miércoles, 6 de diciembre de 2017

La Ilustración y la Contra–ilustración en Alemania

La Ilustración y la Contra–ilustración
en Alemania
 (Aufklärung  und  Gegenaufklärung)

“Der Sieg der Alliierten über die Achsenmächte und das militärische japanische Kaiserreich wurde von Freund und Feind auch als ein Sieg der Aufklärung ¨ über die “mythischen” oder “dämonischen” Mächte der wiedererwachten Vergangenheit interpretiert. Theologen, die al erste Deuter zur Stelle waren, benutzten die Metapher “dämonisch” freilich gern, um auf diese – wenig aufgeklärte Weise – den Nationalsozialismus zu interpretieren. Das Dämonische war der Einbruch des “Irrationalen” in eine im übrigen vernünftige Welt, durch diese Deutung wurde sowohl die nüchterne Analyse als auch die Untersuchung von Verantwortung und Schuld verhindert.” 
 Iring Fetscher, Aufklärung und Gegenaufklärung in der Bundesrepublik[i]

“Tanto, amigos como enemigos interpretaron la victoria militar sobre las potencias del Eje y sobre el Imperio Japonés como un triunfo de la Ilustración sobre las fuerzas “míticas” y “demoníacas” que habían resucitado del pasado. Los teólogos fueron quienes de inmediato usaron la metáfora “demoníaca” - expresión poco ilustrada -  para interpretar el nacionalsocialismo. Fue descrita como  “demoníaca” la irrupción  “irracional” en un mundo racional. Esa interpretación impidió el análisis racional y evitó investigar responsabilidades y definir jurídicamente culpabilidades.”

 
                      
                       Edificio del “Reichstag” – mayo de 1945 -

Comentario: Este texto, escrito por uno de los más destacados intelectuales alemanes, profesor en la U. de Frankfurt, suscita varias preguntas a quien en el año 2017 lee su libro, en este caso yo, que viví los sucesos del pasado siglo en lo personal y desde lo académico:

1.        ¿Quiénes son amigos y enemigos al  valorar lo que ha pasado durante esa Guerra Mundial del siglo XX?

2.        ¿Qué son estas fuerzas “míticas” o “demoníacas” que según la apreciación de muchos fueron los causantes de aquella catástrofe histórica de dimensiones de espanto?

3.        ¿Qué significan esos términos “ilustración” y su oposición “contra-ilustración” para el caso de Alemania?

1. Yo no conozco  amigos de la Alemania Nazi derrotada en el año 1945, ni adentro ni afuera del país. De los enemigos puedo afirmar que la hostilidad continuaría contra los vencidos durante años, incluso mucho después de que el  término “El Eje” había sido borrado con los primeros estertores de la derrota.
Los aliados de  la Nazi-Alemania quedaron olvidados muy pronto: Italia con mucha astucia se alistó entre los aliados vencedores en el mismo año 45, como si Mussolini hubiera sido un mal sueño; los aliados balcánicos se consideraban “liberados” por los soviéticos; el “amigo” Francisco Franco hábilmente echó el anzuelo hacia una nueva alianza con el vencedor americano; en cuanto a los numerosos pro-nazis europeos hicieron como si nada hubiera pasado y como si su actividad pro-alemana fuera un puro oportunismo temporal; más aún, fue enarbolada como resistencia secreta y sutil. La misma Austria, patria del principal actor Adolf Hitler, se entregó a un rol de victimización, declarando que jamás había simpatizado con estos terroristas “endemoniados” que eran esos nazis alemanes.


El nazismo fue considerado un problema 100% alemán y lo que quedó de  Alemania debería pagar por ello desde el momento inicial. Con el tratado de Potsdam se orquestó: la reducción drástica del territorio nacional y la división de lo que quedaba, el control político sobre las zonas ocupadas y el control sobre el renacer del tejido industrial, la soberanía fue suspendida hasta después de la constitución de dos nuevos estados que seguirían bajo la tutela de los vencedores; por su parte la soberanía completa de la nación sólo sería restituida 45 años después, en 1989 a partir de la reunificación. Un proceso realmente excepcional, único en la historia moderna de Europa.
Una mayoría de los alemanes tácitamente estuvo de acuerdo con todo eso; “nunca más” debería salir del suelo alemán esta avalancha devastadora de agresión y violencia. Conformidad y pacifismo constituyeron así  algo como una nueva mentalidad general. ¿Continuará?

 

2. El gobierno alemán Nazi, creación política surgida desde las condiciones especiales de tiempos de posguerra (la primera guerra europea – no es técnico llamarla “mundial”-) no poseyó una ideología única y cerrada, sobre todo al comparar con el régimen soviético, su análogo contemporáneo durante la era Stalin. Sin embargo, con pasos muy lentos se aproximaba cada vez más al modelo totalitario: un solo partido gobernante, un solo líder carismático, una sola doctrina (y esa fue la combinación del elemento ultranacionalista con el racismo ideológico, seudocientífico).
 Al comienzo muchas fuerzas sociales e instituciones importantes habían apoyado este régimen autoritario en el centro de Europa. El denominador común enunciado con sus variables: anticomunismo, prácticas antidemocráticas y la promesa de la eliminación del resultado humillante de la Primera Guerra Europea. Hasta las iglesias cristianas simpatizaron con los inicios del nazismo.
Entonces, ¿dónde estuvo el demonio? Es cierto que los mitos de un poderoso salvador, y de una doctrina redentora estaban claramente presentes, y el militarismo nuevamente iluminaba los intereses de muchos empresarios e industriales. Pero fuerzas de un más allá, de una… “intervención mágica-inmaterial” no son detectables en el proceso histórico.
Por eso, al inicio de esa guerra devastadora provocada por el gobierno alemán no hubo opositores de peso entre los alemanes. “Man hielt den Atem an”, se retuvo el aliento… si quizá esta aventura pudiera resultar un éxito, estaría bien y eso sería todo. Los triunfos iniciales de la Wehrmacht hicieron más para aplacar los temores, aunque no se registra ninguna manifestación eufórica. “Man hielt den Atem an”. Y eso al parecer era que hacía la masa general de los europeos, no pocos exclamando de paso, admiración.



Perooo, ahí estaba ese horrendo crimen del asesinato masificado de personas de todas las naciones europeas declaradas “unwertes Leben”, vidas no válidas para vivir; entre estas vidas principalmente: judíos, gitanos, homosexuales, enfermos mentales y personas que por su creencia religiosa o convicción política se calificaban como peligrosas y “supérfluas”.El materialismo biológico estuvo a la orden del día. Los opositores políticos no fueron tolerados. El socialismo tenía que ser “Nationalsozialismus”: toda alternativa se consideraba “enferma” y digna de exterminación; el KZ fue el “modus operandi” de la política interior del país; en “clínicas” especiales se asesinaron los “enfermos” que “no merecían vivir”; muchos médicos y destacados intelectuales estaban de acuerdo con estas medidas eugénicas, entre ellos el filósofo Heidegger.

Para justificar este crimen contra millones de personas no había más argumento que una doctrina racista y una verificación absurda de prejuicios colectivos. Y esto último hizo posible que la masa de alemanes y también de otros europeos tolerara estos crímenes monstruosos. Se refugiaron en el argumento que de eso, nada sabían; o que la dimensión de los hechos les fue ocultada.
El caso es que el régimen no tuvo dificultad para encontrar colaboradores activos, ejecutores malignos, tanto entre alemanes como entre otros europeos y hasta entre las mismas víctimas.

El segundo crimen de máximas dimensiones fue el trato despiadado y la entrega sistemática a la muerte de millones de prisioneros y de personas civiles durante la campaña militar en la conquista de territorios para la expansión a lo largo y ancho del Este europeo a través del proyecto “Lebensraum”. “Espacios vitales” conquistados para la “raza Aria”. Víctimas fueron los prisioneros rusos y las poblaciones civiles de Polonia y de Rusia. La política oficial y proclamada fue su reducción a la esclavitud o su eliminación física. Esa actitud imperialista tampoco fue promovida o ejecutada por demonios, sino por simples y honrados administradores, oficiales del ejército o “especialistas” de la SS,  gente corriente que no maltrataban a sus perros o caballos y que amaban a sus familias con ternura.
Es este crimen, cuya autoría intelectual, ya lo anotábamos antes,  posee una dimensión “inter-europea” porque las medidas de la “Gran Purga” soviética  se habían adelantado a esa forma de eliminar a indeseables de la faz de la tierra. Hitler y Stalin se correspondieron en eso y el número de víctimas es equiparable. Con la diferencia de que la justicia se hizo cargo, al menos simbólicamente, de los actos alemanes mientras los rusos hasta el hoy en día están impunes y casi olvidados.
En conclusión, no se ha podido verificar en ningún hecho la presencia de misteriosos actores extrahumanos. Todo ha sido muy terrestre y los responsables en grandísimo número nunca fueron llamados a responder por ello. Sin embargo, la masa popular alemana, sobre todo en el Este, pagó por ello con terribles sufrimientos  tras la derrota alemana.

3. ¿Cómo fue posible que en un país tan iluminado por “Aufklärung” –  la Ilustración,  sucediera la violación más dramática de los principios de la racionalidad y el humanismo que tan celosamente se habían mantenido y popularizado por generaciones?
La irrupción de mitos violentos, el uso pervertido de la ciencia y la aplicación de técnicas avanzadas para bien de un proyecto totalitario parecerían un imposible. Su realización fue descartada por personas que estuvieron en primera línea de ser víctimas: científicos, investigadores, gente de arte y de literatura. Entre ellos, muchos judíos opinaban que Alemania era el país menos antisemita en el mundo. Y su experiencia parecía darles la razón. La cultura civilizada alemana no es otra cosa que la fusión de elementos diversos, entre ellos y en primer lugar  el elemento judío.
Todos los que creyeron tal como imposibilidad histórica se equivocaron: fueron asesinados incluso los portadores de altas condecoraciones militares de la Primera Guerra, por ser judíos. Científicos importantes como Einstein, con suerte lograron salvar sus vidas.
Cuando ya todo lo peor pasó y desde su profundo trauma lentamente se levantó la reflexión humana en las primeras voces, por ejemplo en Filosofía, las de Theodor Adorno y de Max Horkheimer se pudo escuchar la profunda desorientación que vivieron en el exilio.
“Después de Auschwitz no se puede escribir más poesía.” Es conocida esa sentencia de Adorno que más tarde relativizó. Porque poemas… se escribieron nuevamente… y en lengua alemana… y por autores judíos.
¿Qué pasó con la Ilustración? Se preguntarían los señores encargados de reflexionar en voz alta, los filósofos. Pareciera que un accidente catastrófico hubiera enterrado el centro de la tierra, todo lo que durante generaciones constituyó más que un saber, una auténtica misión. Racionalizar la vida colectiva, alejar y suprimir los mitos arcaicos, eso parecía su función.
 Ahora, en la mitad del siglo XX, resultaba que los métodos y aplicaciones nazis habían sido “racionales”: la guerra de exterminio fue planificada y los crímenes fueron ejecutados con sistemática perfección. La técnica más moderna del día estuvo a disposición del proyecto más perverso que la historia conoce.

Lo bueno y lo malo se cruzaron y Adorno y Horkheimer, judíos sobrevivientes de Frankfurt, regresaron del exilio y pusieron todo su empeño docente en la aclaración de este problema: crearon el término de “la Dialéctica de la Ilustración”. El avance racional no solamente produce un avance humano. El progreso técnico es racional pero puede servir para muchos fines, fines antihumanos.  No hay un automatismo en la evolución histórica del género humano, a la vuelta de esquina podemos encontrarnos con los vicios más arcaicos. El deseo de poder está tan íntimamente vinculado al subconsciente humano que ningún saber lo puede erradicar automáticamente. La moral no es el fruto inmediato del saber. Seguir la vía de la Ilustración – así parecía – no es garantía de nada.
¿Qué hay que hacer? es la cuestión que trató de tematizar desde este “Duo” docente fundadores de la “Escuela de Frankfurt” – filosófica y sociológica al mismo tiempo.
Es fácil detectar la resurrección de mitos anti-racionales. Más complejo es encontrar las deformaciones y perversiones discretas, secretas cuyo poder reside en el subconsciente o en mentalidades colectivas. Contra eso no sirve ninguna barita mágica, el único remedio es el lavado de consciencia a fuerza de educación…esperando que funcione.
Ilustrados no somos, dice Kant, pero vivimos en el tiempo de la ilustración.

Un tema me queda en el tintero: Hoy, en nuestro entorno universal, tanto en Europa como en América surge otro reto. Falsos ilustrados se ufanan -en el nombre de progreso y de las libertades- , en negarles el logro histórico de la Ilustración a los demás. El populismo agresivo se ha hecho del escenario cibernauta. El egoísmo es proclamado como la virtud mayor, este egoísmo se siente fortificado con proyectos del llamado progresismo. En eso veo similitud con el talante nazi alemán que igualmente proclamaba “progresiva” su misión en actividades destructoras. Pero eso es  otro tema y será en otra ocasión.
Esto son los retos a estas alturas del nuevo milenio, aprendamos la lección histórica. La inteligencia operativa bien puede conducir al camino de Auschwitz.
Pero antes de que eso suceda de nuevo, espero que la civilización anti – ilustrada se haya destruido ella por si sola ya que insiste en avanzar hacia un progreso sin reflexionar.
t
 
Monumento: Mesa de escritorio de T. Adorno / U. de Frankfurt

friedrichmanfredpeter   diciembre 2017
       anavictoria  edición








[i] Iring Fetscher, Aufklärung und Gegenaufklärung in der Bundesrepublik,WBG Darmstadt,1989

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