viernes, 31 de mayo de 2019

Los Violentos


 <<En una de las cavernas descubiertas en la región de Lascaux se han encontrado tres esqueletos, uno de los cuales tenía el cráneo roto. Incluso en las épocas en las que los hombres eran poco numerosos, seguramente los conflictos y las pasiones apenas si eran menos exasperados que hoy. La historia de Caín y Abel prefigura – en síntesis definitiva – toda la historia humana.—
-- No obstante, persisto en creer que el hombre era entonces más ‘feliz’ que ahora. Estoy incluso seguro de ello.>> (E.M.Cioran, CUADERNOS 1957-1972, Barcelona 2000, p. 66)


     




El piadoso Abel asesinado por el envidioso Caín, el ‘primer’ acto asesino de la estirpe de Adán que la Biblia relata; a ese ‘crimen’ inicial seguirán otros... muchos más. Los hombres no pararán de matarse entre ellos; la historia revela esa secuencia sin fin. 

Hay gente sabia que nos dicen que es herencia de los avatares de una larga evolución, todo parecía variable en esas mentes lúcidas, menos ese elemento constante durante los milenios: eliminar al enemigo, triturar sus sesos, que se lo coman las hienas. La historia es historia de la violencia que produce triunfo, satisfacción, incluso felicidad. Nuestros ‘primos’ los chimpancés machos la practican habitualmente para lograr sexo. ¿Por qué extrañarnos entonces de los hábitos machos de congéneres que tardaron un poco para ser humanos?


Al escritor Wolfgang Goethe es atribuida esa sentencia: “Yo no he conocido ningún crimen que yo mismo no hubiera sido capaz de cometer.” Y es cierto, los psicólogos lo confirman: Todos somos capaces de cometer actos de violencia, y si no lo hacemos, es por falta de oportunidad, temor, educación, etcétera.
Hay un impedimento empero,  que nunca se ha aclarado satisfactoriamente: ¿La Conciencia? ¿De dónde proviene?
Unos reclaman un origen divino, otros mencionan la Ilustración, es decir su origen filosófico.
Acerca de la conciencia sabemos que es flexible y se adapta con facilidad a los intereses cambiantes tanto de individuos como de sociedades y de la nación. Se considera ‘patriótico’ matar al enemigo en el campo de batalla, se condena a muerte al que viola gravemente la ley, práctica tolerada actualmente en medio mundo. Parece que depende de la etiqueta, que un acto violento sea condenable o no.
En Europa se han descartado – así parece definitivamente – las ideologías fundadas sobre actos violentos.
Brotes de exaltación violenta se consideran ‘importados’ de culturas externas como el Islam. Las ideologías nazi, estalinista, apologías de violencia no prosperaron.

Sin embargo, la vida diaria de los europeos, tal vez de la mayoría de los hombres sufre de la imborrable presencia de la violencia en formas nuevas y penetrantes. Agresión y violencia visten de ‘seda’, resucitan patronatos que bajo nuevas etiquetas procuran que así ‘queden las cosas’. Se normaliza lo que ante el discurso humanista debería ser catalogado como escandaloso, denigrante e inhumano: La xenofobia, el racismo, el nacionalismo exaltado.
Luchar contra esa lacra es obligación de todos, de las democracias amenazadas, igual de los ciudadanos.
Sabemos que la ley en la mano no basta cuando las mentes están dominadas por una  tradición milenaria. Convertir estas mentes en pacíficas y tolerantes seres humanos ha sido el deseo de la tradición humanista. ‘Intentos frustrados’ – dicen unos; ‘tarea sin límite temporal’ – dicen otros.
Un ejemplo nos enseña Cervantes:
Don Quijote, derribado por las aspas del molino de viento, dijo a Sancho cuando este lo recogió:
“Los malos fantasmas me han quitado el triunfo de la victoria”,  pero nunca podrán quitar el valiente esfuerzo.
Así sea

friedrichmanfred y anavictoria   mayo de 2019




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