteligencia
excepcional esté acompañado de sensibilidad y de humana espontaneidad. Es este el caso de Lichtenberg y por eso merece no ser olvidado, más cuando
tenemos presente el tiempo histórico, el contexto social y cultural que rodean
a este autor excepcional. Lichtenberg comunica
una extraña modernidad, como un ser nacido antes del tiempo. ¿Qué ofrece? – Saber, ternura, sencillez humana.
Georg Christoph Lichtenberg , autor de los siguientes textos marcados con
frecuencia por un profundo pesimismo. Lichtenberg es uno de los ‘ilustrados’ no
olvidados por inolvidables. Fue como Nietzsche, hijo de un pastor protestante.
Un hecho común entre literatos alemanes. Nació en Darmstadt, cerca de Frankfurt
en el año 1742 y murió en 1799 cuando la sombra de la Revolución Francesa había
alcanzado ya toda Alemania. Fue profesor de física en Göttingen y es
considerado el padre del ‘Aforismo alemán’. Lichtenberg era un hombre ‘diminuto’
deformado por una joroba que reducía sus movimientos, su respiración, un
hombrecito castigado por la enfermedad de por vida. En su privacidad, un gran
hombre, puro talento, modélico como ser humano, modesto, humilde:
“Yo no toco ningún instrumento musical, pero se silbar muy bien.”
Su ciudad, eminente aún hoy
por su universidad que luce en pleno centro; efectivamente allí está ubicada: la
U. de Göttingen, luz de las ciencias
naturales. En este centro a nivel de la
calle, sin pedestal, se encuentra el monumento dedicado al filósofo ‘enano’.
Hecho curioso: el material bronce para este monumento proviene del bronce
‘reciclado’ de otro monumento que se hallaba en Tirana, Albania. Allí formaba
la figura del dictador comunista Enver Hodya.
(Lección al margen: Los materiales pueden
viajar y reencarnarse de formas sorprendentes. ¿No parece esto un maravilloso
triunfo simbólico del saber sobre el poder?...Tal, no más, ha sido la máxima de
vida de Georg Christoph Lichtenberg.)
Textos:
1º Discurso de un suicida poco antes de actuar (3 de mayo de
1769)
“Amigos míos, en este momento me encuentro delante del
fondo del escenario y dispuesto a abrirlo para ver si detrás habrá más calma
que aquí. No sufro ningún momento de desesperación, conozco demasiado bien la
cadena de mis días, los que he vivido. Estoy cansado, hasta aquí he llegado y
no quiero caminar más, aquí deseo morir o al menos pasar una última noche.
Naturaleza… ¡Toma esa materia mía, haz de ella un elemento para otros seres, haz
de ella un arbusto, una nube, haz lo que quieras conmigo! Otro hombre, incluso.
¡Pero no me hagas a mí de nuevo!
Filosofía… ¡Gracias a ti en este momento porque no me
invaden manías piadosas. No siento temor alguno.
¡Abajo el telón!”
2º Carta al Sr. Gottfried Hieronymus Amelung
“Mi muy querido amigo,
Göttingen, comienzo de 1783
Esto sí es amistad, querido amigo. Gracias mil por acordarse de mi. No
le contesté enseguida, porque el cielo sabe lo que me ha ocurrido. Usted será
el primero con quien me confesaré. El verano pasado, inmediatamente después de
su última carta he sufrido la peor pérdida que jamás me sucedió.
Primero le cuento algo que nadie debería saber. Durante el año 1777
(tantos siete son malos) conocí a una joven muchacha, oriunda de esa ciudad;
ella tenía aproximadamente trece años.
Nunca en mi vida había conocido tanta belleza y dulzura -y bastantes he conocido en mi vida-. La
primera vez la vi acompañada de cinco o seis niñas más que venden flores a los
transeúntes en el paseo. Ella me ofreció un ramo de flores y se lo compré. Yo
iba en compañía de varios ingleses que vivían en mi casa. Uno de ellos dijo: ‘God
almighty, what a handsome girl is this’. Yo también me daba cuenta de eso y
sabiendo cuánto Sodoma hay en esa ciudad, decidí quitarla de ese oficio. La
encontré sola y la invité a ir a mi casa. Me dijo que no iba con ningún macho a
la habitación. Cuando se enteró que yo era profesor, vino una tarde acompañada
por su madre. Para ser breve: ella dejó la venta de flores y se quedó todo el
día conmigo. Y ahora encontré detrás de la belleza una mente extraordinaria Yo
le enseñé a leer y a escribir, el cálculo y cuantas ciencias más. Su
inteligencia se desarrollaba cada vez más. (…)
Pasábamos juntos todo el tiempo. Ella se iba a la iglesia y cada vez
que se alejaba me parecía que yo había enviado mis ojos y mis sentidos con
ella. – Con simples palabras le relato que ella se hizo mi mujer (sin la
bendición pastoral). Todo me lo había entregado sin ni siquiera saber mucho de
la importancia de su entrega. Por eso me acompañaba a la mesa cuando llegaban
amigos a comer y ella llevaba los vestidos propios para tal oportunidad
correspondientes a su rango. Yo la quería cada día más y mi intención era
unirme a ella también oficialmente ante la sociedad, ella a veces me lo
recordaba. Pero, O dios mío, esa muchacha divina se me murió en el día 4 de
agosto de 1782. Yo había llamado los mejores médicos de la ciudad, todo, todo
lo que pude hacer, lo he hecho.
Amigo mío, deje que cierre aquí porque no puedo
continuar
G.C.Lichtenberg
P S Rompa usted esa carta, pero guárdela en su
memoria como signo de la amistad que tenemos, porque usted ha sido el único de
todos los amigos que suele acordarse de mi.”
3º
Algunos Aforismos de Lichtenberg:
¿Acaso creéis tal vez, que el Buen
Dios es católico?
Dios realmente debe querernos mucho,
pues siempre aparece cuando hace mal tiempo.
El asno me parece un caballo
traducido al holandés.
Escribí ocho libros, hubiera hecho
mejor sembrar ocho árboles o tener ocho hijos.
Cuando los que mandan pierden la
vergüenza, los que obedecen pierden el respeto.
friedrichmanfredpeter febrero
2018
Edición
anavictoria
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