miércoles, 14 de febrero de 2018

La Revolución y el Hambre


La Revolución y el Hambre
(La ‘Suerte’ de Georg Forster)
                         
 La ‘Libertad Revolucionaria’ 

“Ya no tengo donde ir, no tengo patria, no tengo amigos, todos los que antes me admiraban me han abandonado  prefiriendo otra unión.  Mi situación sólo puede cambiar a mejor; a peor solo falta quitarme el placer de escribir cartas sin dinero para el porte.”
Paris , año 4 de la Revolución o 1793.

Quién escribía eso era un hombre importante: Georg Forster de edad un poco más de treinta años; cuando niño viajó por el mundo; en 1773  sobre el barco del explorador James Cook ‘descubrió’ Australia para el Reino Unido;  fue ‘ilustrado’ moderno, bibliotecario en Maguncia, ciudad junta al río Rin, -Mayence en francés y Mainz en alemán - hasta que llegaron los jacobinos revolucionarios franceses y se fue con ellos … veinte años después de participar en el descubrimiento de Australia murió de hambre en la ciudad de la libertad, del placer y sobre todo de la ‘Luz’.


Sería Goethe, quien viera salir a los jacobinos de Maguncia, después de que la ciudad se rindiera ante las fuerzas de coalición que intentaban acabar con la Revolución Francesa (Nunca llegaron a París). La dinámica del exilio  después de rendirse, parecía un desfile triunfante: cantando la Marsellesa, sobre las bayonetas llevaban pinchadas raciones de pan y numerosos habitantes de Maguncia iban con ellos; a los insultos respondían: “¡Volveremos!”
Y efectivamente así sucedió. El entusiasmo reproducía alas a la Revolución. Napoleón volverá triunfante a ‘Mayence’, nuevamente convertida en francesa.
Goethe, que entendía el nuevo espíritu del tiempo, después de la derrota de los invasores de la Reacción en Valmy  (1792) próxima a Paris, conversando con los oficiales prusianos reunidos con las cabezas agachadas afirmó: “Von hier und heute geht eine neue Epoche der Weltgeschichte aus, und Ihr könnt sagen, ‘ Ihr seid dabei gewesen!’ “ –
“De aquí y a partir de hoy comienza una nueva era de la historia universal y vosotros podéis decir: ‘Hemos estado presentes’.”
Un nuevo espíritu del tiempo nació. El filósofo Hegel creará ese término mágico  para denominar la nueva conciencia de la historia: ‘der Zeitgeist’ – El Espíritu del Tiempo
 Pero este espíritu no alimentaba a todos sus actores y adictos entusiastas –estos que se llamarían “Enfants de la Patrie”— Hijos de la Patria , para quienes “ Le Jour de Gloire est arrivé,” -- Ha llegado el Día de la Gloria.

Y Georg Forster,  hambriento, moría… no sin antes escribir clandestinamente a su mujer -que se  quedó en Maguncia:
“ Maguncia está bloqueada y yo no puedo volver. ---Hace tiempo he comenzado a vivir al estilo filosófico y estoy progresando en eso. Desde la lejanía todo parece diferente que viéndolo de cerca. Esa sentencia común se me impone aquí. Yo todavía mantengo mis principios, sin embargo encuentro muy pocas personas como yo.
Todo es odio enfurecido y partidismo para todo. Por un lado veo yo el talento y las ideas, pero sin valor y decisión; por el otro es pura energía cargada de ignorancia que rompe ñudos sin intentar desatarlos primero. Sin embargo, si Francia no lograra imponerse, la autocracia en Europa se impondrá triunfante. Pero yo me pregunto: ¿Dónde quedan justicia y derecho? No basta con el puro entusiasmo de las ideas que mantiene a los franceses como en una fiebre fría.
Yo, sin embargo, ya no tengo más preocupación que guardar seis camisas que aún me quedan. Ahora veo de nuevo algún verde en las copas de los árboles, emocionante más que las blancas flores.”

Notas:
La experiencia del revolucionario Georg Forster, quien era científico, pedagogo, escritor, puede ser transmitida a todas las revoluciones de la era moderna. Los escenarios desde Paris a San Petersburgo y Berlín, desde La Habana a Caracas, no parecieran cambiar en nada de lo sustancial: Todas las revoluciones se visten de colorines, se montan sobre barricadas reales o imaginadas, alternan entre ideas y entusiasmos, definen quienes han de ser víctimas y quienes héroes; todas las revoluciones llenan la mente y el corazón de sus seguidores con entusiasmo, siembran odio y fanatismo, reemplazan el pensar reflexivo por el entusiasmo sentimental, todas las revoluciones deciden quienes son buenos y quienes son malos,
 Y…
dejan vacíos los estómagos de sus adictos, magnifican su sufrimiento y sus privaciones;  definen quienes son los enemigos y convencen que de ellos es toda culpa. Las revoluciones movilizan el odio, cortan cabezas y mandan al exilio, se parecen a la larga y profunda respiración después de una exhaustiva carrera de maratón. Cansan.
Y ahí los veo, reunidos ante las panaderías, a todos los que en el templo de la revolución quedaron con hambre. Víctimas de un destino  colectivo secular, la Revolución que todo lo ha cambiado, menos a los hombres.



BON  APPÉTIT ¡!

friedrichmanfredpeter

   Edición anavictoria        

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