En España siempre han confundido 'Identidad' con 'Libertad', y creo que tal sigue vigente aún hoy.
Cuando las tropas napoleónicas invadieron España no se trataba simplemente de franceses, como suele narrarse por estas tierras españolas, relatos historiográficos en los que sólo aparecen 'Los Franceses'. En realidad este ejército fue en gran parte 'polaco' (la caballería). También fue más adelante alemán; alemanes aliados de Francia. En el oeste alemán las ideas de la Revolución Francesa 'cuajaron' plenamente.
Se bailaba en los pueblos la Carmagnole y se cantaba la Marsellesa. Aún en los tiempos de mi infancia se cortaba un árbol alto, se decoraba con símbolos que aludían a la revolución y se bailaba alrededor de él (la Fiesta del pueblo). La Revolución no sólo era de los franceses, se había apoderado en parte de Europa …salvo, claro está de España.
Es por ello, por tratarse de reivindicaciones populares que tales fiestas tienen una abierta connotación política. Subversivas. Porque la contienda finalmente la ganaron prusianos, rusos y austriacos. Antimodernos y autócratas.
Los jóvenes Hölderlin, Schelling y Hegel bailaron también la Carmagnole. Eso lo confiesa Hölderlin. Toda una generación fue confesionalmente jacobina.
El propio patriarca Goethe llevaba siempre la condecoración que le había impuesto Napoleón, pues Goethe fue caballero de la Legión de Honor francesa; Schiller inclusive fue ciudadano francés de honor.
Este nuevo orden europeo napoleónico en España no encontró seguidores. Y los pocos que había tuvieron que huir del país. Tal el caso de Goya.
Los robles altos son la imagen de los jacobinos revolucionarios. Sin embargo, en España se buscaba 'Identidad' propia, como si fuera algún mérito ser andaluz… o más bien aquello que se imaginaba el gran actor u autor principal del imaginario de tal identidad (la Iglesia) el perfil de tal ideal: fieles, obedientes, sumisos.
En el caso de este pueblo andaluz desde donde escribo estas reflexiones -Morón de la Frontera- , se produjo el asesinato de montones de 'franceses', prisioneros de la batalla de Baylén. El poblacho instigado por sus dueños se lanzaba sobre el grupo de prisioneros desarmados con toda clase de 'armas'. Para ser 'libres' ¿libres de quién? El odio cegaba toda la razón.
Cegueras tales también explican en parte como un pueblo logra votar por sus opresores. Brecht lo denunciaba así: “Solamente los terneros más estúpidos votan por sus propios matarifes.”
Una 'Guerra de Ideas' nunca tuvo lugar en España para aquellos tiempos tan fundamentales de la modernidad. No hubo filósofos, pero sí un millar de vírgenes. Buena parte de esa ausencia reflexiva fue lastimosamente transferido a la lejana América.
Las ideas no necesitan ‘raíces’, precisan cabezas.
f….Julio 2020
edición anavictoria
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