La Revolución y el Hambre
(La ‘Suerte’ de Georg Forster)
La ‘Libertad
Revolucionaria’
“Ya no tengo donde ir, no tengo
patria, no tengo amigos, todos los que antes me admiraban me han
abandonado prefiriendo otra unión. Mi situación sólo puede cambiar a mejor; a
peor solo falta quitarme el placer de escribir cartas sin dinero para el porte.”
—Paris , año
4 de la Revolución o 1793.
Quién escribía eso era un hombre importante: Georg Forster de edad un poco
más de treinta años; cuando niño viajó por el mundo; en 1773 sobre el barco del explorador James Cook
‘descubrió’ Australia para el Reino Unido;
fue ‘ilustrado’ moderno, bibliotecario en Maguncia, ciudad junta al río
Rin, -Mayence en francés y Mainz en alemán - hasta que llegaron los jacobinos
revolucionarios franceses y se fue con ellos … veinte años después de participar
en el descubrimiento de Australia murió de hambre en la ciudad de la libertad,
del placer y sobre todo de la ‘Luz’.
Sería Goethe, quien viera salir a los jacobinos de Maguncia, después de que
la ciudad se rindiera ante las fuerzas de coalición que intentaban acabar con la
Revolución Francesa (Nunca llegaron a París). La dinámica del exilio después de rendirse, parecía un desfile
triunfante: cantando la Marsellesa, sobre las bayonetas llevaban pinchadas
raciones de pan y numerosos habitantes de Maguncia iban con ellos; a los
insultos respondían: “¡Volveremos!”
Y efectivamente así sucedió. El entusiasmo reproducía alas a la Revolución.
Napoleón volverá triunfante a ‘Mayence’, nuevamente convertida en francesa.
Goethe, que entendía el nuevo espíritu del tiempo, después de la derrota de
los invasores de la Reacción en Valmy
(1792) próxima a Paris, conversando con los oficiales prusianos reunidos
con las cabezas agachadas afirmó: “Von
hier und heute geht eine neue Epoche der Weltgeschichte aus, und Ihr könnt
sagen, ‘ Ihr seid dabei gewesen!’
“ –
“De aquí y a partir de hoy
comienza una nueva era de la historia universal y vosotros podéis decir: ‘Hemos
estado presentes’.”
Un nuevo espíritu del tiempo nació. El filósofo Hegel creará ese término
mágico para denominar la nueva
conciencia de la historia: ‘der
Zeitgeist’ – El Espíritu del
Tiempo –
Pero este espíritu no alimentaba a
todos sus actores y adictos entusiastas –estos que se llamarían “Enfants de la Patrie”— Hijos de la Patria , para quienes “ Le Jour de Gloire est arrivé,” --
Ha llegado el Día de la Gloria.
Y Georg Forster, hambriento, moría…
no sin antes escribir clandestinamente a su mujer -que se quedó en Maguncia:
“ Maguncia está bloqueada y yo no
puedo volver. ---Hace tiempo he comenzado a vivir al estilo filosófico y estoy
progresando en eso. Desde la lejanía todo parece diferente que viéndolo de
cerca. Esa sentencia común se me impone aquí. Yo todavía mantengo mis
principios, sin embargo encuentro muy pocas personas como yo.
Todo es odio enfurecido y
partidismo para todo. Por un lado veo yo el talento y las ideas, pero sin valor
y decisión; por el otro es pura energía cargada de ignorancia que rompe ñudos
sin intentar desatarlos primero. Sin embargo, si Francia no lograra imponerse,
la autocracia en Europa se impondrá triunfante. Pero yo me pregunto: ¿Dónde
quedan justicia y derecho? No basta con el puro entusiasmo de las ideas que
mantiene a los franceses como en una fiebre fría.
Yo, sin embargo, ya no tengo más
preocupación que guardar seis camisas que aún me quedan. Ahora veo de nuevo
algún verde en las copas de los árboles, emocionante más que las blancas
flores.”
Notas:
La experiencia del revolucionario Georg Forster, quien era científico,
pedagogo, escritor, puede ser transmitida a todas las revoluciones de la era
moderna. Los escenarios desde Paris a San Petersburgo y Berlín, desde La Habana
a Caracas, no parecieran cambiar en nada de lo sustancial: Todas las
revoluciones se visten de colorines, se montan sobre barricadas reales o
imaginadas, alternan entre ideas y entusiasmos, definen quienes han de ser víctimas
y quienes héroes; todas las revoluciones llenan la mente y el corazón de sus seguidores
con entusiasmo, siembran odio y fanatismo, reemplazan el pensar reflexivo por
el entusiasmo sentimental, todas las revoluciones deciden quienes son buenos y
quienes son malos,
Y…
dejan vacíos los estómagos de sus adictos, magnifican su sufrimiento y sus
privaciones; definen quienes son los
enemigos y convencen que de ellos es toda culpa. Las revoluciones movilizan el
odio, cortan cabezas y mandan al exilio, se parecen a la larga y profunda
respiración después de una exhaustiva carrera de maratón. Cansan.
Y ahí los veo, reunidos ante las panaderías, a todos los que en el templo
de la revolución quedaron con hambre. Víctimas de un destino colectivo secular, la Revolución que todo lo
ha cambiado, menos a los hombres.
BON APPÉTIT ¡!
friedrichmanfredpeter
Edición anavictoria
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