La Ilustración y la
Contra–ilustración
en Alemania
(Aufklärung
und Gegenaufklärung)
“Der Sieg
der Alliierten über die Achsenmächte und das militärische japanische
Kaiserreich wurde von Freund und Feind auch als ein Sieg der Aufklärung ¨ über
die “mythischen” oder “dämonischen” Mächte der wiedererwachten Vergangenheit
interpretiert. Theologen, die al erste Deuter zur Stelle waren, benutzten die
Metapher “dämonisch” freilich gern, um auf diese – wenig aufgeklärte Weise –
den Nationalsozialismus zu interpretieren. Das Dämonische war der Einbruch des
“Irrationalen” in eine im übrigen vernünftige Welt, durch diese Deutung wurde
sowohl die nüchterne Analyse als auch die Untersuchung von Verantwortung und
Schuld verhindert.”
Iring Fetscher, Aufklärung und Gegenaufklärung
in der Bundesrepublik[i]
“Tanto, amigos como enemigos interpretaron la victoria militar sobre
las potencias del Eje y sobre el Imperio Japonés como un triunfo de la
Ilustración sobre las fuerzas “míticas” y “demoníacas” que habían resucitado del
pasado. Los teólogos fueron quienes de inmediato usaron la metáfora “demoníaca”
- expresión poco ilustrada - para
interpretar el nacionalsocialismo. Fue descrita como “demoníaca” la irrupción “irracional” en un mundo racional. Esa
interpretación impidió el análisis racional y evitó investigar responsabilidades
y definir jurídicamente culpabilidades.”
Edificio del “Reichstag”
– mayo de 1945 -
Comentario: Este texto, escrito por
uno de los más destacados intelectuales alemanes, profesor en la U. de
Frankfurt, suscita varias preguntas a quien en el año 2017 lee su libro, en
este caso yo, que viví los sucesos del pasado siglo en lo personal y desde lo
académico:
1.
¿Quiénes son amigos y enemigos al valorar lo que ha pasado durante esa Guerra
Mundial del siglo XX?
2.
¿Qué son estas fuerzas “míticas” o “demoníacas” que según
la apreciación de muchos fueron los causantes de aquella catástrofe histórica
de dimensiones de espanto?
3.
¿Qué significan esos términos “ilustración” y su
oposición “contra-ilustración” para el caso de Alemania?
1. Yo no conozco amigos de la
Alemania Nazi derrotada en el año 1945, ni adentro ni afuera del país. De los enemigos
puedo afirmar que la hostilidad continuaría contra los vencidos durante años,
incluso mucho después de que el término “El Eje” había sido borrado con los
primeros estertores de la derrota.
Los aliados de la Nazi-Alemania
quedaron olvidados muy pronto: Italia con mucha astucia se alistó entre los
aliados vencedores en el mismo año 45, como si Mussolini hubiera sido un mal
sueño; los aliados balcánicos se consideraban “liberados” por los soviéticos;
el “amigo” Francisco Franco hábilmente echó el anzuelo hacia una nueva alianza
con el vencedor americano; en cuanto a los numerosos pro-nazis europeos
hicieron como si nada hubiera pasado y como si su actividad pro-alemana fuera un
puro oportunismo temporal; más aún, fue enarbolada como resistencia secreta y
sutil. La misma Austria, patria del principal actor Adolf Hitler, se entregó a
un rol de victimización, declarando que jamás había simpatizado con estos terroristas
“endemoniados” que eran esos nazis alemanes.
El nazismo fue considerado un problema 100% alemán y lo que quedó de Alemania debería pagar por ello desde el
momento inicial. Con el tratado de Potsdam se orquestó: la reducción drástica
del territorio nacional y la división de lo que quedaba, el control político
sobre las zonas ocupadas y el control sobre el renacer del tejido industrial, la
soberanía fue suspendida hasta después de la constitución de dos nuevos estados
que seguirían bajo la tutela de los vencedores; por su parte la soberanía completa
de la nación sólo sería restituida 45 años después, en 1989 a partir de la
reunificación. Un proceso realmente excepcional, único en la historia moderna
de Europa.
Una mayoría de los alemanes tácitamente estuvo de acuerdo con todo eso;
“nunca más” debería salir del suelo alemán esta avalancha devastadora de
agresión y violencia. Conformidad y pacifismo constituyeron así algo como una nueva mentalidad general.
¿Continuará?
2. El gobierno alemán Nazi, creación política surgida desde las condiciones
especiales de tiempos de posguerra (la primera guerra europea – no es técnico
llamarla “mundial”-) no poseyó una ideología única y cerrada, sobre todo al
comparar con el régimen soviético, su análogo contemporáneo durante la era
Stalin. Sin embargo, con pasos muy lentos se aproximaba cada vez más al modelo
totalitario: un solo partido gobernante, un solo líder carismático, una sola
doctrina (y esa fue la combinación del elemento ultranacionalista con el
racismo ideológico, seudocientífico).
Al comienzo muchas fuerzas sociales
e instituciones importantes habían apoyado este régimen autoritario en el
centro de Europa. El denominador común enunciado con sus variables:
anticomunismo, prácticas antidemocráticas y la promesa de la eliminación del
resultado humillante de la Primera Guerra Europea. Hasta las iglesias
cristianas simpatizaron con los inicios del nazismo.
Entonces, ¿dónde estuvo el demonio? Es cierto que los mitos de un poderoso
salvador, y de una doctrina redentora estaban claramente presentes, y el
militarismo nuevamente iluminaba los intereses de muchos empresarios e industriales.
Pero fuerzas de un más allá, de una… “intervención mágica-inmaterial” no son
detectables en el proceso histórico.
Por eso, al inicio de esa guerra devastadora provocada por el gobierno
alemán no hubo opositores de peso entre los alemanes. “Man hielt den Atem an”,
se retuvo el aliento… si quizá esta aventura pudiera resultar un éxito, estaría
bien y eso sería todo. Los triunfos iniciales de la Wehrmacht hicieron más para
aplacar los temores, aunque no se registra ninguna manifestación eufórica. “Man
hielt den Atem an”. Y eso al parecer era que hacía la masa general de
los europeos, no pocos exclamando de paso, admiración.
Perooo, ahí estaba ese horrendo crimen del asesinato masificado de personas
de todas las naciones europeas declaradas “unwertes Leben”, vidas no válidas
para vivir; entre estas vidas principalmente: judíos, gitanos, homosexuales,
enfermos mentales y personas que por su creencia religiosa o convicción
política se calificaban como peligrosas y “supérfluas”.El materialismo
biológico estuvo a la orden del día. Los opositores políticos no fueron
tolerados. El socialismo tenía que ser “Nationalsozialismus”: toda
alternativa se consideraba “enferma” y digna de exterminación; el KZ
fue el “modus operandi” de la política interior del país; en “clínicas”
especiales se asesinaron los “enfermos” que “no merecían vivir”; muchos médicos
y destacados intelectuales estaban de acuerdo con estas medidas eugénicas,
entre ellos el filósofo Heidegger.
Para justificar este crimen contra millones de personas no había más
argumento que una doctrina racista y una verificación absurda de prejuicios
colectivos. Y esto último hizo posible que la masa de alemanes y también de otros
europeos tolerara estos crímenes monstruosos. Se refugiaron en el argumento que
de eso, nada sabían; o que la dimensión de los hechos les fue ocultada.
El caso es que el régimen no tuvo dificultad para encontrar colaboradores
activos, ejecutores malignos, tanto entre alemanes como entre otros europeos y
hasta entre las mismas víctimas.
El segundo crimen de máximas dimensiones fue el trato despiadado y la
entrega sistemática a la muerte de millones de prisioneros y de personas
civiles durante la campaña militar en la conquista de territorios para la
expansión a lo largo y ancho del Este europeo a través del proyecto “Lebensraum”. “Espacios vitales” conquistados para
la “raza Aria”. Víctimas fueron los prisioneros rusos y las poblaciones civiles
de Polonia y de Rusia. La política oficial y proclamada fue su reducción a la
esclavitud o su eliminación física. Esa actitud imperialista tampoco fue
promovida o ejecutada por demonios, sino por simples y honrados administradores,
oficiales del ejército o “especialistas” de la SS, gente corriente que no maltrataban a sus
perros o caballos y que amaban a sus familias con ternura.
Es este crimen, cuya autoría intelectual, ya lo anotábamos antes, posee una dimensión “inter-europea” porque las
medidas de la “Gran Purga” soviética se
habían adelantado a esa forma de eliminar a indeseables de la faz de la tierra.
Hitler y Stalin se correspondieron en eso y el número de víctimas es
equiparable. Con la diferencia de que la justicia se hizo cargo, al menos
simbólicamente, de los actos alemanes mientras los rusos hasta el hoy en día
están impunes y casi olvidados.
En conclusión, no se ha podido verificar en ningún hecho la presencia de
misteriosos actores extrahumanos. Todo ha sido muy terrestre y los responsables
en grandísimo número nunca fueron llamados a responder por ello. Sin embargo,
la masa popular alemana, sobre todo en el Este, pagó por ello con terribles
sufrimientos tras la derrota alemana.
3. ¿Cómo fue posible que en un país tan iluminado por “Aufklärung” – la Ilustración, sucediera la violación más dramática de los
principios de la racionalidad y el humanismo que tan celosamente se habían
mantenido y popularizado por generaciones?
La irrupción de mitos violentos, el uso pervertido de la ciencia y la
aplicación de técnicas avanzadas para bien de un proyecto totalitario
parecerían un imposible. Su realización fue descartada por personas que
estuvieron en primera línea de ser víctimas: científicos, investigadores, gente
de arte y de literatura. Entre ellos, muchos judíos opinaban que Alemania era
el país menos antisemita en el mundo. Y su experiencia parecía darles la razón.
La cultura civilizada alemana no es otra cosa que la fusión de elementos
diversos, entre ellos y en primer lugar
el elemento judío.
Todos los que creyeron tal como imposibilidad histórica se equivocaron:
fueron asesinados incluso los portadores de altas condecoraciones militares de
la Primera Guerra, por ser judíos. Científicos importantes como Einstein, con
suerte lograron salvar sus vidas.
Cuando ya todo lo peor pasó y desde su profundo trauma lentamente se
levantó la reflexión humana en las primeras voces, por ejemplo en Filosofía,
las de Theodor Adorno y de Max Horkheimer se pudo escuchar la profunda
desorientación que vivieron en el exilio.
“Después de Auschwitz no se puede escribir más poesía.” Es conocida esa
sentencia de Adorno que más tarde relativizó. Porque poemas… se escribieron
nuevamente… y en lengua alemana… y por autores judíos.
¿Qué pasó con la Ilustración? Se preguntarían los señores encargados de
reflexionar en voz alta, los filósofos. Pareciera que un accidente catastrófico
hubiera enterrado el centro de la tierra, todo lo que durante generaciones
constituyó más que un saber, una auténtica misión. Racionalizar la vida
colectiva, alejar y suprimir los mitos arcaicos, eso parecía su función.
Ahora, en la mitad del siglo XX,
resultaba que los métodos y aplicaciones nazis habían sido “racionales”: la
guerra de exterminio fue planificada y los crímenes fueron ejecutados con
sistemática perfección. La técnica más moderna del día estuvo a disposición del
proyecto más perverso que la historia conoce.
Lo bueno y lo malo se cruzaron y Adorno y Horkheimer, judíos sobrevivientes
de Frankfurt, regresaron del exilio y pusieron todo su empeño docente en la
aclaración de este problema: crearon el término de “la Dialéctica de la
Ilustración”. El avance racional no solamente produce un avance humano. El
progreso técnico es racional pero puede servir para muchos fines, fines antihumanos. No hay un automatismo en la evolución
histórica del género humano, a la vuelta de esquina podemos encontrarnos con
los vicios más arcaicos. El deseo de poder está tan íntimamente vinculado al
subconsciente humano que ningún saber lo puede erradicar automáticamente. La
moral no es el fruto inmediato del saber. Seguir la vía de la Ilustración – así
parecía – no es garantía de nada.
¿Qué hay que hacer? es la cuestión que trató de tematizar desde este “Duo”
docente fundadores de la “Escuela de Frankfurt”
– filosófica y sociológica al mismo tiempo.
Es fácil detectar la resurrección de mitos anti-racionales. Más complejo es
encontrar las deformaciones y perversiones discretas, secretas cuyo poder
reside en el subconsciente o en mentalidades colectivas. Contra eso no sirve
ninguna barita mágica, el único remedio es el lavado de consciencia a fuerza de
educación…esperando que funcione.
Ilustrados no somos, dice Kant, pero vivimos en el tiempo de la
ilustración.
Un tema me queda en el tintero: Hoy, en nuestro entorno universal, tanto en
Europa como en América surge otro reto. Falsos ilustrados se ufanan -en el
nombre de progreso y de las libertades- , en negarles el logro histórico de la
Ilustración a los demás. El populismo agresivo se ha hecho del escenario
cibernauta. El egoísmo es proclamado como la virtud mayor, este egoísmo se
siente fortificado con proyectos del llamado progresismo. En eso veo similitud
con el talante nazi alemán que igualmente proclamaba “progresiva” su misión en actividades
destructoras. Pero eso es otro tema y
será en otra ocasión.
Esto son los retos a estas alturas del nuevo milenio, aprendamos la lección
histórica. La inteligencia operativa bien puede conducir al camino de
Auschwitz.
Pero antes de que eso suceda de nuevo, espero que la civilización anti –
ilustrada se haya destruido ella por si sola ya que insiste en avanzar hacia un
progreso sin reflexionar.
t
Monumento: Mesa de escritorio de
T. Adorno / U. de Frankfurt
friedrichmanfredpeter diciembre
2017
anavictoria edición
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