“La Hora de los Crímenes
(...)no les toca a todos los pueblos al mismo tiempo…Eso lo documenta la historia…Y la historia no admite disculparse. Ante ella solamente sirve reaccionar con apatía y cinismo, puesto que no queremos compartir el diáfano discurso de saberlo-todo acerca de los asesinos y de sus víctimas; no queremos unirnos a ninguna marcha común…..Porque con la crueldad satisfecha, todos los dictadores se vuelven afables; todo volvería a sus reglas ordenadas (...)
- se dice – si los esclavos no dejaran de reclamar su derecho de satisfacer su propio gusto de la crueldad. Es el deseo de la oveja de ser lobo una vez, el celo lo manda, y los que no poseen colmillos soñando desean poseerlos. A veces también quieren comerse a otros y disfrutar al tragarlos. Y lo logran porque son la mayoría. Eso es el dinamismo de la historia, la historia es de los sacrificados.”
(F.M.Cioran, Los Fantasmas Nocturnas, cit. Otto A. Böhmer, Sternstunden der Philosophie, München 1998, p. 162)
El gesto de disculparse es muy bonito, pedir perdón rinde y obtiene aplausos; en un acto solemne en público se encuentran el que pide perdón y el que lo recibe, se funden en un abrazo y continúan marchando juntos. Eso ha sucedido entre actores cambiantes, retratados en escenas vistosas por el mundo entero. Cuando no hay otra cosa que hacer, se pide perdón y se le concede. Bonito gesto. ‘Todo el mundo es bueno”.
Y se pronuncian historiadores – es su oficio – poetas y filósofos; son estos últimos son los que ponen en duda el reclamo de perdón y de conceder a quien lo demanda, porque saben que ‘todo el mundo NO es bueno’. No son tan numerosas las víctimas inocentes, ni son tan crueles todos sus victimarios. No somos todos iguales, nunca lo hemos sido.
Desde Maquiavelo sabemos que la alianza con el crimen obedece a necesidades políticas. Y conocemos que entre los mártires cristianos se encontraban numerosos perseguidores, fanáticos deseando hacer sufrir a sus perseguidores. Ahora sabemos que los auto – denominados libertadores de la humanidad desde Lenin a Che y Chávez no fueron más que criminales escondiendo el instinto de comerse al enemigo entre retórica floreada. Aplauso seguro.
Punto final. La historia ha de liberarse de colmillos, los que el lobo posee y la oveja desea tener. ¡Y eso no sucederá!
Sin embargo, hay una medicina de receta gratis: ¡Pedir perdón!
friedrichmanfred y anavictoria en mayo de 2019
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