miércoles, 6 de diciembre de 2017

Nacional-Socialismo y Comunismo

                 Nacional-Socialismo  y  Comunismo

“Many of the similarities between national socialism and comunism lie upon the Surface and are manifest. Both throve on social and economic demoralisation, which was partly an aftermath of war but which reflected  also inheret maladjustments of Western society. Both were political dictatorships. (---)
Both were obliged to reinstate the purge as a political institution. Both tolerated only a single political party, which was allowed to maintain its own coercive aparatus. According to the theory of both the party was a self-constituted aristocry which has de misión partly of leading, partly of instructing, and partly of coercing the bulk of mankind along the road that it must follow. Both were totalitarian,  in the sense that they obliterated the liberal distinction beween áreas of privat judgment and of public control, and both turned the educational system into an agency of universal indoctrination. In their philosophy both were utterly dogmatic, professing, the one in the name of the Aryan race and the other in the name of the proletariat. (---)
Dispite these manifest similarities, however, it ist certain what comunism was on a far higher level, both morally and intellectually, than national socialism. The difference is apparent in the lives of the two men who became the symbols of each. Both Hitler and Stalin were tyrants; on the score of personal wickedness there was nothing to choose between them. But as far as concerns the values of civilized policy Hitler can be connected with his carreer. He was an unmitigated desaster for Germany and for Europe. Stalin used to de full the methods of brutality  and terrorism, yet there can be Little doubt that historians will describe the cuarter century of his rule as a period in which Russia not only became a great political power but was transformed economically and socially into a modern nation.”

George H. Sabine, A History of Political Theory, New York, 1961, p. 925 )




“Muchas cosas entre el Nacional-Socialismo (Nazismo) y el Comunismo obviamente se parecen. Ambos prosperaron debido a la decadencia social y económica producida por la guerra y por los conflictos internos de la sociedad occidental. Ambos fueron dictaduras políticas. (…) Ambos se vieron obligados a instalar la persecución como sistema de gobierno. Ambos toleraron solamente un único partido político que pudiera mantener su propio aparato opresor. De acuerdo con su propia teoría, el partido fue una aristocracia autoinstalada en ambos casos, con una misión idéntica: en parte para dirigir, para instruir y en parte para obligar la masa popular a seguir la vía que el partido indicara. Ambos eran totalitarios, porque eliminaron la distinción liberal entre el sector privado y  el control público. Ambos transformaron el sistema educativo en un sistema de indoctrinación general. Ambos fueron dogmáticos en sus filosofías, promoviendo, uno el nombre de la raza Aria y el otro el del proletariado. (…)
A pesar de esta aparente similitud, el comunismo representaba, sin embargo en un nivel  moral e intelectual algo mucho más elevado que el Nacional-socialismo. Esa diferencia es plausible a través de las vidas de los dos hombres que son los símbolos de cada régimen: Stalin y Hitler eran tiranos y con referencia a su maldad personal no hay preferencias entre ellos. Pero en relación con los métodos civilizados en la vida política, Hitler era el producto de su historia personal; fue un completo desastre para Alemania y para toda Europa. Stalin hizo uso de todos los métodos de brutalidad y terrorismo que estuvieron a su alcance. A  pesar de ello, no cabe duda, los historiadores describirán que tras este cuarto de siglo de su gobierno, Rusia ha ganado un poder crecido, con una transformación social y económica como nación moderna.”

 

Comentario:
Efectivamente, entre el Nacional-socialismo y el Comunismo soviético fue que se libró la confrontación a muerte en el pasado siglo. Tal fue la esencia vital de la Segunda Guerra Mundial y la victoria militar de los rusos sobre los alemanes marcó la historia del pasado siglo  en Europa. Todo los demás elementos para analizar son secundarios, el pueblo ruso con millones de muertos pagó la derrota del nazismo, liberando así a Alemania y al continente europeo de la peor plaga imaginable.
Pero, ¿qué alternativa dejó en su lugar? ¿Fue esta victoria un triunfo de la democracia?
Bien, superar el totalitarismo soviético costó decenios de cautiverio a media población de Europa. Entre los observadores latinos, – y ellos son mis principales lectores – suele predominar en el análisis de los hechos el punto del orden económico y social. En efecto, la palabra “socialismo” posee la magia de atraer simpatías y  rechazos, en medio de un sistema catalogado por la izquierda latinoamericana como“neoliberal” bajo cuya denominación aumenta aun más el lamento en estas tierras por la desaparición de la opción comunista después de 1989.
Cuesta imaginar que socialismo o comunismo sean alternativas o sinónimos de bienestar y libertad. La Política, en su sentido más original, no es una cuestión social y económica sino un arcaico juego de poder; por ello el resultado de la confrontación entre dos dictaduras constituyó el triunfo de una tercera opción: se estableció la bipolaridad del mundo. USA y UDSSR fueron los protagonistas durante casi medio siglo de tan paranoica confrontación. En este nuevo siglo ya han sido relevadas ambas antiguas potencias por otra constelación multipolar que ya está a portas de iniciarse.
Alemanes nazi y comunistas rusos no son más que recuerdos históricos. El tiempo es un carussel, un tío vivo, cada vez más veloz que cambia de protagonistas.

¿Sobrevivirá la libertad en otras constelaciones?
¿Y estas constelaciones están visibles en la actualidad?
Observamos que el Nacionalsocialismo vencido y eliminado en profundidad dejó campo abierto a una renovación completa de las estructuras políticas en Europa. Por primera vez tras muchas generaciones de conflictos, Europa está viviendo en paz en una constelación singular que puede dar paso a la creación de o que se llame Unión. En la política interior de los estados europeos se ha consolidado un régimen de pluralismo democrático que es admirado y serviría de modelo de desarrollo en otros continentes.
El Comunismo estalinista ha cedido a un complejo sistema de fragmentación plurinacional. La modernización tecnócrata y los arcaísmos se combaten y se combinan entre si. Los herederos de poder sobre ese inmenso territorio que representó la Unión Soviética viven conflictos históricos en permanente resurrección, sin encontrarse la fórmula moderna que destacara el escritor Sabine en el texto publicado en 1961.
Resultan hasta simpáticas las contradicciones màs evidentes:
-- Las tumbas de Lenin y de Stalin junto al Kremlín se encuentran a su vez a escasos  trescientos metros de distancia del modesto monumento en honor a los millones de víctimas del terror soviético. Un observador occidental relata que es frecuente ver a grupos de ciudadanos que primero rinden honor a los difuntos líderes soviéticos antes de depositar una ofrenda de flores en honor a las víctimas.
--El ∂ía 14 de noviembre de 2017 se cumplieron cien años de la “Revolución de Octubre” de 1917. Este día en la era poscumunista del gobierno Putin fue un día laboral. Sin embargo, pocos habitantes de Moscú “trabajaron”. Espontáneamente se desarrolaron desfiles conmemorativos.
Prudencialmente sea dicho: Hitler murió, pero Stalin aun tiene vida!

Qué nos queda a nosotros, los “occidentales”?
Para el filósofo Hegel la paz es un respiro de la historia que agita y bosteza. Paz eterna y libertad de todos los seres no es un asunto del capitalismo ni del socialismo; son apenas modelos de cómo puede organizarse el proceder socioeconómico. Decisivos no son, eso está probado en la experiencia histórica. Y además… ¿Qué importa?  Que se acaben definitivamente los totalitarismos, que se acabe una política que exige creer, aplaudir, desfilar y luchar y que se acepte la ley del régimen “menos malo” posible. Tal lo constituye sin duda la democracia parlamentaria moderna.
¡Un “Hurrá” a la imperfección!    ¡Que dure muchos años más!

friedrichmanfredpeter  diciembre  2017
        anavictoria  edición

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