REVOLUCIONES
Verdura, fruta y sueños-
“Durante el Siglo
XIX:
los alemanes pintaron su sueño y siempre resultaban
verdura y fruta.
Los franceses, pintando verdura y fruta enseguida les
resultaba un sueño.”
Theodor
Adorno
(“Im neunzehnten
Jahrhundert haben die Deutschen ihren Traum gemalt, und es ist allemal Gemüse
daraus geworden. Die Franzosen brauchten nur Gemüse zu malen, und es war schon
ein Traum.”)
El siglo XIX fue el
siglo de las revoluciones en Francia y en Alemania, eso lo manifiesta ese
aforismo de Theodor Adorno publicado por Suhrkamp, eminente editor alemán en el
año 1951.
Alemanes y Franceses
son casi los mismos: Igual composición etnológica: galos, romanos y germanos
han hecho su fusión histórica, con la adicional eslava y nórdica en el norte/este
alemán. “Francos” fueron ambos al principio; ‘Carlomagno’ los creó a ambos. Sin
embargo mental y emocionalmente han caminado sobre distintos caminos. Francia
se concentró sobre un trono, un altar y luego sobre una bandera tricolor;
Alemania se diseminó sobre un territorio abierto impreciso, indeterminado:
“Sacro Imperio” sin santidad, multipolar sin centro, pluriregional sin nación.
Así, hasta que el “gallo francés” cantó y el “aguilucho alemán” comenzara a
volar bien alto naturalmente, “soñando”.
Este ‘gallo
francés’ tomó la tierra lentamente, poco a poco; mientras el ‘aguilucho’alemán
se atrincheró en discursos filosófico – teológicos.
Así marcó el
poeta Heinrich Heine la diferencia:
“Franzosen gehört das Land, das Meer gehört den Briten,/Wir aber besitzen
im Luftreich des Traums die Herrschaft unbestritten.”
“Los franceses poseen la tierra y
el mar es de los británicos,
Nosotros sólo poseemos el
imperio aireado de los sueños.”
¿Qué germinó de
esa notoria diferencia de caminos asumida por cada una de las dos naciones?
“Gemüse” – fruta
y verdura – responde Adorno con sarcasmo irónico. El ‘arado de la Revolución’
rompió la tierra en ambos países. Ambos
obtuvieron lo que buscaban: alimento, bienestar, progreso, avance técnico –
industrial. Pero los del aguilucho extendieron sus ambiciones a más allá de la
esfera material. El aguilucho volaba bien alto y casi se perdía en el éter de
las ilusiones. El ‘gallo’ sin embargo nunca perdió el contacto con la real
tierra. Igual al agricultor romano ‘cultivaba’ trigo e ideas, ideas para bien
de todos, incluso para el aguilucho perdido en sus alturas.
Ahora no me
referiré a las peleas que tuvieron estas dos ´aves’, sino de la necesidad que
tiene uno del otro para ser finalmente lo que son:
La Europa de ‘verduras y frutas’
naturalmente. Esa es la Europa soñada por mí.
friedrichmanfredpeter febrero
2018
Edición
anavictoria
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