Immanuel…
¡Ilumínanos!
¿Dónde queda hoy Koenigsberg?
Jürgen Habermas, Jacques Derrida, Timothy Garton Ash
afirmaron: el “genius“ de Europa es Immanuel
Kant. “El Moisés de Europa”, lo
llamaron. Ah, pero sucedió algo muy innoble: El Imperio Soviético dragó la
ciudad de Königsberg –cuna del
pensador-, para darle un nombre de escándalo: Kaliningrado; también borraron
toda huella del filósofo. Los soviéticos continuaron así lo que la anticultura
nazi había comenzado y que la estalinista seguiría al pie de la letra, borrando
todo asomo de la historia del pensamiento ilustrado…ahora los europeos nos aguantamos
que el nombre de Kalinin - una oscura figura asesina, mero instrumento del
terror estalinista - borre el recuerdo de aquel Moisés de Europa que era Immanuel Kant.
La población actual de aquella ciudad procedente de
toda la geografía de la antigua Unión Soviética y que reemplazó a la alemana,
expulsada después de la ocupación por las tropas soviéticas, casi no tiene
noción de la historia de la ciudad que habitan. Era una ciudad de rango
europeo, donde fueron coronados los reyes prusianos.
Los rusos pudieron –después de la caída de la URS-,
cambiar de nuevo los nombres de Leningrado, Stalingrado, Gorki y otras más.
¿Por qué no se ha cambiado Kaliningrado? ¿Temen acaso que los alemanes quieran
volver a Koenigsberg? Una absurda
idea para quien conoce la realidad actual de Alemania. Además, también Sankt
Petersburg lleva un nombre en lengua
alemana.
Por el bien de Europa y para no darles la razón a
los bárbaros deberá regresar lo más pronto posible el nombre de Königsberg y el nombre de Immanuel Kant tiene que ocupar el lugar
que le corresponde en las calles de su ciudad. De la misma manera como el
personaje literario de Joyce representa a la ciudad de Dublin, Kant es el genio rector de
Koenigsberg.
Este tema de Koenigsberg o Kaliningrado no es un
tema alemán: es un tema europeo y solamente en el marco de una Europa
consciente de su historia y de su misión actual podría resolverse. Naturalmente encontraremos las
huellas de una historia local, la de Prusia anterior a Alemania. Imanuel
Kant era prusiano, su patria era el estado que ha dejado de existir, lo
cual hace más fácil divulgar su mensaje humanista y tolerante, ya que el temido
militarismo prusiano, hoy por hoy no amenaza a nadie.
Si Immanuel
Kant es el “Spiritus Rector” de Europa, los europeos deberíamos
preocuparnos de la ciudad que debiera ser símbolo del espíritu europeo nacido como
una consecuencia positiva de todas las confrontaciones y guerras civiles de nuestro
continente en el pasado. Es Kant, en
su texto Sobre la Paz Eterna quien nos
ha legado tal lección magistral. Con
Kant, solamente se puede ser
pro-europeo.
Todo esto medito ante la actual situación europea.
Leyendo la prensa me encuentro con Michel Déguy, columnista de Le Monde, quien
considera preocupante la ausencia de una conciencia y voluntad políticas pro-europea en el contexto de opinión
pública de las naciones europeas hoy en día.
Terrible aceptarlo: La Unión Europea no conoce un
espíritu europeo.
Es más, existe un desprecio entre los pueblos de la
Unión, que cada vez más, parece ser una Unión sin europeos. Ejemplos comunes de ello hay diarios: el
comportamiento deprimente de los hinchas de futbol, la prensa popular inglesa y
su hostilidad casi diaria contra “los franceses“, el Brexit exitoso ante la avalancha
de populismo británico, el desprecio hacia los visitantes alemanes manifestado
por un ministro de turismo italiano, el aire de
nacionalismo excluyente dominante en los estados de Europa del Este …para no hablar del territorio
hispano del continente europeo con sus manifestaciones casi enfermizas de
catalanidad en la vida cotidiana de aquella región…la hostilidad y la violencia
declarada contra todo ser diferente en un ambiente estrafalario. Las
consecuencias económicas y sociales y políticas de todo eso todavía no son
calculables.
Los comentarios populares sobre los pueblos vecinos suelen estar repletos de clichés y de prejuicios absurdos. Las encuestas realizadas no reflejan el grado de ausencia de espíritu europeo que realmente existe. Los individuos interrogados rara vez confiesan lo que en el ambiente privado, familiar o en la barra de los bares suelen manifestar sin mayores escrúpulos. En realidad existen tendencias abiertamente hostiles contra una conciencia europea como los nacionalistas corsos quienes han inventado un documento nacional de identidad corso. Carece de legalidad, pero trata de fomentar una conciencia nacionalista : “la corsitude“. De igual manera grupos extremistas proceden en su patria Euscadi. Es una medida astuta y hábil para aumentar el poder minoritario del nacionalismo preparando la guerra emocional en lugar de la paz.
¿Qué propone Michel Déguy?
Hacer que despierten los que no están de acuerdo con
estas tendencias y se sienten heridos o ofendidos teniendo que soportar el
carácter agresivo y prepotente de los activistas nacionalistas que abogan por
una mentalidad diferente al pensamiento humanista europeo.
¿Qué medidas prácticas se pueden tomar?
Crear un documento de identidad europea para aquellos
que se sienten europeos antes que miembros de una nación europea. Todavía
estamos esperando poder ser ciudadanos europeos sin adjetivo nacional. Tal vez
ayudaría esta medida a cambiar la lamentable mentalidad retrógrada de los
pueblos de Europa y podría traer un aire nuevo , dar un nuevo impulso a la integración.
Yo pediré este documento en cuanto exista.
friedrichmanfredpeter noviembre
2017
edición
anavictoria
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