“Erlöst ward ich” HE SIDO LIBERADA
“Ich stand auf einem hohen Fels im Mittelmeer, und vor mir war der Ost und
hinter mir der West, und der Wind ruhte
auf der See. Da sank die Sonne, und kaum war sie verhüllt im Niedergang, so
stieg im Aufgang das Morgenrot wieder empor, und Morgen, Mitteg, Abend und
Nacht jagten sich, in schwindelnder Eile, um den Bogen des Himmels. (---) Ich wollte mich hinstürzen in das
Morgenrot, oder mich tauchen in die Schatten der Nacht, um mit in ihre Eile
gezogen zu werden und nicht so langsam zu leben; (---)Ich ließ mich von den Lüften in raschen Zügen dahintragen, ich gesellte
mich zum Abendrot, und zu des Regenbogens siebenfarbigen Tropfen, ich reihte
mich mit meinen Gespielen um den Mond wenn er sich bergen wollte, und
begleitete seine Bahn. Die Vergangenheit war mir dahin! Ich gehörte nur der
Gegenwart. Aber eine Sehnsucht war in mir, die ihren Gegenstand nicht kannte,
ich suchte immer, aber jedes Gefundene war nicht das Gesuchte, und sehnend
trieb ich mich umher im Unendlichen.(---)Erlöst ward ich von den engen Schranken meines Wesens, und kein einzelner
Tropfen mehr, ich war allen wiedergegeben, und alles gehörte mir an, ich dachte
und fühlte, wogte m Meer, glänzte in der Sonne, kreiste mit den Sternen, ich fühlte
mich in allem und genoß alles in mir.Drum, wer Ohren hat zu hören, der höre! Es ist nicht zwei, drei, nicht
tausende, es ist Eins und alles; es ist nicht Körper und Geist geschieden, dass
das eine der Zeit, das andere der Ewigkeit angehöre, es ist Eins, gehört sich
selbst, und ist Zeit und Ewigkeit zugleich, und sihtbar und unsichtbar,
bleibend im Wandel, ein unendliches
Leben.”
(Karoline von Günderode, Ein apokalyptische Fragment –1805)
Erguida, con mis pies sobre una alta roca en el Mediterráneo; frente a mí el este, a mi espalda el oeste y el viento
calmado sobre el mar.
Pronto se puso el sol y cuando
apenas finalizaba su ocaso…¡se levantó la aurora nuevamente!... y rápidamente,
en veloz carrera de relevos, se turnaron: la mañana, el mediodía, la tarde y la
noche, allí mismo, sobre esa cima del horizonte en la que me hallaba.
(---)
Quise precipitarme dentro de la aurora, hundirme en las sombras de la
noche, para compartir su velocidad y no vivir ese ritmo tan lento que me habitaba.
(---) Dejé que me transportaran ráfagas de viento, me asocié con el crepúsculo
y con los siete colores del arco iris. Mis nuevas socias y yo nos quedamos con
la luna cuando ella quiso esconderse. Le dimos compañía.
El pasado se borró, yo permanecía solamente en el presente. Pero había un
deseo en mí que no sabía descifrar su contenido; seguí buscando… sin encontrar
nunca lo que buscaba, y así, en estado de deseo transité a través de lo
infinito. (---)
Libre por fin me sentí de los angostos límites de mi ser; ya no era una
gota aislada, ahora pertenecía a todas las gotas, y todas eran mías; pensando en
ello, emocionada floté en el mar, relumbraba con el sol, giraba con las
estrellas. Y sentí que formaba parte de
todo y disfruté este todo dentro de mí.
Por eso, quien tenga oído para oírme, ¡que me escuche! No son dos, tres o miles, uno solo es el
todo; no hay diferencia entre cuerpo y mente y no es cierto que uno sea de este
tiempo y lo otro de la eternidad, es sólo uno, idéntico consigo, en tiempo y
eternidad; visible e invisible, constante en su transformación, una vida
eterna.”
(Karoline
von Günderode, Un fragmente apocalíptico
- 1805)
Comentario:
1805…conociendo el Romanticismo Alemán, no esperábamos poemas acerca de dulces
amores bajo la luz de la luna, ni alguna bella durmiente rodeada de pétalos de
rosas.
El romanticismo del fragmento traducido es cosa seria, es de vida y muerte.
“Eine Deutsche Affäre” comenta el
crítico Safranski. Así lo ha vivido Karoline en sus poquísimos años de escritora
poeta: a los 26 años puso ella misma fin a su vida junto a la orilla del Rin.
Sin embargo, todo lo que dejó a sus lectores que llegaron tarde a
apreciarla, indica que era una de las grandes. Aristócrata, pero pobre, amiga
de escritores “importantes”, Bettina y Clemens Brentano por ejemplo. Ella se sintió siempre paria,
inútil y al mismo tiempo trágicamente enamorada.
Se parece a Heinrich von Kleist, ella encarna la versión femenina de lo
mismo: no encontrar un lugar en esta vida para vivirla dignamente.
“Kein Ort, nirgends” es por ello el intento
de la escritora Christa Wolf de acercar a los dos. ¿Adónde? Precisamente a
“ningún lugar, a ninguna parte”.
Karoline se le adelantó, pues Kleist se suicidará seis años después. Lo
suyo formará parte de lo que la crítica literaria ha llamado el Romanticismo de
Jena.
Con un instinto acertado y sabio, ambos descubren el espíritu de su tiempo,
manifiestan el límite estrecho entre la vida y la muerte. Cientos de miles lo
vivirán bajo el olor a pólvora que riegan los cañones de Napoleón y de sus
enemigos por todo el continente en el mismo tiempo de estos dos.
Pero todo eso para ellos realmente no es la verdad del día. Montada sobre
una roca en pleno mar, es como se revela frente a ella la esencia de esta vida:
Tiempo actual y Eternidad se abrazan, son una sola cosa. La vida está más allá
de fanatismos, banderas y muertes masificadas.
Karoline se siente liberada, la realidad diaria no afecta ese camino hacia
las estrellas. Beethoven lo expresará en su Himno a la Noche. “Himmelwärts”
camino a los cielos, lejos de la banalidad de los tamborileros de uno u otro
bando de la guerra.
¡Recuerden! Cerca de Leipzig mueren en tres días de batalla más de 92 000
soldados, y en Waterloo fueron cien mil en cuatro días.
En esa era Europa aprendió a “morir”
y eso será solamente el inicio, como
sabemos todos los que nacimos más tarde y nos ha bautizado como los Románticos:
los serios, no los idílicos. Los de la vida y muerte.
friedrichmanfredpeter noviembre
2017 edición anavictoria
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