jueves, 28 de diciembre de 2017

G. G. Seume camina por Italia



Georg Gottfried Seume camina por Italia
La caminata hacia Siracusa (1802)
Der Spaziergang nach Syrakus
Prefacio:

“Los esclavos han creado a los tiranos, la estupidez y el egoísmo produjeron los privilegios; la pereza y los vicios les dan vida eterna. Si los reyes fuesen valientes y aceptaran igualdad de justicia para todos obtendrían seguridad para ellos mismos y harían felices a sus pueblos con la instauración de la libertad. Para lograr eso hay que hacer algo más que ganar batallas. Hasta que ello suceda toda persona de honor y de carácter decidido tiene derecho para pensar y decir libremente que la levadura vieja es lo que es: vieja.”[i]
Este autor que fuera soldado en la guerra de los ingleses contra los rebeldes americanos, mercenario al servicio del zar ruso…este anarco-rebelde alemán decide caminar desde Dresden en Alemania hasta Siracusa en Sicilia. Un viaje a Italia tal como se hizo de moda al iniciarse el nuevo siglo, el siglo diecinueve; atraviesa un paisaje repleto de “viajeros”, unos llevan la bandera de Revolución, otros amenazan con el aguilucho de la Contrarrevolución.


¿Por qué es importante este caminante?


                     



“Ajá, esta es la bella, rica y bienaventurada Campiña, que ha sido elevada a paraíso desde que la conocieron los entendidos. Hubo soldados romanos que prefirieron la Campiña al Capitolio. Y es verdad, nunca he visto nada más hermoso en vida que esta región marcada por Aversa, Capua, Caseta, Nola y Nápoles y limitada por el Vesuvio y el Apenino Alto. Sobre esta tierra la naturaleza ha regado su más selecta bendición rebosante en cada paso que das. Planta un árbol y verás cómo crece en nada de tiempo, alto y hermoso. Colocas una parra de uvas y esta se transforma en un fuerte tronco y sus brotes se meten entre las ramas del olmo. El olivo crece en la pendiente protegido por el alto de la montaña. Hay higueras con frutos voluptuosos. En medio de árboles frutales crecen el trigo y la habichuela formando un conjunto precioso. Hay tres cosechas en el mismo lugar, la fruta, el vino y el trigo y todo con una fuerza vital impresionante.”


El viaje de Georg Gottfzried Seume a Italia será diferente en su estilo al modo de viajar de Johann Wolfgang Goethe. Catorce años después de la escapada del “Primer Ministro” Johann Wolfgang Goethe, se puso a caminar este, quien fuera soldado, mercenario y escritor. Como soldado conoció algo de América, como mercenario a servicio del Zar vivió en Polonia; ahora se pone en marcha desde la ciudad alemana de Dresden para recorrer a pie muchas millas de caminos hasta la lejana Siracusa, ciudad de origen griego situada en la isla de Sicilia. Para iniciar esa aventura, mandó a poner nuevas suelas a sus zapatos, llenó su mochila militar con camisas de reserva y se fabricó un duro y fuerte bastón para ahuyentar a perros vagabundos y a bandidos que abundaban por los caminos.

Tendrá que atravesar lo que hoy se llaman Chequia, Austria, Eslovenia y la larga “bota” peninsular de Italia. En el año 1802 aquello era bien distinto: tendría que cruzar al Imperio de Austria y el ancho panorama de pequeños estados italianos, En el centro encontraría aRoma, “capital del mundo”, pero realmente ciudad del estado independiente del Vaticano. En el Sur le esperaría el Reino de Nápoles.

Le tocará cruzar un amplio escenario de guerra, con despliegue militar de franceses revolucionarios y de austriacos reaccionarios que se disputaban el dominio sobre Italia y en el fondo sobre toda Europa Occidental. (No olvidemos: la mayor potencia europea de aquel instante histórico en Europa era Austria, estado nación actualmente reducido a la mera sombra de su pasado, una mini-nación europea).
¿Qué más necesitaba saber? Pues, comunicarse en varios idiomas, entre ellos el alemán, el italiano, y muy necesario algo de latín y de lengua eslava como el esloveno. En el fondo aquel pedazo de Europa ofrecía un “Guirigay” de lenguas y dialectos que se mezclaban como ensalada variada.
Aún no había nacido el nacionalismo con su tendencia de separación y de segregación lingüística.

¿Quiénes viajaban entonces como él, solo por el gusto de hacerlo, como placer y fuente de conocimiento? Casi nadie. Tal vez una minoría de varios miles de personas en toda Europa gozaba del privilegio de viajar para conocer o para hacer otras cosas distintas y raras. Para esta minoría existía “le Tour de Chevalier”. “die Kavalierstour” en alemán. El joven aristócrata debería conocer ‘mundo’. Bien protegido se movía por los caminos peligrosos de Europa, para regresar ‘hecho un hombre´ y presumir de ello. Las mujeres, aunque fuesen princesas no viajaban.

¿Quién más se movía de un sitio al otro? Naturalmente los mendigos y bandidos. Dresde el siglo 14 se conocía cada vez más ‘Fahrendes Volk’, gente migratoria, gente vigilada con mucha cautela y menosprecio. Desde la India se habían movido grupos de la casta de los ‘Intocables’, quienes en varias oleadas de migración pasaron por los caminos de Europa; llamados ‘gitanos’ cumplieron funciones hasta entonces desconocidas, inventores de diversiones como el circo y de fiestas con músicos.

No hablo del altísimo número de los caminantes, peregrinos que impulsados por sus conciencias cargadas de pecados atravesaron Europa en direcciones como Santiago de Compostela o a la misma Roma. ( Más a Santiago por ser más ‘seguro’ el camino y prometedor de milagrosos eventos.)

Quedaron los que tuvieron que caminar de un sitio a otro por necesidad de cumplir la ley gremial de adquirir experiencias como aprendices de cualquier oficio. Albañiles, carpinteros y zapateros por ejemplo, tenían que “wandern”- caminar. Sólo tras varios años de ausencia de su lugar de residencia serían reconocidos oficialmente ‘artesanos’. (La alta valoración para aprender oficios quedó hasta hoy como la principal marca alemana.)
Otros ‘viajeros’ eran los soldados, mercenarios en busca de aventura y de botín, que representaron el mayor peligro para un extraño y solitario caminante como era Seume.

Son hechos para destacar en este relato de caminante ‘desgremiado’, ‘intelectual’ e ilustrado que él no representaba a ningún grupo; fue individual y rompía tabúes. Viajar para conocer y lograr saber más culturalmente, humanamente, era excepcional y por eso mereció la publicación de este diario que escribió. Tanto este diario de viaje como el de Goethe tuvo un enorme éxito entre los lectores y abrió horizontes para un nuevo modo de estar en el mundo.
Goethe y Seume conocieron el nombre de Winckelmann, un descubridor actualizado para una generación de ‘ilustrados’ que ojeaban con crecida curiosidad las noticias que traía una de tantas revistas de difusión leídas durante los estudios y la preparación de estos jóvenes alemanes y centroeuropeos. Incluso Seume buscó en vano por Trieste el lugar donde este afamado Winckelmann había sido asesinado. El motor del caminante fue claramente la curiosidad por los encuentros con personas interesantes, con objetos novedosos y paisajes.

Con nuevos ‘ojos’ se empezó a leer el paisaje y la naturaleza. El texto de la cita anterior es modélico de ello.
La naturaleza de clima mediterráneo elevaba el ánimo del caminante.
“¿Kennst Du das Land, wo die Zitronen blühn?” –‘¿Conoces el país dónde florecen los limones?’, pregunta Goethe en la canción que canta “Mignon”.

“Dorthin will ich mit Dir mein Geliebter ziehn.”- ‘Allá quiero ir contigo amado mío’-continua cantando: Eso es más que un poema, es un programa, y Seume acabaría de cumplirlo mental- emocional- y físicamente.

Sin duda que estos viajeros lograron despertar a Alemania sentimentalmente. Se trata de una revolución emocional que completaría la intelectual debida a Manuel Kant y a otros más. Nacieron los términos de ‘Klassik y Romantik’ cada cual de singular importancia y en el fondo intraducible.
Es el encuentro singular entre una mente sensible, curiosa y el paisaje lo que crea el paraíso, la imagen idealizada. El texto así lo documenta.

Pero no sólo son paisajes o monumentos los que movilizan este programa para toda una generación. Son también los encuentros humanos. Por ejemplo Seume encuentra en Roma a un cardenal muy divertido que curiosamente se llama Borgia, (reminiscencia de aquel Borgia renacentista que siendo Alejandro VI casi entrega a la Iglesia Católica a la bancarrota moral y real). En Sicilia se topa con ladrones que después de intentar saquearle le invitan a comer, cuando se dan cuenta que como víctima no es interesante y que además tiene hambre. También cierra amistad con un gordo siciliano que es la hospitalidad personificada. Sin embargo, su anfitrión casi se desmaya cuando se entera que Seume es ‘hereje’, un raro protestante. Y este italiano que nunca practica nada religioso, manifiesta terror por la suerte espiritual de aquel extraño huésped porque el pobre hombre podría estar cargado de pecados que a nadie tendría (siendo protestante)para confesar y lograr ser redimido.
Un aristócrata italiano le trata como a un amigo lo que nunca podría haberle pasado en su patria alemana. Volver a Alemania se le hace difícil y a la vuelta se da cuenta que ya es otra persona, Italia lo ha transformado. Eso le pasaría a tantos otros más y es el verdadero ‘milagro’ en el encuentro de las dos culturas. Seguiré buscando ejemplos.



friedrichmanfredpeter diciembre 2017


edición anavictoria








































[i] Vorrede:


Die Sklaven haben Tyrannen gemacht, der Blödsinn und der Eigennutz haben die Privilegien erschaffen, und Schwachheit und Leidenschaft verewigen beides. Sobald die Könige den Mut haben werden, sich zur allgemeinen Gerechtigkeit zu erheben, werden sie ihre eigene Sicherheit gründen und das Glück ihrer Völker durch Freiheit notwendig machen. Aber dazu gehört mehr als Schlachten gewinnen. Bis dahin wird und muß es jedem rechtschaffenen Manne von Sinn und Entschlossenheit erlaubt sein, zu glauben und zu sagen, daß alter Sauerteig alter Sauerteig sei.

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