YO ACUSO…
(Fragmento de la carta a M. Félix Faure Presidente de la
República Francesa. Émile Zola. Paris, 13
de febrero de 1898)
“Señor: ¿Me permitís que, agradecido por la
bondadosa acogida que me dispensasteis, me preocupe de vuestra gloria y os diga
que vuestra estrella, tan feliz hasta hoy, está amenazada por la más vergonzosa
e imborrable mancha?
Habéis salido sano y salvo de bajas calumnias, habéis
conquistado los corazones.--- ¡Pero qué mancha de cieno sobre vuestro nombre
-iba a decir sobre vuestro reino- puede imprimir este abominable proceso
Dreyfus! ---Y no hay remedio; Francia conserva esa mancha y la historia
consignará que semejante crimen social se cometió al amparo de vuestra
presidencia.
Puesto que se ha obrado tan sin razón, hablaré.
Prometo decir toda la verdad y la diré si antes no lo hace el tribunal con toda
claridad.
Es mi deber: no quiero ser cómplice. Todas las
noches me desvelaría el espectro del inocente que expía a lo lejos cruelmente
torturado, un crimen que no ha cometido.
Por eso me dirijo a vos gritando la verdad con toda
la fuerza de mi rebelión de hombre
honrado. Estoy convencido de que ignoráis lo que ocurre. ¿Y a quién denunciar
las infamias de esa turba malhechora de verdaderos culpables sino al primer
magistrado del país?”
COMENTARIO:
NO señor Zola, actualmente no se están viviendo las aventuras del
proceso Dreyfus, motivo de su enfado y de su protesta por la injusticia
cometida contra un hombre de honor, quien se destacaba ante los demás por medio
de actos de lealtad y de buen servicio como oficial. ( sin embargo la mancha
imborrable que llevaba Dreyfus encima - la de ser judío alsaciano - le
condenaba de antemano a ser culpable del delito de alta traición que nunca
había cometido.)
Ha resucitado usted en el año 2016. ¿Todavía
le acompaña esa mirada crítica que le hizo crear uno de los textos más bellos
de la literatura universal?, ¿aún le irritan la soberbia de los poderosos?, ¿aun
le duelen las penas de los indefensos y le llegan al alma los gritos de los que
sufren injustamente. Si es así, su hora nuevamente llegó: se despertó del
profundo sueño de la muerte justo cuando le necesitamos. Pues esta de hoy es
nuevamente la hora del escritor, la hora del que usa la palabra como espada
contra la bruta soberbia satisfecha a costa de otros indefensos, los de este
momento del naciente siglo XXI.
La
consciencia de la masa suele dormir, saturada con el alimento de la dormidera
de todos los días. Se necesita a Émile Zola, caballero de la pluma afilada,
para despertarla nuevamente.
El soberano a quien dirigir su acusación ya
no es el señor Presidente de la Republica France. Estamos viviendo en la era de
la democracia, ahora se dirigirá usted a todos los europeos y a los que quieran
escucharle más allá del Océano Atlántico: ellos son los soberanos del momento,
ellos deciden sobre el bien hacer o el dejar pasar. El soberano actual es la
población europea, unida y dividida a la vez en su fragmentación histórica.
¡Hable a ellos, ellos necesitan el "¡Yo Acuso!"de Émile Zola!
"Moi, j´accuse, c´est mon métier",
respondió el escritor a mis palabras sacudiendo la pluma que se había quedado
seca. "Y me asombro al ver que
casos similares al proceso Dreyfus se han multiplicado. No solamente
individuos, étnias enteras han caido bajo sospecha colectiva de atentar contra
las leyes vigentes y las naciones europeas actúan con la pretensión de defender
la ley, rompiendo principios básicos morales y de conformidad general. En mi tiempo de vida activa se podía
cruzar la geografía europea libremente, el perfil de cada nación era el
"plébiscite de tous les jours", ahora veo con asombro como nuevas
barreras de alambradas cortan los paisajes reduciendo todo movimiento de
humanos e incluso de animales silvestres.
Líneas visibles de miseria humana dividen los
horizontes, y me opongo a la idea que esto sea la única manera de solucionar el
problema político de la inmigración clandestina y masificada.
Me disgusta la conformidad expresada en los
medios públicos con estas medidas ideadas por tecnócratas insensibles.
Me
extraña el júbilo reciente de tantos europeos ante estas alambradas cuando
hace sólo 26 años que cayó la barrera de
la cortina de hierro que dividiera Europa, separando lo que histórica y
geográficamente está unido.
YO ACUSO a los
insensibles, YO ACUSO a los
ignorantes, a los miopes y egocéntricos, a los que vigilan por sus intereses
cercanos despreciando necesitades vitales de los que para ellos son seres ajenos y sin interés. YO ACUSO a los que sacan dividendos
económicos de las migraciones
clandestinas, acuso a mafiosos; también a gobiernos regionales, como el caso
del gobierno turco.
YO ACUSO la ausencia
de fantasía y de creatividad… la comodidad y al fácil bien vivir de una
masa asustada e insatisfecha.
YO ACUSO a los que
están de acuerdo con todo eso como si fuera una ley natural o un principio de
autodefensa justifada. Veo los casos
Dreyfus multiplicados, veo casos de muerte y miseria masificados alrededor de
estas barreras.
Me horroriza la multiplicación de tales
barreras en el mundo entero: YO ACUSO
a América que no se queda atrás en el caso del paso de México a EEUU en el que
los latinos arriesgan la vida y son muchísimos los casos de quienes mueren
en las arenas de desiertos cercanosa los
límites… ¡muertes bajo las banderas de la libertad! Y tal sucede todos los
días: tolerado, incluso aplaudido.
El YO
ACUSO literario no basta, es un gesto simbólico, insuficiente, documenta
nuestras buenas intenciones.
Me retiro, pienso me desperté en mal momento.”
Y así termina un encuentro con Zola que no
cambió nada, pero que probablemente ilumina la mente de muchos de nosotros, las
personas que amamos los gestos
importantes de antaño, los que abrieron vías lúcidas para quienes otrora
sufrieron injusticias individuales;
aunque la gran mayoría actualmente preferimos convivir con las cosas tal como
son.
YO ACUSO
friedrichmanfredpeter marzo de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario