jueves, 9 de mayo de 2019

Oh, MADRID



El ‘Reportero Veloz’ Egon Erwin Kisch se encuentra en Madrid en el año 1937; le impresiona la ciudad asediada por las tropas franquistas y bombardeada incesantemente por obuses de artillería y de bombas; redacta retratos inesperados sobre la vida de esa ciudad en guerra. El reportaje ‘Sobre Casas y Palacios’de Madrid manifiesta la admiración que le causan los madrileños.

<< La misma ‘Gran Vía’, ahora la llaman ‘Vía de los Obuses’ irónicamente, sigue siendo una calle muy transitada, los tranvías la cruzan, pasan automóviles por ella, los negocios abiertos, de todo se vende, los hoteles repletos de clientes, las cafeterías llenas y los salones de billar repletos; hay que esperar una hora para encontrar una mesa vacía. La alta torre de Telefónica funciona a pesar de las mil heridas que lleva grabadas encima. Las entradas de las casas están protegidas con sacos de arena, los pisos más altos destruidos por el fuego de artillería. Ninguna ventana, ningún escaparate de vidrio está entero. Toda la zona alrededor de la ‘Puerta del Sol’ se ve igualmente afectada. Sin embargo, la vida urbana sigue, interrumpida a veces por alarmas, escenas de pánico y muertes>>[i]

                                     

                                                         Goya, Saturno devorando al hijo

Los antiguos palacios de la aristocracia tienen otras funciones para el tiempo de la estadía del reportero en la capital española y con mucha satisfacción Kisch las describe; él no es neutral o imparcial, toma posición en este conflicto histórico entre ‘dos Españas’, la católica, retrógrada y la moderna, republicana y revolucionaria. 

Kisch es partidario de esa revolución y no guarda distancia. Por eso, sus observaciones rebosan de emoción y de una lamentable miopía porque no ve la cara violenta que exhibe esa revolución militante. La actividad de las Checas (copias del instrumento soviético de represión) no es a escondidas, el adversario es declarado enemigo y merecerá ser fusilado sin compasión. Kisch no ve nada de eso, porque no lo quiere ver. Le obsesiona la funesta misión de la aristocracia española frívola y responsable de mantener el país hundido en atraso reaccionario.


‘Una violencia contra la otra’, tal debió ser la opción política preferida para el visitante extranjero.
Pero es que tal imparcialidad de reportero, bajo las circunstancias de aquel tiempo simplemente era imposible de sostener. Las ‘Dos Españas’ enfrentadas en violencia sin tregua “hielan el corazón”. Kisch, en sus reportajes elogia la entrega ‘total’ a la causa de la revolución. 
Un ejemplo concreto del papel jugado por los militantes extranjeros en acción: un campesino del Tirol austriaco vende sus vacas para pagar el viaje a España, enrolarse en un batallón de ‘Brigadas Internacionales’ y dejar ahí la vida en trinchera cavada de tierra desconocida. Y le entierran sus camaradas igualmente extranjeros, ninguno de ellos hablaba español ni había conocido España antes.
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Combatir las opresiones de otro país, es en el fondo la búsqueda de liberarse de la propia opresión sufrida que se arrastra como cargando una mochila pesada. Tal le sucedió al campesino que del Tirol se fue a España a combatir sus fantasmas, y eso mismo le debió pasar también a Kisch. Porque así era para todo judío proveniente de Praga: tenía que vivir la vida diaria como un reto de frente al aislamiento social, cultural y la discriminación omnipresente con la que era tratado. 
Liberarse de un ‘GOLEM’ histórico y presente era esencial para literatos como Kafka, Kisch y otros más. En tal sentido, el drama de España significó para Kisch vivir un escenario teatral arcaico y monumental. Sonrisas entre obuses, bombas y metralla, fieles a la idea de la libertad, significaba algo así como la catarsis en una tragedia clásica. Compartir los ideales con otros - en este caso con los valientes madrileños -  abre aires de magia a los necesitados, a los deseosos idealistas. 
Precisamente, eso sucedió en plazas como Moscú, Berlín, Madrid y posteriormente en La Habana… y en la actualidad en Caracas también. A las personas entregadas a su “misión”, poco realmente les interesa la realidad, sino la idea que tienen de ella. Un derroche de idealización tapa toda duda y la situación es declarada fuera de sospecha. No interesa lo real sino la interpretación que de ello se tiene, de acuerdo con la ideología preestablecida. Se trata de la ideologización de la realidad.

Siguiendo al filósofo Hegel, es plausible que son las ‘pausas’, los momentos de descanso que el ‘espíritu de los tiempos’ admite para que los individuos sean felices; generalmente estas fases históricas suelen ser difamadas como aburridas, paralizadas, retrogradas. Las revoluciones todas no lo son, trasladan la felicidad a un futuro imprecisado o utópico para crear una ilusión y un consuelo para quienes se ven privados de felicidad concreta y real. 
Pero estos seres humanos tal como son, se roban un poquito del “queso de la promesa colgado demasiado alto” … compran y venden, juegan y se pasean, son en el fondo, la gente de turno, gente corriente como tú, como yo, como la gente de MADRID, por ejemplo.

friedrichmanfred  y anavictoria   mayo  de 2019






[i]Egon Erwin Kisch, ‘Die Häuser und Paläste von Madrid’ – Las casas y palacios de Madrid -  ed. Aufbau Verlag Berlin 1976

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