“Somos antisemitas, señora,
(así se lo afirmó una de las excelencias de una localidad en Rumania).Pero no podemos renunciar a los judíos, no solamente por razones económicas. Aquí ningún rumano tiene confianza con otro rumano, sin embargo a los judíos les abre sus secretos más reservados.---
---¿Pero, si sois antisemitas porque tenéis confianza con los judíos? --- pregunta la señora.
---Si a ellos les confiáis vuestros secretos y tomáis a los judíos por inteligentes y eficientes, ¿por qué sois antisemitas?---
--- Es la magia de este lugar, señora, aquí en el pasado todos han pactado constantemente con el odio y con la idea de la conspiración; eso les ha torcido el carácter. Aquí se vive en una permanente fermentación de la hipocresía.“
Escribe Norman Manea en “Nächtliche Gespräche”[i]– conversaciones nocturnas – y pone en evidencia un aspecto del cuadro antisemita de la sociedad moderna. En este caso, la rumana post – estalinista. ‘Todos’ han colaborado con las dictaduras en el pasado, tanto con la fascista como con la comunista. En ambas dictaduras reside un profundo antisemitismo. No existe ningún criterio objetivo y plausible que lo justifique. El origen es irracional, tomado por ‘la magia’ de un lugar, cuyo carácter principal es la hipocresía. El hecho de haber pactado oportunamente con dictaduras e ideologías cambiantes ha dejado una resignación nihilista. La conciencia práctica se refugia a la tierra plana del oportunismo. Todo es falso, todo es simulacro y cambia como el tiempo sobre esa tierra balcánica.
Los judíos, ashkenasim hablando yidish, un dialecto alemán, y sefarditas de habla española ahí convivieron, bien apartados del resto de la población multiétnica, un auténtico Babel de idiomas europeas, coronado por la residencia del ‘Conde Drácula’.
¿Por qué se necesitan los judíos?
Son ellos, los únicos que no comparten esa hipocresía generalizada; nunca se disfrazan y pintan de color oportuno. Viven un aislamiento social, casi extra - territorial, de plena autonomía y casi independencia, centran sus plegarias hacia Jerusalén y exhiben un orgullo natural sin pretensiones. Son envidiados y odiados cuando al mismo tiempo son personas de máxima confianza. No viven una vida de mentiras públicas. ‘Ellos son como son’.
Las conversaciones nocturnas de Norman Manea abren una ventana hacia un paisaje desconocido que nos permite recorrer los tajos abruptos de la conciencia humana.
Todos somos formados y deformados por caminos torcidos por donde nos hacen caminar fuerzas ajenas a nuestra voluntad. Y en este sentido la mirada a los Balcanes, a esa magia de lugares ignotos es útil: comprendemos que las fuerzas que dirigen nuestros conceptos y principios suelen estar escondidos tras la intensa vegetación que rodean los caminos. En cada cruce hallamos nuevas sorpresas y suenan otros cantares. Eso es la fuerza vigente de la historia que nos envuelve con su magia de prejuicios, conceptos preestablecidos con el aroma de lo ‘antaño, entrañable’, lo rara vez puestos en duda.
¿Cómo liberarse de eso?
No lo sé, dudo que los sermones moralistas sirvan para cambiarlo.
¿Reinventar la vida?
¡Intente, apreciado lector…a ver cómo le va!
friedrichmanfred julio 2019
edición anavictoria
[i]Norman Manea, Nächtliche Gespräche – conversaciones nocturnas – en Die Rückkehr des Hooligan, Berlín 2003.(Norman Manea- Premio Nobel de la Literatura 2016)
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